Aitor Aspuru
BILBO

Newroz, el fuego que alumbra el camino de la resistencia

Este pasado viernes se congregaron en la plaza de Bilbo la Vieja más de un centenar de personas para celebrar el Newroz, el año nuevo kurdo que coincide con el inicio de la primavera. Fue una fiesta emocionante e intensa, salpicada de cierta amargura, como la propia realidad del pueblo kurdo.

Imagen tomada durante la celebración del Newroz en Bilbo. (Aitor Aspuru)
Imagen tomada durante la celebración del Newroz en Bilbo. (Aitor Aspuru)

No en vano, el eje principal de la convocatoria, además del fuego y la cultura kurda, representada en sus costumbres, bailes y gastronomía, fueron los combatientes internacionales caídos en Afrin, el cantón kurdo de Siria ocupado recientemente por Turquía y sus marionetas yihadistas.

Las organizadoras de la celebración abrieron el acto recordando la conjura (de Rusia y Turquía) y el desentendimiento (del régimen, Estados Unidos, los países de la UE o la ONU) que ha dejado a Afrín a merced del segundo ejército de la OTAN.

También aclararon que, si bien se iba a rendir tributo a los luchadores y luchadoras internacionales de las YPG y las YPJ por la relación que mantenían algunas de ellas con Euskal Herria, los auténticos protagonistas de la revolución en Rojava eran los pueblos que allí conviven: kurdos, árabes, asirios, circasianos...

Después, cedieron la palabra a quienes conocieron a los voluntarios de las YPG e YPJ. Comenzó tomando el micrófono un compañero de Olivier Le Clainche en Raqqa, quien no solo recordó que el bretón fue un gran amigo del pueblo vasco que se tomó la molestia de aprender euskara y participar activamente en la solidaridad hacia presos y refugiados. Respecto a su experiencia con él en el frente, dejó constancia de su entrega contra el Daesh y de su extrema dedicación al bienestar de sus camaradas de armas; en la seguridad, en las guardias, en la cocina...

Tras este combatiente de las YPG, llegó el turno de los amigos de Anna Campbell. Sin poder reprimir las lágrimas, sus compañeros anarquistas destacaron el carácter alegre y revolucionario de la joven que murió la semana pasada en el frente de Afrín. Tras conocerla en Inglaterra y saber de su marcha a Rojava, guardaban la esperanza de abrazarla de nuevo en mayo, esta vez en Bilbao, pero un bombardeo turco truncó esta posibilidad.

Por último, llegó el turno de uno de los médicos vascos que acudió a Rojava hace dos veranos. Este grupo pudo conocer a Alina Sánchez de cerca y agradecer el calor que les brindó la activista durante su visita. Como ellos mismos recordaron, esta joven argentina que aprendió medicina en Cuba desempeñaba sus tareas en un frente menos reconocido que el militar, pero no por ello menos importante, el de la salud.

Después de una ofrenda floral a estos mártires –de esa manera los denomina el movimiento de liberación kurdo–, así como a los voluntarios sueco y gallego fallecidos también en la batalla, se llevó a cabo un minuto de silencio y se encendió el fuego, que dio paso a los bailes. Entonces las personas asistentes se fueron mezclando y compartiendo sus experiencias. En una esquina, los amigos de Anna pegaban en la pared un poster gigante de ella empuñando el arma. Cerca de allí, una mujer que estuvo presa en el Estado francés comentaba con el voluntario de las YPG en Raqqa que cuando a sus amigos les fue negado el derecho a visitarla en prisión Olivier tomó esa responsabilidad. «Ella me ha contado cómo era Olivier. Yo cómo era Kendal» (nombre de guerra del bretón en las filas de las YPG), afirmaba el ex-miliciano del Estado español.