NAIZ

Se cumplen 25 años de la muerte de Colosio, el magnicidio que alteró la historia reciente de México

Dos disparos apagaron hoy hace 25 años la vida del candidato presidencial oficialista mexicano Luis Donaldo Colosio y la esperanza de millones de sus compatriotas, en un magnicidio que alteró la historia del país y que todavía está rodeado de dudas y sospechas.

Luis Donaldo Colosio saluda ante un retrato de Carlos Salinas de Gortari. (NAIZ)
Luis Donaldo Colosio saluda ante un retrato de Carlos Salinas de Gortari. (NAIZ)

Eran las 17.12 horas de ese fatídico 23 de marzo de 1994 cuando Luis Donaldo Colosio Murrieta, del gubernamental Partido Revolucionario Institucional (PRI), recibió dos balazos, uno en la cabeza y otro en el tórax, mientras saludaba a la multitud de un mitin en el popular barrio de Lomas Taurinas, en la fronteriza ciudad de Tijuana. De fondo, sonaba "La culebra", una popular canción en México. Alguien acercó una pistola a la cabeza del político y disparó un revolver calibre 38.

La muerte de Colosio, padre de dos hijos, obligó al PRI, en plena campaña electoral, a buscar un candidato sustituto. Tomó el relevo el que era su jefe de campaña, Ernesto Zedillo, quien ganó de forma contundente las elecciones del 21 de agosto de ese año.

Ha transcurrido un cuarto de siglo de ese suceso que, sin embrago, sigue de actualidad hasta el punto de que recientemente se han desclasificado vídeos que muestran el momento exacto en el que Colosio recibió los disparos, e incluso Netflix ha producido una serie sobre su vida.

Además, la familia de Mario Aburto, el autor confeso del atentado, que se encuentra preso desde aquel día y fue condenado a 45 años de cárcel, pidió ayer en una carta que el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, reabra las investigaciones sobre el caso, que fue cerrado oficialmente en el año 2000.

A raíz de las inconsistencias en la investigación del caso, que el Gobierno atribuyó a un «asesino solitario», en México está ampliamente extendida la idea de que Colosio fue víctima de un crimen de Estado, un complot orquestado por su propio partido y ordenado por el entonces presidente mexicano, Carlos Salinas de Gortari (1988-1994).

«Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales», dijo Colosio el 6 de marzo de ese año.

Desde dentro

Para muchos, estas palabras proclamadas en un mitin en Ciudad de México fueron la sentencia de muerte para un candidato que se atrevió a cuestionar al todopoderoso PRI desde dentro del mismo PRI.

«El sistema político del PRI había sido muy exitoso hasta el final de los 80: un partido único con una oposición sin mucha fuerza, con un sistema muy corporativo, muy clientelar, pero que a principios de los 90 comienza a agrietarse y se da la inclusión del modelo neoliberal en México, principalmente con Carlos Salinas de Gortari, y empieza a haber complicaciones dentro del partido. Deja de ser funcional la candidatura de Colosio cuando, 17 días antes de que lo asesinaran, cuestionaba la estructura partidista y el sistema político en su célebre discurso», explica a Russia Today Rodolfo Gamiño, del departamento de Historia de la Universidad Iberoamericana.

«La percepción que existe, aunque no está demostrado, es que Colosio empezó a construir un proyecto autónomo respecto al presidente de turno. Hasta entonces, los candidatos del PRI ofrecían un mensaje de continuidad», relata, por su parte, a Efe el politólogo Khemvirg Puente.

El académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) asegura que Colosio estaba dando «señales de pluralidad y apertura» en un país que vivía un sistema autoritario dominado por la hegemonía del PRI, en el que el presidente elegía a su sucesor.

Por eso, la muerte de Colosio no fue el magnicidio de un candidato «sino que en el caso de México fue el asesinato del que iba a ser el próximo presidente», asegura Puente, ya que no hay ninguna duda de que habría ganado las elecciones.

Los expertos defienden que la muerte de Colosio no debe entenderse como un hecho aislado, puesto que 1994 fue un año especialmente convulso para México.

Ese año entró en vigor el Tratado de Libre Comercio de América de Norte (TLCAN) entre México, Estados Unidos y Canadá, que tuvo una fuerte oposición del campo mexicano.

Además, la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantó en el suroriental estado de Chiapas en contra del Gobierno federal a fin de reivindicar los derechos de los pueblos indígenas de México.

Y la izquierda mexicana, aglutinada entonces en el Partido de la Revolución Democrática (PRD), presionaba con fuerza para conseguir una apertura del sistema político.

Este contexto explicaría el cambio de tono que Colosio estaba impulsando en el PRI desde su candidatura presidencial, un giro político que quedó truncado con su muerte.

Según Puente, la muerte de Colosio, que supuso un fuerte revés para millones de mexicanos esperanzados en un cambio, detonó «una ruptura en el pacto de estabilidad entre la sociedad y el partido dominante».

Así pues, el magnicidio fue uno de los factores que propició el cambio político en México, que llevó al PRI a perder el Congreso y se consumó en el año 2000 con la victoria presidencial de Vicente Fox, del derechista Partido Acción Nacional (PAN).

La violencia, más evidente

A 25 años de su muerte, la muerte de Colosio se considera el magnicidio más grave en México desde 1928, cuando mataron al presidente electo Álvaro Obregón, que cambió radicalmente la imagen del país porque demostró la fragilidad de la política y la democracia, la tensión y el deterioro dentro del PRI, pero, sobre todo, marcó un cambio en la violencia institucional generada desde el propio Estado, coinciden varios expertos.

Tras su muerte, la violencia se hizo más evidente. «Después de Colosio, la violencia se vuelve más plural, orquestada desde el Estado mexicano, y comienzan a aparecer nuevos actores, como el narcotráfico y el crimen organizado, y la violencia tiene otro giro. Creo que el asesinato de Colosio, en el sentido del ejercicio de la violencia desde el Estado, marca un cambio importante que no ha cesado», señala a Russia Today Rodolfo Gamiño.

«Este magnicidio habla del gran camino que nos falta por recorrer en cuanto a impartición de justicia y seguridad, tratar de arreglar las cosas sin que sea a balazos», sentencia el novelista Francisco Haghenbeck, coautor de la novela gráfica "Matar al candidato", editada con motivo del 25 aniversario del atentado.

Y habla también de impunidad.