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Donostia

La tierra ganada al mar, un paisaje de Euskal Herria que no siempre salta a la vista

«Pólder» es un término neerlandés con el que se denomina a las tierras ganadas al mar por medio de diques que desecan las marismas. En los estuarios de Euskal Herria, esta técnica se desarrolló a partir del siglo XVII, como refleja un estudio de la UPV/EHU realizado por dos miembros de Aranzadi.

Una de las zonas del estuario del Bidasoa, en Hondarribia, en las que la marisma se convirtió en suelo agrícola. (Josu NARBARTE | UPV/EHU)
Una de las zonas del estuario del Bidasoa, en Hondarribia, en las que la marisma se convirtió en suelo agrícola. (Josu NARBARTE | UPV/EHU)

Los procesos de conversión de las marismas en pólderes, que comenzaron en Euskal Herria en el siglo XVII, supusieron una «profunda transformación» de los estuarios de nuestros ríos que desembocan en el golfo de Bizkaia, hasta el punto de haber incidido «directamente» en el desarrollo económico y social de la costa vasca.

Ésta es la principal conclusión de un estudio arqueológico y paleológico sobre «los paisajes culturales» de la expansión agrícola en cuatro estuarios vascos que están desarrollando Josu Narbarte, investigador postdoctoral de la Facultad de Letras de la UPV/EHU, y Eneko Iriarte, profesor de la Universidad de Burgos, ambos miembros de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

Como ha informado este jueves la UPV/EHU, esta investigación pretendía identificar «las prácticas sociales principales» relacionadas con la construcción de pólderes en los estuarios del Bidasoa, el Urola, el Oria y el Oka (Urdaibai).

Restos de estructuras relacionadas con los pólderes en Urdaibai, en el término de Gautegiz-Arteaga. (Josu NARBARTE | UPV/EHU)

Buscaba también determinar el impacto de estas prácticas «en las dinámicas generales del ecosistema estuarino» y evaluar «su grado de antropización y sus consecuencias socioeconómicas, ecológicas y urbanísticas».

Fuentes documentales y arqueológicas

Han desarrollado su trabajo en tres vertientes: el estudio de las fuentes documentales y cartográficas; la exploración y cartografía de detalle de los cubrimientos de tierra y de los elementos patrimoniales; y los sondeos geoarqueológicos.

Buceando en distintos archivos, los investigadores han recopilado prácticas desarrolladas desde la Edad Media hasta el siglo XX sobre sistemas de gestión, conflictos por la explotación de los recursos de los estuarios, infraestructuras viarias y portuarias, actividades pesqueras y aprovechamientos hidráulicos como ferrerías y molinos, así como la implantación de astilleros y la expansión urbana e industrial.

El cauce del Oria, entre Aginaga y Orio, «dividido» entre el río y los campos cultivados. (Josu NARBARTE | UPV/EHU)

«Los resultados son asombrosos: más de 4.000 referencias documentales relacionadas con el estuario del Bidasoa y 1.000 con el del Urola», ha destacado Narbarte, que ha indicado que han hallado menos del Oria y del Oka por problemas de conservación.

También han obtenido unas 200 referencias de fuentes cartográficas, la mitad en el Bidasoa, desde el siglo XVI hasta la actualidad, y gracias a ellas han podido «reconstruir el proceso de transformación» del estuario a lo largo de cinco siglos.

Una profunda transformación

«Básicamente, lo que hemos visto –ha explicado Narbarte– es que el proceso de transformación de las marismas en pólderes comenzó en el siglo XVII y se extendió muchísimo en los siglos XVIII y XIX, transformando profundamente el paisaje de los estuarios».

«Los resultados indican –ha precisado– que la reclamación de las marismas fue un proceso generalizado durante la Edad Moderna en la costa vaca y que tuvo un impacto extraordinario a nivel social y económico. Existen abundantes rastros materiales del proceso, que se refleja en unos paisajes culturales totalmente antropizados».

«Este nuevo paisaje afectó de manera directa a la sociedad local, su economía y su biodiversidad», ha subrayado.

Además, han cartografiado al detalle los cuatro estuarios citados con datos sobre cubrimientos de tierra (diferenciando masas de agua, playas, marismas, pólderes y suelo urbano), así como las estructuras relacionadas con la construcción de pólderes (diques, canales, esclusas) y otras instalaciones productivas (dársenas salmoneras, ferrerías, molinos de marea).

Entre suelo urbano y marismas en recuperación

En cuanto al paisaje que observamos hoy en día, han constatado que «en general» se conservan «las tierras de labranza ganadas a la marisma (los pólderes propiamente dichos) y las estructuras relacionadas con ellas» que tienen fuentes documentales, pero también que «estos peculiares paisajes se encuentran en retroceso».

Un muro que evidencia cómo se convierte una marisma en tierra firme a salvo de las mareas regulares, en Irun. (Josu NARBARTE | UPV/EHU)

Por un lado, porque «el suelo urbano e industrial se ha expandido sobre ellos» durante el siglo XX y sigue haciéndolo en la actualidad, y, por otro, porque en «muchos lugares» se han puesto en marcha planes de «restauración de los ecosistemas naturales marismeños».

Esto ha acarreado «la desaparición de numerosos pólderes y la recuperación de las marismas, sobre todo en Urdaibai, y, en menor medida, también en el Bidasoa», como recoge una de las conclusiones del estudio.