Lapoblación, una cultura milenaria ligada al vino

Lapoblación es el pueblo más elevado de la antigua Sonsierra.
Lapoblación es el pueblo más elevado de la antigua Sonsierra.

De los casi seiscientos montes catalogados de Euskal Herria, más de una decena se sitúan en la franja más sureña y occidental del trinomio de Toloño (Toloño, Cantabria y Kodes a este lado del Ebro). Todo un frente montañoso, que geológicamente se prolonga (frente de cabalgamiento surpirenaico), al otro lado del Ebro con los Obarenes.

Desde las “Conchas de Haro” por el Oeste hasta Torres del Río por el Este, por encima del río Ebro y por debajo de la Gran Sierra, un territorio denominado “La Sonsierra de Nabarra”, se extiende abarcando la Rioja Alavesa, tres porciones de Comunidad Autónoma, La Rioja y el extremo suroccidental de Nafarroa. Sus pueblos poseen una cultura milenaria ligada al vino.

Esta vez hemos elegido Lapoblación, el pueblo más elevado de la antigua Sonsierra, sito al pie de su monte tocayo. Partimos junto a la iglesia (por aquello de ganar pan y vino), donde arrancan dos pistas. Por la superior avanzamos hasta llegar a una explanada (1.030m), donde deberemos girar a la izquierda, dejando a derecha otro sendero, que se dirige a la zona de escalada del denominado Monte del Tajo (paredes orientales de la peña).

Quiebros divertidos pero fáciles

El camino elegido realiza a partir de entonces una serie de quiebros divertidos pero fáciles, que crean afición entre los más pequeños mientras se gana altura mediante resaltes. Así dejamos a la izquierda otros sectores occidentales más propios para la escuela de escalada. Sin complicaciones, alcanzaremos una brecha y, por su izquierda, tras culebrear por la loma, alcanzaremos la cima de Lapoblación. Desde ella, al S, veremos la población (de partida), así como toda la comarca y muchísimas cosas más.

Un ejercicio mental permite imaginar cómo buena parte de esta comarca de la Sonsierra (Subsierra) y de sus alrededores fue un mar interior hace 10 millones de años, hasta que el agua, hoy río Ebro, rompió la cadera costero-catalana alcanzando el Mediterráneo por Tortosa, tras haber hecho lo propio antes en las Conchas de Haro.

Pero volvamos a la actualidad e iniciemos la bajada, buscando la “vuelta a Lapoblación” (monte), lo que supone retroceder a la pequeña explanada y unos metros más abajo, enlazar mediante sendero con la otra pista cementada que partía de la iglesia y que avanza por el camino del cementerio. Así conectamos con el sendero local de marcas blanquiverdes denominado “SL NA 195 Lapoblación (Lapoblación)”, junto a una bifurcación donde las señales serán nuestras guías. Es este un itinerario circular que rodea esta llamativa peña.

Sin ganar altura, (a veces perdiéndola), el sendero rodea la peña por su vertiente sureña, evitando atacar su cima oriental. Paralelos a la carretera perdemos altura hasta girar en dirección N y desembocar en pista cementada, junto a bancos y a un poste indicativo.

Tamo boscoso realmente bello

Tras una rampa, nos espera una caseta de comunicaciones donde estaremos atentos a las señales verdiblancas al ver las dos opciones. Tomaremos la de la izquierda, que se introduce en el hayedo norteño. Deberemos evitar siempre diversos atajos a las peñas. Este tramo boscoso es realmente bello y pertenece al mundo eurosiberiano, en contraposición con el sureño del mundo mediterráneo.

La clave a partir de ahora (las señales se pierden) será seguir las sendas de cazadores que vayan más al Oeste. Tras varios cientos de metros menos claros, llegamos a una bifurcación donde tomamos a la izquierda a la vez que asciende. Tras curvas varias y boscosas, un camino ancho y evidente espera al vidente.

El camino sale del hayedo por el Oeste y alcanza un portillo tras el cual desciende. Lo reconoceremos por ser una zona despejada, con ventanas entre los árboles, con vistas a la rocosa cima y donde veremos señales rojas e hitos, a la izquierda, y dirigidos a la cima.

En esta pequeña bajada, el camino de mayor entidad ofrece vistas entre los árboles a las peñas en bellas postales únicas e inigualables, puesto que cambian de forma mientras avanzamos hacia el collado de El Puerto de Meano, donde desembocamos.

Una vez en él (cruce de caminos y alternativas varias esperan), las señales blanquiverdes nos conducirán a una caseta de antenas vallada. Allí se inicia la bajada a Lapoblación, abandonando en una curva cerrada la ancha pista, para llegar así, recto, hasta la misma plaza, hasta la iglesia. Que así sea, el vino de la comarca espera.