Xole Aramendi
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Elkarrizketa
Alberto Ibarrondo
Director del Festival de Jazz de Gasteiz

«Juntando las tres citas tendríamos un festival entre los mejores de Europa»

El circuito jazzístico de Euskal Herria arrancará en Getxo, continuará en Gasteiz y terminará en Donostia. Alberto Ibarrondo remarca que juntando las tres citas del calendario vasco se conseguiría un festival que estaría entre el segundo o tercer mejor de Europa.

Alberto Ibarrondo, director del Festival de Jazz de Gasteiz.
Alberto Ibarrondo, director del Festival de Jazz de Gasteiz. (Jaizki FONTANEDA | FOKU)

El máximo deseo Alberto Ibarrondo es que la de este año sea una edición ‘normal’. «Hemos tenido años complicados. La pandemia nos trastocó los planes en 2020, en 2021 tuvimos condicionantes a la hora de programar y en 2022, en teoría el año que volvíamos a la normalidad, tuvimos la mala suerte de tener calores de 40-42 grados. Tampoco se pudo considerar una edición al uso. Esperamos que este sí, tengamos una edición sin contratiempos, salvo que un músico llegue tarde o que se le pierda la maleta», dice, entre risas.

Del 3 al 8 de julio, Mendizorrotza y el Teatro Principal acogerán una oferta diversa. En lo que respecta al primer escenario, Alberto Ibarrondo subraya los cuatro cabezas de cartel: Silvia Pérez Cruz, Brad Melhdau, The Bad Plus y Maria Schnaider. Nombres sobradamente conocidos entre los aficionados al jazz.

El director también quiere poner en valor al sexteto de Baldo Martínez. «Le encargamos una composición, ‘Música imaginaria’, y se estrenará el día 5 de julio. Estamos especialmente contentos del trabajo que ha realizado y de poder presentarlo en exclusiva antes de que dé inicio su gira».

También hace lo propio con Kandace Spring. «Tiene una voz muy potente y rasgada. Va a ser una de las sorpresas de la edición, casi con toda seguridad. Sin olvidar a Ariel Britler y a Inmanuel Wilkins».

En el Teatro Principal, Yatmandu Costa es «de los más solicitados en la venta de entradas. Acaba de ganar el equivalente a los Gramys brasileños y sus conciertos son un espectáculo. Además, es muy cercano y es muy buen comunicador, por lo que conecta muy bien con el público».

Destaca el hecho de que estará 75 minutos tocando la guitarra solo. «Es muy difícil mantener la atención y la tensión artística durante tanto tiempo. No recuerdo a nadie más que se haya atrevido a hacerlo en ese formato frente al público de Vitoria», dice Ibarrondo.

El proyecto que comparten Moisés Sánchez y Marco Mezquida es muy especial. «El espectáculo no se estrena en Vitoria, pero se han prodigado muy poco. Ha sido complicado que estén aquí, porque cada uno tiene su grupo. Estamos muy contentos. Quienes vengan verán algo que seguramente no se repetirá esta temporada; es uno de esos días que los aficionados al jazz deben marcar en la agenda».

Samora Pinderhugues

No desaprovecha la ocasión para referirse a Samora Pinderhugues. «También tendremos al hombre que ahora mismo está haciendo más ruido en el jazz. Viene a Europa a estrenarse. Será uno de los nombres que aparecerá en todos los carteles en breve. Su música es deliciosa, tiene mucho de fondo y es muy fácil de entender».

Se congratula por haber conseguido traer «lo más fresco que hay actualmente en Nueva York». Ibarrondo y su equipo han logrado que forme parte del cartel de la 46ª edición gracias a que el evento de Gasteiz forma parte del International Jazz Festival Organization (IJFO). Lo conforman los festival de jazz más importantes del mundo.

«Por medio del intercambio de información descubrimos los grupos antes de que sean conocidos. Ejemplo de ello son Samora Pinderhugues o Inmanuel Wilkins este año o la presencia de Makaya McCraven hace dos. Nos adelantamos al mainstream y los traemos a Vitoria antes de que eclosionen y de que lleguen a la cultura popular más popular y sean más conocidos», explica.

Este es el factor distintivo de la cita gasteiztarra frente a las programaciones de Getxo y Donostia. Así lo afirma Ibarrondo. Va más allá.

«Fardamos de que si juntamos las tres programaciones probablemente tendríamos un festival que estaría entre el segundo o tercero mejor de Europa. Y es algo que hay que potenciar. Euskadi es una potencia a nivel europeo. Yo hablo de ello con mucho orgullo. Del 28 de junio al 25 de julio una persona puede estar escuchando ininterrumpidamente jazz en directo. Los tres festivales se complementan para que nadie tenga que elegir, si tiene el tiempo y las ganas para hacerlo», señala.

Hace años que los certámenes de jazz de Euskal Herria abrieron las ventanas a otros géneros musicales. Es el caso del concierto de Silvia Pérez Cruz este año, en su debut en Gasteiz. «Hemos abierto el espectro para atraer a más gente. Hay que reivindicar la música y la cultura en general. Y hay que reivindicar la música que, más allá de lo monocorde, tiene más instrumentos, requiere más concentración a la hora de componer y que engancha de igual manera a los oyentes. Que quienes vayan a Mendizorrotza salgan con una sensación de que han visto algo bonito y que ha alimentado su alma. Llevamos mucho tiempo tras ella –muchos de nuestros aficionados llevaban años preguntándonos si iba a venir– y hemos logrado traerla».

Entradas a buen ritmo

Se muestra satisfecho por la venta de entradas. «En los abonos numerados hemos superado las ventas del año pasado y todavía nos quedan tres semanas. Además, los abonos marcan tendencia, se traslada al número de venta de entradas. Hemos puesto en marcha descuentos especiales para los más jóvenes y los más pequeños para facilitar la conciliación –pueden asistir a conciertos a partir de los cuatro años con sus padres– y la demanda es creciente. Es un planteamiento a largo plazo para atraer a nuevos públicos a eventos de pago».

Tratan de contentar a los seguidores más fieles del certamen  –«han estado apoyando al festival durante los últimos 45 años y les gustan los músicos que triunfaron en los 80-90»– y a las nuevas incorporaciones al público, los más jóvenes. «Hay que saber mantener el equilibrio entre ambos, aunque a veces es complicado», reconoce.

Recalca la adaptación del jazz a los nuevos estilos. «Siempre ha sido muy permeable a las músicas dominantes. Se fusionó con el rock, posteriormente se adaptó a los instrumentos electrónicos, y también se ha unido al flamenco. En la improvisación no hay partitura, emerge lo que llevas dentro, con lo que esa manera de entender la música sale fuera. En los últimos 10-15 años la música dominante ha sido el hip-hop y la electrónica. Afortunadamente, el jazz no se ha quedado anclado y ha sabido modernizarse, aunque es un proceso lento, sobre todo en estos tiempos en los que es tan complicado darse a conocer porque muchas de las discográficas han desaparecido y apuestan por llevar a estrellas consolidadas», reflexiona.

Por ello, tratan de «dar oportunidad a nuevas generaciones de músicos y que al mismo tiempo nuestro público de siempre empiece a conocer lo que traerá el futuro».
 
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Precisamente, incide en esto último al preguntarle por el reto del festival. «La música ha cambiado mucho en los últimos 10-15 años y los efectos se están notando ahora. Hay un espacio vacío entre los nombres que con el apoyo de los medios de comunicación alcanzaron el status de estrellas y las nuevas generaciones. El reto es que el público de siempre, aquel que siguió a los grandes nombres de los 80-90, escuche a los músicos más jóvenes. Que a quienes se enamoraron de aquella música les convezcan las propuestas más modernas. Es un proceso gradual. Es el reto de nuestro festival y por extensión, del resto. Y también en otros géneros como en el rock. Si somos capaces de ponerle solución será un éxito».

En el universo del jazz siempre han brillado con luz propia las mujeres. La mayoría eran cantantes. «Nunca ha sido demasiado complicado programar a mujeres que tenían propuestas interesantes. Siempre ha sido bastante equilibrada la propuesta... No tenemos que forzar nada, casi viene natural, y cada vez más».

Ahora se está dando un cambio. «Cada vez hay mejores mujeres instrumentistas. Antes no era sencillo encontrar a grupos de mujeres instrumentistas y ahora sí».

Hay veces en que un festival es un oasis que no se corresponde con el resto del año. Al preguntarle por la oferta jazzística que existe en la ciudad durante todo el año, reconoce que no han conseguido mantener una dinámica. «Somos una asociación cultural sin ánimo de lucro y organizamos el festival desde hace 46 años. Durante el año, cuando el presupuesto lo permite, organizamos ciclos de jazz en los clubs. También apoyamos a la cantera. Es verdad que no hemos sido capaces de mantener una regularidad. Hay que aprovechar la inercia del festival para que el gusto por el jazz se mantenga durante el año. Es una de las cuentas pendientes».