Nora Franco Madariaga
Elkarrizketa
Enrique Solinís
Euskal Barrok Ensemble

«Una interpretación siempre se va a quedar pasada de moda»

Quincena abre –por fin– las puertas del Victoria Eugenia para recibir a la formación Euskal Barrok Ensemble, un grupo de composición variable pero capitaneado siempre por Enrique Solinís y Miren Zeberio, y que combina talento, frescura y entusiasmo.

Enrique Solinís.
Enrique Solinís. (NAIZ)

Barrok Essemble presenta este lunes en el teatro Victoria Eugenia un programa que, basado en ‘El amor brujo’ de Manuel de Falla, nos acerca todos los colores y aromas que rodean y conforman la esencia de su música.

Falla y Euskal Barrok Ensemble parece una combinación extraña, a primera vista.

Falla es un compositor que yo siempre he tenido en mente, desde mi época de guitarrista clásico y, además, es uno de los primeros reintérpretes interesados en la música antigua y en la música tradicional. Hoy en día, en el mundo de la música historicista, hay dos áreas principales de trabajo: la música del pasado y la música tradicional.

Estos dos elementos están siempre presentes en la música de Manuel de Falla: su amor a la música tradicional, al cante jondo, pero también a la música del barroco, a la del clave…

Así que, con estas dos vertientes, además de su propia música, por supuesto, que a mí me encanta, hemos creado este trabajo donde no solo tocamos piezas de Falla, sino que, los colores que él quiso resaltar en sus músicas, que evocan a estas músicas del pasado y tradicionales, nosotros los refrendamos tocando música de otros compositores, reinterpretando hoy en día su música.

Siempre le hemos visto a usted con guitarras barrocas, vihuelas, laúdes… ¿Le vamos a ver también con la guitarra flamenca?

En este trabajo toco muchas guitarras. La guitarra flamenca no la toco en el concierto, pero sí la utilicé en la grabación. No hay que olvidar que yo también soy guitarrista clásico y mi instrumento es una guitarra de construcción flamenca. A mí me gusta ese sonido y esa paleta de colores. Y al final, en este concierto, tocando Falla o Rodrigo, la partitura no deja de ser solo una guía que te ayuda a elegir tu paleta de colores y plantear una interpretación más personal, sea el instrumento que sea.

Uno de Bilbao haciendo flamenco. ¿Realmente somos tan sosos como dicen?

El guitarrista flamenco más importante de la historia después de Paco de Lucía fue Sabicas, que era navarro, de Iruña, así que tan mal no lo haremos. Evidentemente, hay que tomarse las cosas con humor y reírse de estos clichés, pero somos capaces de cualquier cosa que nos propongamos.

«El guitarrista flamenco más importante de la historia después de Paco de Lucía fue Sabicas, que era navarro, de Iruña»

¿Cuánto tiempo llevan trabajando con este proyecto sobre Falla?

Este proyecto lo sacamos ya hace cinco años con la discográfica de Jordi Savall, Alia-Vox. Es cierto que, anteriormente, ya se grabó algo similar con la cantaora Rocío Márquez, pero esa grabación se dejó abandonada por las agendas: ella estaba haciendo una gira de flamenco y yo estaba ocupado con otros proyectos del ensemble y era una tontería sacar un disco para luego no poder hacer conciertos en directo.

Luego lo retomamos en pandemia y sacamos ‘Omnia vincit amor’ con Universal. Pero el trabajo con Alia-Vox, que es el que se va a poder escuchar hoy en Quincena, tanto la grabación como los conciertos se han hecho con la cantaora María José Pérez.

¿Han cambiado los hábitos de consumo del público con la pandemia?

A nivel europeo, que es donde más nos movemos, yo no veo que haya ninguna diferencia. Incluso quizás haya un poco más de interés y de comprensión hacia el músico, hacia el artista; más ganas de escuchar la música en directo. Yo creo que sí, que puede haber un cambio en ese sentido, a positivo.

Exceptuando la ópera infantil ‘Nora’, son el único concierto de Quincena programado en el teatro Victoria Eugenia. ¿Qué tienen ustedes de especial?

La verdad es que en Donostia siempre nos han mimado mucho, aquí hemos estrenado varios proyectos y tenemos un público que nos sigue y nos quiere, lo que habrá dado lugar, supongo, a que nos destinen una sala como la del teatro Victoria Eugenia, que además es precioso.

El público de la Música Antigua es un público bastante fiel que acude al Museo San Telmo cada vez, y que, de haber presentado nosotros un recital de laúd barroco, seguro que allí hubiésemos estado de maravilla, pero con este repertorio de Falla, tan vistoso y tan del gusto del público, hacía falta algo un poco más grande.

El proyecto de Euskal Barrok Ensemble tiene mucho de familiar, tanto entre ustedes como con los aficionados que les rodean y siguen. ¿Es muy grande la ‘familia’ de la Música Antigua en Euskal Herria?

Miren Zeberio –mi mujer– y yo, hemos logrado impulsar Euskal Barrok Ensemble y diferenciarnos del resto de grupos. Si te fijas, en la mayoría de grupos barrocos te encuentras a los mismos integrantes haciendo repertorios similares. Pero nosotros quisimos diferenciarnos desde un principio tanto en nuestros proyectos, que son originales cien por cien, como en nuestra forma de trabajar.

Aprovechando conciertos como el de Quincena, organizamos en nuestra casa, en Azkarate, residencias pequeñas de los músicos, y allí nos juntamos y ensayamos, trabajamos, cocinamos, dormimos, grabamos los discos…

Tenemos una gran estructura creada desde hace más de diez años y esto nos ha llevado a que, en todos los proyectos que hacemos, hay un gran entendimiento entre nosotros.

Además, otra gran diferencia con otros grupos es que nosotros hemos integrado a músicos tradicionales. Pero los hemos integrado con este concepto nuestro: convivir con ellos, aprender a tocar sus instrumentos, ellos aprender también nuestro repertorio, y poder juntarnos todos y hacer música, casi sin necesidad de partituras. Eso es algo que buscábamos Miren y yo desde un principio y creo que lo hemos conseguido.

¿En ‘El amor brujo’ también se da esta integración de música antigua y tradicional?

Por supuesto. Miren y yo hemos tocado con artistas flamencos por muchas partes del mundo, y también con músicos de la cultura persa, por ejemplo. Y esto nos ha llevado a tener un poso musical que nos hace plantear las músicas que trabajamos con otros puntos de vista que hemos aprendido en el camino y que nos entusiasman.

Pero, claro, esto lo hemos tenido que ir haciendo nosotros. Y una de mis máximas críticas es que tanto la música antigua como la clásica y la tradicional tendrían que poderse estudiar en el conservatorio y ser accesibles para cualquier persona en el País Vasco, y tener la oportunidad de estudiar el ciclo superior y desarrollar su carrera.

Pero a día de hoy la única opción es Musikene, con un corte excesivamente conservador en el que faltan en el currículo todas las músicas tradicionales y, sobre todo, de carácter elitista, en el que tienes que competir con gente de todo el mundo para poder formarte en tu propia casa.

Con toda la música tradicional y música del pasado que tenemos en el País Vasco, la única forma de un músico de poder estudiarla y practicarla es a través de un grupo como el nuestro o salir a formarse fuera, pagándoselo ellos.

La música debería ser algo al alcance de cualquier ciudadano.

«La música antigua como la clásica y la tradicional tendrían que poderse estudiar en el conservatorio y ser accesibles para cualquier persona en el País Vasco»

¿Y cómo le entró a usted el gusanillo de la Música Antigua? ¿De dónde nacen todas estas inquietudes?

A mí me gusta la Música Antigua desde siempre. A pesar de haber empezado con música contemporánea y haber estudiado con Leo Brouwer desde pequeño, vi que la Música Antigua me resultaba muy cercana, tiene un lenguaje que me atrae mucho y, además, la Música Antigua ha sido la época de máximo esplendor para los instrumentos de cuerda pulsada, que son los míos.

Además, nosotros siempre comentamos que la música, cuanto más antigua, más moderna es; es decir, cuanto más antigua es, más desconectada está de los conceptos actuales y de los cánones tonales de hoy en día, y nos parece rara y se nos presenta como muy nueva por nuestros parámetros actuales de percepción de la música. Y eso es algo maravilloso, porque la música más actual puede llegar a ser de lo más pesada mientras que una música del pasado nos descoloca.

El fenómeno de la música históricamente informada es relativamente nuevo, pero ya tiene unas cuantas décadas. ¿Sigue teniendo recorrido o el público ya se ha cansado?

Llevamos más tiempo de barroco recuperado que tiempo barroco real. Pero lo que hay que tener en cuenta es que se ha ampliado la gama de lo que era el concepto de música clásica. Ahora se retrocede en el tiempo mucho más allá de Bach y además se integran músicas de otras muchas culturas, lo cual te abre mucho el espectro.

Así, en la recreación y la comunicación de la Música Antigua, cada año que pase será válida una recreación nueva, porque la memoria musical de los que vivimos va cambiando.

Nosotros somos memoria constante, y la memoria musical de las generaciones va cambiando y, en función de estos cambios, las perspectivas con las que se afrontan todas las músicas tienen que ser diferentes. Una interpretación siempre se va a quedar pasada de moda, por maravillosa que sea. Y esto es bueno, esto es positivo.

Entonces, ¿está desfasada la Música Antigua? Sí, en el sentido de que ya no es novedad, pero siempre llegará alguien que la reinterprete aportando la visión diferencial que le da su memoria musical.

¿Con qué nos van a sorprender próximamente?

Mi mujer y yo hemos creado una nueva discográfica editorial que se llama erlea.eus y en ella hemos sacado Euskelele, un proyecto infantil de disco y libro en el que nos hemos volcado todo el ensemble, un trabajo muy bonito. Y estamos a punto de sacar otro proyecto con visión femenina sobre una esclava, una mujer del siglo XI, realmente interesante.