El Mont Ventoux, origen del concepto de paisaje
Este martes cuando los ciclistas en el Tour asciendan al Mont Ventoux en una etapa de enorme tradición y pasión deportiva, además de una gesta, habrán pasado a través de un paraje natural singular por su grandeza, espiritualidad y hermosura.

Culminar el ascenso es una de las excursiones más bellas que se pueden realizar en la región de Provenza. Territorio de una intensísima y enorme riqueza, agrícola, vinícola e histórica, con un impresionante legado de la civilización y arquitectura de época romana: Pont du Gard, Nimes, Arles, Orange... Desde la cima del Ventoux, a 1.909 metros, se divisa uno de los panoramas más monumentales por su armonía que el ser humano puede contemplar, en condiciones óptimas, dominando el valle del Rhône (Ródano), la villa papal de Avignon, el mediterráneo, Marseille, los Alpes y el Pirineo, con el monte Canigó.
Su nombre, ventoso, proviene de la extraordinaria violencia con la que sopla el viento Mistral al que la creencia popular atribuye un origen misterioso y sobrenatural. Desde diciembre hasta mayo por encima de la cota 1.300 permanece cubierto por la nieve, y entre su cima y la base se registran oscilaciones de hasta 11 grados, y en ocasiones a los 27 bajo cero en la cumbre.
El concepto de paisaje aparecería como testimonio de las reflexiones que produjo a Francesco Petrarca (Arezzo,1304-1374, Arquá Petrarca, Padova) escritor, poeta y humanista renacentista, la escalada que hizo al Mont Ventoux el 26 de abril de 1336. Cuando alcanza la cima, dice: «En un primer momento, me quedé aturdido, conmovido por el extraño hálito del aire y la amplia vista. Miro hacia atrás y veo nubes a mis pies. De repente, el monte Athos y el Olimpo pierden toda su leyenda porque todo lo que he leído y escuchado sobre ellos lo contemplo ahora en una montaña de escaso renombre». Petrarca percibe y goza desde un punto de vista estético, en un contexto espiritual personal profundo. Historicamente, comenzará la atención por la naturaleza en cuanto paisaje.
La noción que nace de la mirada humana como una apropiación sensorial, habitualmente óptica, de un paraje de la naturaleza. Es una relación espontánea, emotiva, entre un elemento plurifacético y un sujeto. El paisaje reside en el ojo y la memoria del que lo mira, y lo ve, que le atribuye cualidades placenteras, y evocadoras.
El paisaje constituye la percepción ambiental natural y material artificial, de un pueblo, un retrato mutable a lo largo del tiempo. Es la expresión de una cultura, una memoria histórica que fundamentalmente se ha expresado a través de la pintura, la fotografía y el cine, pero también podría ser descrito a través de la palabra e imaginativamente por la música. Como circunstancia física, territorial y secuencia visual es un hecho tangible formalizado a lo largo del tiempo distinto en cada lugar por las condiciones de su naturaleza, emplazamiento, relieve o climatología.
Afortunadamente, la preocupación por el componente más natural del medio ambiente ha alcanzado un nivel político con rango internacional. Así, el Consejo de Europa elaboró un proyecto de convención europea del paisaje, su texto final ratificado en la Convención Europea de Paisaje en Firenze el 20 de octubre de 2000, fue suscrito por 21 países, entre ellos el Estado español. En ella, se dice que «paisaje» designa “una parte del territorio tal como es percibido por las poblaciones donde su carácter resulta de la acción de factores naturales y/o humanos y de sus interrelaciones”. La convención se aplica al territorio europeo y trata de los espacios naturales, rurales, urbanos y periurbanos.
Concierne tanto a los paisajes notables como a los paisajes comunes y degradados. Euskal Herria, territorio favorecido por la naturaleza, cuenta con un amplio repertorio de tipologías: frentes marítimos, cuencas fluviales, montes, valles y llanadas. Sobre casi todos ellos permanece la intervención humana con la que nuestros antecesores modificaron unos parajes para desarrollar su vida.
Este patrimonio paisajístico identitario, carece de suficiente protección, está siendo agredido en un período en el que se poseen más conocimientos y medios para entender e interpretar la naturaleza, reconocer y disfrutar de sus cualidades, actuando en consecuencia con mesura, inteligencia y sensibilidad. En la actualidad las Directrices de Ordenación del Territorio del País Vasco y las de Navarra sólo atiende a los paisajes con notoriedad por su singular belleza, y los estudios de impacto ambiental no son una garantía suficiente, en ocasiones se convierten en un trámite administrativo más que añadir a proyectos intrínsecamente dañinos para la naturaleza. La silueta paisajística y el entorno son las referencias fundamentales de cualquier implantación física, material en el territorio.

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