Asier Robles
Aktualitateko erredaktorea / Redactor de actualidad

De los fuegos al ‘pasapote’: Aste Nagusia no descansa y mantiene su pulso nocturno

La agenda de Aste Nagusia no se detiene ni de día ni de noche. De los fuegos artificiales, a los DJs de las txosnas, la fiesta se prolonga hasta que el sol vuelve a salir. Una jungla festiva en la que cada noche parece la última.

Los cañeros a pleno rendimiento en la barra de la txosna de Algara.
Los cañeros a pleno rendimiento en la barra de la txosna de Algara. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Pasado ya el ecuador de las fiestas, Bilbo mantiene intacta la energía nocturna de Aste Nagusia. La primera noche fue un estallido, con una marea humana que ocupó cada rincón de las txosnas. Tras unas veladas algo más relajadas y lluviosas, este jueves volverá la marabunta para enfilar la recta final y aprovechar cada minuto.

Los bocatas de SinKuartel suelen generar largas colas. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Y es que en estas fiestas la agenda nunca se detiene: actividades a todas horas, pensadas tanto para quienes disfrutan del día, como para los noctámbulos y para quienes se mueven con la misma soltura en ambos escenarios.

Los fuegos artificiales, el pistoletazo de salida

Tras el bullicio de pasacalles, espectáculos, concursos gastronómicos, poteos y juegos de todo tipo, al caer el sol la ciudad cambia de piel. La noche se enciende con los fuegos artificiales que todos los días comienzan a las 22.30 (hoy le toca el turno a la pirotécnica francesa Fêtes et Feux Prestations). Es el instante en el que la fiesta se detiene para mirar hacia arriba, antes de que la música, las txosnas y la multitud retomen el pulso hasta bien entrada la madrugada. Apunte para novatos y despistados: durante los fuegos las txosnas hacen una pausa, así que conviene llenar el vaso antes de que el cielo empiece a arder. Hay quien aprovecha este impasse para comer un bocata.

Los fuegos artificiales iluminan los cielos de Bilbo todas las noches a las 22:30. (Aritz LOIOLA | FOKU)

El espectáculo pirotécnico también marca el punto de inflexión: Ir pensando ya en ahuecar el ala, o seguir dejándote llevar. Para algunos, sobre esa hora comienza todo, con la primera caña en la mano y el firme propósito de que esta vez -¡esta vez sí!- vas a beber con moderación. Spoiler: no. La música en directo toma el relevo. Con escenarios repartidos por toda la ciudad, las opciones son numerosas y cada rincón ofrece un ambiente distinto. Por renombre de los grupos, los conciertos de Abandoibarra y Parque Europa suelen ser los que más gente congregan. Rozalén abrió ayer la programación en este segundo escenario, haciendo vibrar a miles de personas, y hoy hará lo propio Gatibu. La Pérgola, la plaza Nueva y la plaza Circular ofrecen otras alternativas.

Concierto de Marte Lasarte en la txosna de Algara. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Pero también las txosnas ofrecen un sinfín de opciones, desde bandas emergentes que encuentran aquí su primera gran oportunidad, hasta grupos ya consolidados que arrastran a sus fieles seguidores. Enbata Lorade (en la txosna Uribarri), Zirkinik bez (Kulturgune), Manolo Kabezabolo (Askapeña) o Xiberoots (Algara) lo hicieron en la noche de ayer, y en la jornada de hoy estarán sobre los escenarios The Uski´s (Aixeberri), Parabellum (PaYa), Odei Barroso (Kaskagorri) o Pantx Records (Kranba). Tras los conciertos son los DJs los que cogen el testigo en unas txosnas donde la fiesta parece no tener fin.

De txosna en txosna

Moverse de una txosna a otra requiere cierta pericia. Avanzar en línea recta es misión imposible, y cada desplazamiento implica esquivar cuadrillas desatadas en pleno baile (si es que a todo movimiento de cuerpo se le puede llamar baile), empujones varios, serpentinas que caen sobre las cabezas y algún baño involuntario en kalimotxo o cerveza ajena. Es en estos desplazamientos donde también se dan los reencuentros con conocidos que no ves desde hace años, pero que la efusividad de la noche (o la cantidad de alcohol ingerida) parecen convertir en amistades fraternas. Es el momento de recordar batallas pasadas. Pinpilinpauxa, con su lluvia de purpurina, sigue siendo parada obligatoria para quienes buscan un recuerdo brillante que puede durar hasta septiembre.

Ambiente nocturno en las txosnas de Bilboko Konpartsak. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Otro de los obstáculos a batir durante la noche es el de orinar. Es momento de armarse de paciencia. Las decenas de urinarios portátiles colocados por todo el recinto festivo no son suficientes para atender toda la demanda, o no al menos sin pagar el peaje de una larga cola. Una espera que se hace más amena con conversaciones improvisadas e incluso amistades fugaces que nacen entre quejas y risas. Algunos optan por soluciones rápidas y poco cívicas, batalla que el Ayuntamiento y las comparsas siguen sin poder ganar.

El periplo por el txosnagune continúa. Hay quien presume del “pasapote”, un librillo en el que te van sellando en cada txosna por la que pides un trago. Los sellos son las medallas de un parrandero y un recuerdo único de la Aste Nagusia. Pasar en la misma noche por las 27 txosnas parece misión imposible, pero siempre hay valientes dispuestos a intentarlo.

Comparseras de Txinparta Feminista preparando bocatas para la cena. (Aritz LOIOLA | FOKU)

Cuando el sol aparece

Hacia las siete de la mañana, las txosnas bajan el volumen y dejan de servir. Los más resistentes siguen ahí, con el último trago pedido minutos antes y con ganas de seguir. El sol comienza a aparecer, iluminando rostros desencajados y un suelo sembrado de vasos de plástico, charcos pegajosos y demás restos: cicatrices visibles de una noche intensa.

Es entonces cuando entran en acción los verdaderos héroes invisibles de la fiesta: los equipos de limpieza de Bilbogarbi, que en pocas horas devuelven al recinto su aspecto original para que la partida pueda volver a empezar al mediodía.

Dispositivo de limpieza de Bilbaogarbi. (BILBOKO UDALA)

Quien logra superar toda la noche despierta con una resaca garantizada y la sensación de haber sobrevivido, un día más, a la jungla festiva de Aste Nagusia. Y todavía queda partida.