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Turku, la Finlandia más divertida

Recorrer los 167 kilómetros que separan Helsinki de Turku apenas supone dos horas de coche. Fundada en el siglo XII, nuestro destino es la ciudad más antigua de Finlandia y el punto de partida para visitar el Parque nacional del Archipiélago y las islas Aland.

Los puertos en Turku son encantadores.

Turku significa mercado, y su nombre en sueco es Åbo, que podría traducirse como «las casas del río». En la actualidad, representa la tercera área urbana de Finlandia, después del Gran Helsinki y el área metropolitana de Tampere. Sus dos lenguas oficiales son el finlandés y el sueco, aunque no tendremos problemas en comunicarnos en inglés.

El corazón de la ciudad está, sin duda, en los márgenes del Río Aura. La mejor manera de hacerse con una panorámica es alquilar una embarcación eléctrica sin conductor y dejarse llevar río arriba, río abajo. Los restaurantes se apelotonan a ambos lados del río, algunos de ellos incluso ubicados en el interior de barcos anclados.

Edificios emblemáticos

Entre los edificios más emblemáticos destacan el Museo de arte contemporáneo Aboa Vetus & Ars Nova, la Casa Qwensel –la vivienda burguesa más antigua de la ciudad–, el Museo de la Farmacia, el Forum Marianum –donde puede verse amarrado el Suomen Juotsen–, o el Sibelius, la galería de música más importante del país cuyo nombre es todo un tributo a Jean Sibelius, el más famoso compositor finés. Sus principales monumentos son la Catedral y el Castillo.

La catedral es por fuera tan austera como lo es el castillo; por dentro, las naves del gótico alemán resultan más reconfortantes. Es luterana, culto que profesan el 80% de sus habitantes. A causa de los incendios, tuvo que ser reconstruida en varias ocasiones. Pero es que Turku ardió nada menos que treinta veces; el peor incendio fue en 1827, cuando tres cuartas partes del casco urbano quedaron calcinadas. 

En clave gastronómica, lo mejor es visitar el mercado. Allí es fácil encontrar algunos de los mejores quesos, probar platos de reno o alce guisado, sin olvidar los pescados como el salmón y el arenque, y comprar las famosas y enormes salchichas grillimakkara. La afamada panadería Juustopuoti es el lugar perfecto para comer el ruisleipä o pan de centeno y los pasteles salados conocidos como karjalanpiirakka.

No hay que olvidar que Turku es un destino familiar, y los niños disfrutarán en SuperPark, un parque deportivo cubierto en el que es posible practicar skate, patinaje, saltar en las camas elásticas, jugar al pinball o practicar un sinfín de deportes.

Archipiélago de Turku

El Archipiélago de Turku es uno de los más grandes del mundo, y el mayor del Báltico: un mosaico de 20.000 islas que se encuentran dispersas entre las islas Åland y Turku, la mayoría de las cuales permanece en su estado natural.

Una amplia franja del Archipiélago es Parque Nacional. El paisaje es diverso: grandes islas, pequeñas, islotes, acantilados, y la presencia humana existe, aunque hay muchas más islas que personas.

El archipiélago fue galardonado en el año 2017 como el mejor destino nacional. Cuenta con una especie de recorrido circular de 250 kilómetros desde la ciudad de Turku ideal para ciclistas que quieran recorrer las diferentes islas. Turku Touring cuenta con diversos paquetes para ciclistas, bicicleta incluida. La etapa más larga que ofrecen es de 45 kolómetros y la propuesta es recorrer en cinco días 175 kilómetros. En coche es posible recorrer gran parte del archipiélago en 4-5 días de manera relajada parando el los lugares más emblemáticos.

Lo más divertido es que el Gobierno finlandés habilita en verano una conexión entre las diferentes islas a través de un sistema de Transbordadores gratuitos que permiten viajar con el coche o la bicicleta. En invierno, la cosa se complica porque la temperatura es muy fría y en muchas ocasiones el agua está congelada.

A 66 kilómetros de Turku se encuentra el poblado de artesano Kustavin Savipaja. Aquí es posible ver al herrero forjar hierro a la manera del dios Odín o adquirir una joya diseñada en exclusiva por una simpática orfebre. Siguiendo la carretera se llega hasta Parattulanlahti, una especie de bahía en la que atracan numerosos veleros y en la que están instaladas las cabañas de Peterzén’s. El lugar es idílico e invita a relajarse tomando unas cervezas contemplando el atardecer.

Korpo es una de las grandes islas del archipiélago. En su centro se alza el Hotel Nestor, regentado por dos artistas: Pia Rousku y su marido, el diseñador Frank Hellgren. Ella regenta un taller de artesanía en el que trabaja a partir de vidrio reciclado: recoge cristales de puertas y ventanas rotas y los funde para crear frágiles estructuras que parecen flores glaciales. En los alrededores un mar de girasoles impregnan la atmosfera de romanticismo. Verdes prados y carreteras de tierra invitan a ser exploradas.

Creatividad y vanguardia

La creatividad y vanguardia de los propietarios del Hotel Nestor también está presente en la restauración. El comedor es una verdadera galería de arte en la que se funde lo antiguo y lo moderno, creando un ambiente rústico y encantador, contemporáneo y fresco. El chef William Hellgren ve cada plato como una obra individual de arte, algo para deleitar todos los sentidos. Todas sus creaciones se basan en productos orgánicos y de proximidad. Por ejemplo, las verdurasproceden de la cercana granja Isaksson, muy curiosa porque no hay vendedores. Cada uno se sirve lo que desea, lo pesa y lo paga, al contado o incluso con tarjeta de crédito.

El pueblecito de Nagu es encantador. Un puerto con barcas de recreo, pequeños hoteles boutique, cafeterías y tiendas de artesanía se apelotonan en primera línea de costa. Aquí también podemos alquilar una bicicleta y explorar los alrededores. Otra opción es recorrer a pie el Westerholm Culture Path, un camino dedicado a la memoria del pintor paisajista Victor Axel Westerholm, o bien recorrer el St Olof Waterway, otra senda de 6 kilómetros que forma parte del camino utilizado en la Edad media por los peregrinos para ir desde Turku a Trondheim, en Noruega. El camino atraviesa idílicos paisajes junto al Lago de San Olof y llega hasta el laberinto de piedra en espiral conocido como Virgin Dance. Finlandia y Suecia cuentan con varios de estos laberintos en los que, según el ritual, los jóvenes debían ingresar al interior con el fin de rescatar a una dama artapada en el centro.

Desde el puerto de Nagu sale una embarcación rumbo a la Isla de Seili, ideal para una visita de un día. En esta isla, que fue una antigua colonia de leprosos, hoy en día reina la paz. Aquí se puede disfrutar de un almuerzo o una taza de café en el único restaurante de la isla. También se puede visitar la iglesia de Seili, de 1700.

En tres horas y media de coche volvemos a estar en Helsinki y, si contamos con algo más de tiempo, una visita a la ciudad será el colofón perfecto para este viaje.