Wesley Fuller

Armado con su fiel Gibson Flying V blanca y su melena alborotada, Wesley Fuller, nacido en Perth y afincado en Melbourne, es un artista dotado con cualidades para el power pop que no tiene miedo de meterse con los clásicos. Fuller es el alumno aventajado de una estirpe de artistas que se remonta a Brian Wilson y Paul McCartney, compositores con una visión singular que mezclan melodías pop impresionantes al estilo de los Beatles con ritmos disco contundentes como lo hacía Jeff Lynne a finales de los años 70, añadiendo a su imaginario musical gotas de glam-rock y colores chicle.
Su recientemente publicado segundo álbum lleva el título de “All Fuller No Filler”. Es un trabajo al que le han precedido tres singles contundentes: “Back to Square One”, “Alamein Line” y “The House Of Love”. Tres perlas de power pop que sirven para adentrarnos en un disco fantástico.
Wesley Fuller fue descubierto por el legendario cazatalentos inglés James Endeacott; fue él quien se fijó primero en bandas como The Strokes o The Libertines. Fichó por el sello 1965 Records, afiliado al grupo Sony en Inglaterra en 2015 y empezó a llamar la atención con su EP de 2016 “Melvista”; un álbum de rock psicodélico mezclado con melodías pop y un ejercicio compositivo del todo imaginativo. Fuller se trasladó a Melbourne, donde conoció y trabajó con gente de ideas afines como Davey Lane, del grupo You Am I. La suya era una promesa que se cimentó un año más tarde en su álbum de debut “Inner City Dream” -doce canciones de psicodelia, pop y melodías glam punzantes que recordaban a los mejores años de Marc Bolan-. Gracias a aquel disco Fuller tuvo la oportunidad de difundir su directo internacionalmente viajando por diferentes países.
Era el final del verano de 2019 y acababa de regresar a su casa en Melbourne después de una gira europea. Había dejado atrás una relación duradera y nunca se había sentido tan desconectado de sus amigos de la escena musical de Melbourne, ya que llevaba casi un año sin tocar en su ciudad. Sin conciertos a la vista, un segundo álbum aún por escribir y grabar y tantas viejas conexiones para tratar de reavivar, sabía que estaba esencialmente empezando de cero. Había perdido todo el impulso que había construido en 2018, así que estaba de vuelta en el punto de partida.
Con una historia basada en una línea de tren de Melbourne, el tema “Alamein Line” sintetiza la esencia de sus canciones. Es un pegadizo trozo de pop con guitarras dinámicas y sonoras, un estribillo memorable y elementos que pueden recordar a la new wave de los 70 o principios de los 80. La sensibilidad que muestra hacia el pop se refleja con claridad en temas como “Jacaranda” y “Pacific Coast Highway”, que cuentan con estribillos pegadizos, armonías atractivas y unos coros que cabalgan sobre la canción. Arreglos de cuerda, aires a los Beach Boys en “Look No Further” o canciones musculosas con estribillos pegadizos como “Trade War” son algunos de los ejemplos de un álbum que se torna atemporal.

Max Richter
Max Richter presenta su noveno álbum de estudio. Un disco que aúna lo electrónico y lo acústico, el mundo humano y el natural, las grandes cuestiones de la vida y los tranquilos placeres de vivir. En sus propias palabras, Max describe la música del disco como un intento de «conectar o reconciliar polaridades. Una memoria del momento presente». Es uno de los compositores más influyentes y aclamados de los últimos tiempos. Su fusión de técnica clásica y electrónica, que se escucha en los proyectos en solitario que definen el género y en innumerables partituras para cine, danza, arte y moda, le ha granjeado legiones de fans en todo el mundo y ha abierto un camino para una generación de artistas.

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