Andoni Lubaki
REPORTAJE FOTOGRÁFICO

Alepo, un ejercicio de reconstrucción vital fotográfica

(Andoni Lubaki)

En Alepo fui feliz. En un sitio donde la gente moría, es difícil explicar por qué lo fui. A mis 30 años, quería ser Robert Capa, y también Nachtwey, Pellegrin, William Burroughs y Alex Majoli. No lo conseguí. Pero la sensación de que estaba donde tenía que estar me llenó de satisfacción entonces, pese a los muertos y la destrucción. Eso llenó mi ego, pero vació una parte de mí que no sabía que existía hasta ahora.

Esa felicidad se convirtió en pesadilla, y aún hoy arrastro las secuelas de mi estancia en la ciudad siria en el año 2013. Tanto física como moralmente, quedé tan destruido como las casas que fotografiaba. No acepté este hecho hasta pasados algunos años. Las grietas de mi ser quedaron expuestas ante mi ego, y creí que no había manera de taparlas si no volvía.

En un ejercicio de limpieza moral y desoyendo al terapeuta (que se convierte en sombra de los reporteros de guerra), cogí la mochila y regresé en diciembre pasado. Busqué por las calles de Alepo los lugares que fotografié y que estaban difuminados en mi memoria. Encontré casas restauradas y calles limpias de cadáveres, pero recogí los escombros y barrí el polvo de lo que quedaba de aquel Andoni Lubaki de 30 años.

Hoy, al contrario que entonces, renunciaría a premios y quemaría mi archivo por no haber hecho aquello como lo hice, o por haber hecho aquello que hice. Hice daño a gente que me acompañó. Pero el daño quedó hecho, y solo me podré acostumbrar a convivir con ello. Muestro en estas páginas parte de mi ejercicio de introspección vital fotográfica. Ya no existe ese Alepo que fotografié, y Andoni Lubaki ya no es tanto Lubaki como lo es solo Andoni. Muy a mi pesar, lo descubrí sacando estas fotos.

Un civil tirado en el suelo tras recibir el impacto de un mortero en el barrio de Izaah en Alepo, el miércoles 13 de enero de 2013. En la imagen que abre este reportaje, se aprecia el estado actual de esa misma calle donde ocurrieron los hechos. Andoni Lubaki

 

 

Andoni Lubaki

Un hombre intenta conectar un cable con un líder en Alepo el 5 de enero de 2013. Hoy en día, como se aprecia en la fotografía superior, ese poste del cableado eléctrico sigue en pie. Andoni Lubaki


 

 

Andoni Lubaki

Un niño durante una manifestación islamista en el barrio de Al-Amriyah en la ciudad siria, el miércoles 4 de enero de 2013. En la imagen actual, en color, otro menor posa sonriente ante un coche abandonado. Andoni Lubaki

 

 

Andoni Lubaki

Un grupo de personas intenta calmar a un hombre desolado después de que su casa fuera destruida por un bombardeo y matara a toda su familia en el barrio de Saif Al Dawla, en 2013, mientras arriba dos transeúntes pasean por la misma calle en la actualidad. Andoni Lubaki

 

 

Andoni Lubaki

Las guerras traen una destrucción masiva en todos los sentidos, pero los recuerdos siguen ahí, aunque en ocasiones sean dolorosos. Fueron decenas de miles las víctimas que dejó la contienda siria, y algunos lugares permanecen casi como estaban. Andoni Lubaki

 

 

Andoni Lubaki

Un hombre observa su casa destruida en el barrio de Izaah, en Alepo, en enero de 2013. Actualmente el edificio está reconstruido. Se estima que en 60 meses de levantamiento contra el Gobierno sirio murieron cerca de 400.000 personas. Andoni Lubaki

 

 

Andoni Lubaki

Un rebelde islamista sirio da de comer a un gato en el barrio de la Ciudad Vieja de Alepo, el 6 de enero de 2013. En la fotografía actual se ve que aún permanece el rastro de la guerra, ya que el edificio junto al arco está totalmente destruido. Andoni Lubaki

 

 

Andoni Lubaki

Un niño montando a caballo cerca del frente de la Ciudad Vieja de Alepo. En el mismo petril de la ciudad siria se sientan ahora tres miembros de una familia que encara un futuro marcado por las secuelas de la guerra. Andoni Lubaki