En la naturaleza, los organismos establecen entre sí relaciones de simbiosis, conviviendo en asociación y coexistencia. El mutualismo simbiótico sucede cuando todas las partes se favorecen y obtienen beneficios de la vivencia compartida. Este concepto puede aplicarse al ámbito arquitectónico, en un contexto de crisis climática donde las herramientas que utilizamos deben considerar su impacto ecológico en el medio. Aprender de ello permite concebir los espacios como redes interconectadas en un ecosistema donde cada elemento contribuye al equilibrio general y la vida ocurre en cooperación con su entorno.

Entre 2016 y 2022, el equipo de taller11 llevó a cabo el diseño y construcción de una vivienda unifamiliar en Vilafranca del Penedès, Barcelona. El estudio, organizado en cooperativa, está integrado por Roger Maranges, Ignasi Casas, Meri Mensa, Sandra Prat, Sara Ferran, Víctor Nadales y Anna Burgaya. Al igual que la estructura de sus arquitectas y arquitectos, Casa 0006 también habla de mutualismo e intercambio.

El proyecto se ubica en un tejido urbano poco consolidado, en una parcela entre medianeras con la particularidad de colindar con construcciones existentes solo en uno de sus extremos. La estrategia proyectual consiste en liberar un patio trasero y concentrar toda la superficie construida en el frente, estableciendo en ella una dualidad espacial.

La franja ubicada al noroeste alberga el programa mínimo necesario de cocina-estar-comedor, dormitorios y zonas húmedas. Sin embargo, al suroeste y bien orientado, se configura un volumen translúcido que actúa de intercambiador bioclimático. En esta zona polivalente, una serie de plataformas interactúan en varias alturas, permitiendo la flexibilidad y adaptabilidad a la vida de la familia en el futuro y facilitando la expansión de las estancias según sus necesidades.

El tratamiento material responde a ello con una envolvente ligera, transparente y con capacidad de captación solar, frente a una volumetría más opaca, de construcción húmeda, que asegura un buen comportamiento higrotérmico en sus cerramientos. Así, mientras la estructura de policarbonato y madera con grandes aperturas define los espacios flexibles, el programa principal se concentra en un recinto delimitado por paredes de bloque. Estos se rellenan con la tierra resultante de la excavación para aumentar su inercia térmica y, además, reducir los residuos generados en la obra.

Los muros en contacto con el exterior y la parcela vecina se aíslan con paneles de fibra de madera, mientras que el único muro sin aislamiento es el que separa ambos volúmenes. Esto permite que actúe como un mediador, intercambiando calor de un ambiente a otro según la época del año. En invierno, capta la radiación durante el día y la libera en la zona habitada durante la noche, garantizando un confort térmico estable. En verano, la ventilación cruzada permite disipar el exceso de calor y disminuir la temperatura interior.

Más allá de su diseño bioclimático, el proyecto también pone en valor la sostenibilidad en su proceso constructivo. La utilización de materiales locales y estrategias pasivas de climatización reduce la huella de carbono, optimizando los recursos disponibles sin renunciar al confort ni a la calidad espacial. Asimismo, el concepto de crecimiento y transformación futura refuerza la idea de una arquitectura adaptable a las demandas cambiantes de quienes la habitan.

Casa 0006 establece una coexistencia de espacios servidores y servidos, una relación simbiótica favorable entre áreas que requieren un confort constante y otras más flexibles, capaces de regular y mediar. Una vivienda con dos organismos que interaccionan y se complementan, junto con sus habitantes y el contexto, funcionando como un solo ente que redefine la experiencia de habitar.