Luz entre ruinas

El título de la nueva obra del autor británico, de origen paquistaní, alcanza todo su trágico significado cuando es “traducido” a la dramática situación actual padecida por el escritor, convaleciente en un estado parapléjico tras un desvanecimiento doméstico sucedido hace tres años. Dicha incapacidad, sin embargo, no le ha impedido trasladar esa circunstancia, por medio de un dictado recogido y recreado por sus familiares, a un espacio artístico que, aunque se reproduce entre camas de hospital y pruebas médicas, enfoca su mirada valiéndose de sus características aptitudes, haciendo que su lenguaraz e irónico verbo adquiera una dimensión todavía más impactante.
Constituido como un dietario clínico, con todo lo estremecedor que eso supone, a través de sus páginas va brotando todo un repaso vital que sale al encuentro de sus recuerdos iniciáticos, que huelen a bibliotecas ocupadas por Henry Miller o Salman Rushdie, para interpretar un monólogo respecto al hecho creativo y sus funciones. Diálogos que extiende más allá de su propia biografía para entablar relación con esa reducida población que transita por su escueto entorno y a la que convierte, de manera ágil, en protagonistas que subvierten ese microclima para adoptar una naturaleza universal.
Sin atisbo de empachos sentimentaloides ni de lacrimosa enunciación, una opción por otra parte absolutamente comprensible de haber sido escogida, su lenguaje se revuelve visceral y emotivo al ser redescubierto bajo este contexto totalmente excepcional. El derrumbe de -en ciertos aspectos- esa anestesiante comodidad asumida, se transforma inevitablemente en una vertiginosa incertidumbre a la que entrega al mismo tiempo la virtud de otorgarle un comportamiento más humano y empático. Porque quizás las ruinas al menos sirvan para poder descubrir un paisaje hasta ese momento oculto tras los rascacielos generados por la complaciente estabilidad.
Quien otrora fuera la encarnación de uno de los más irreverentes y talentosos bastiones de aquella nueva generación literaria, gracias a textos como “El buda de los suburbios” o “El álbum negro”, por los malhumorados caprichos del destino le recibimos en la actualidad abatido, pero no derrotado. La más trágica de las casualidades le ha acercado peligrosamente al avistamiento de esa mítica luz al final del túnel, lumbre que ha aprovechado no solo para iluminar su travesía pretérita, sino sobre todo para luchar por un futuro que reclama su condición de hoja en blanco ansiosa por ser escrita.
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