La peligrosa dieta de las princesas Disney
Las princesas de la factoría Disney se dibujan desde siempre delgadísimas, estereotipos relacionados con la belleza y el peso corporal que luego algunas adolescentes quieren imitar. La dietista de 7K alerta sobre una dieta relacionada con estos personajes que puede repercutir en la salud física y mental.

No, no es una broma… Bajo este nombre se esconde el nuevo “reto” viral dirigido especialmente a adolescentes y, como habrán adivinado, se basa en pasarse quince días comiendo como lo haría una princesa Disney. ¿El objetivo? Perder, nada más y nada menos, que 10 kilos de peso.
Bajo esta denominación aparentemente inocente, las adolescentes se exponen a severas restricciones alimentarias que persiguen una rápida y feroz pérdida de peso. Esta dieta o atrocidad alimentaria, como prefiero llamarla yo, propone, por ejemplo, la ingesta única de manzanas rojas cuando “toca” el “día de Blancanieves”, aunque ni siquiera está permitido comerlas a demanda, sino que solo se pueden comer un máximo de ocho, o comer únicamente alimentos crudos cuando toca “Pocahontas”, solo agua o agua saborizada cuando toca el de “La Sirenita”, y en el de Elsa de “Frozen”, únicamente hielo o agua helada.
Todos estos ejemplos suponen un consumo por debajo de las 600 kcal en el “mejor” de los días, o un ayuno completo en el peor de ellos.
Este reto espeluznante pone en grave riesgo la salud física y mental de las adolescentes, no solo por el planteamiento dietético, sino por la magnitud de la pérdida de peso en escasos días, algo que se relaciona directamente con el riesgo de desnutrición. Así, de primeras, puede provocar cetosis o acidosis láctica, alteraciones cardiovasculares y gastrointestinales, también puede provocar alopecia, fragilidad de las uñas o trastornos neuropsíquicos, como hipotermia e insomnio, todos ellos signos físicos de malnutrición. Pero lo especialmente grave, dado la “población-diana” a la que está dirigido, es que puede provocar retraso en el crecimiento y alteraciones hormonales.
Sin embargo, no solo repercute en la salud a corto plazo, sino que, a la larga, afecta a la salud mental incrementando el riesgo de desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria, entre otras alteraciones psíquicas.
Así funciona la presión estética; fomentando ideales de belleza falsos y prácticas peligrosas para el control del peso corporal en poblaciones vulnerables a través de estrategias atroces enmascaradas tras recomendaciones aparentemente inofensivas.

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