XANDRA ROMERO
SALUD

Algo falla en tu sanidad

Los dietistas-nutricionistas de todas las comunidades autónomas del Estado español nos manifestábamos el pasado 10 de mayo en Madrid para pedir la inclusión de nuestro colectivo en la sanidad pública. No obstante, esta no es una sección de noticias, sino de salud y precisamente de eso vamos a hablar. Y es que si pensamos en salud, tenemos que saber que las tres cuartas partes de las muertes que se producen en nuestro entorno se deben a enfermedades directamente relacionadas con la alimentación. Y si esto es así, ¿por qué en el Estado español no se puede acceder gratuitamente al profesional mejor formado para orientarse en materia de alimentación y nutrición? Será por cuestiones económicas, pensarán algunos. Pues no, y es que los estados con servicio de nutrición en sanidad pública (todos en la UE excepto, cómo no, el español) ahorran más de 50 euros en tratamientos posteriores por cada euro invertido en asesoramiento dietético previo. Y es que en patologías tan comunes como la diabetes, la hipertensión o los accidentes cardiovasculares, el actual modelo de asistencia sanitaria pública se salta la prevención y el primer tratamiento de elección por falta de profesionales capacitados para aplicarlo (en 2012, el gasto fue 90 veces mayor en tratamiento de enfermedades que en prevención de patologías no transmisibles). Antes de la medicación, va la alimentación.

Tampoco las personas que precisan de un consejo dietético continuo y personalizado, como los enfermos renales, de cáncer o patologías digestivas y la tan preocupante epidemia de obesidad, pueden tener acceso desde el ámbito público a los especialistas sanitarios que deberían controlar uno de los pilares fundamentales de su tratamiento.

¿Y qué podemos decir de los hospitales? Pues que tampoco hay dietistas-nutricionistas en un lugar en el que se estima que en torno al 35% de las personas que ingresan sufren desnutrición por cuestiones tales como falta de registro de la estatura y el peso al ingreso –y durante– la hospitalización; o falta de control y registro de la ingesta real del paciente y por comidas mal programadas, presentadas y/o distribuidas. Todo esto acaba prolongando las estancias hospitalarias e incrementando el gasto farmacéutico y el gasto total, ya que un enfermo desnutrido cuesta en torno a un 60% más. Y los profesionales especializados que deberían cuidar de ellos no están presentes.

Actualmente, el asesoramiento nutricional que recibimos lo realiza personal ya saturado con sus propias funciones y sin formación específica (otros profesionales sanitarios sin competencias para aconsejar en materia de alimentación y nutrición). Y además, se reduce a una fotocopia con consejos genéricos (válido para ti, embarazada, para ti, adolescente y para mi vecina del 5º).

Y es que se debe saber que estamos en el único estado de la UE en el que existen Unidades de Nutrición y Dietética sin la presencia de dietistas-nutricionistas y en el que tampoco se nos encontrará en atención primaria ni especializada, sino que se nos tendrá que buscar en consultas privadas. Y también se debe ser consciente de que algo así no es una opción, sino una falta de opciones, ya que todos merecemos contar con la misma garantía y que nuestra sanidad cuide de la salud en todos los ámbitos.

Para más información se pueden consultar estas páginas web:

http://www.who.int/whr/2003/chapter1/es/index3.html

http://www.meiga.info/guias/NutricionArtificial.pdf

https://www.bda.uk.com/improvinghealth/healthprofessionals/cost_benefit_of_dietitians

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