Flor Ragucci
Elkarrizketa
Rena Dourou
Gobernadora por Syriza de la región de Ática

«Sin un cambio no hay futuro para Europa»

Antes de que Syriza gobernara Grecia, Syriza ya gobernaba en Grecia. Rena Dourou, estrecha colaboradora de Alexis Tsipras desde hace 20 años, asumió la presidencia de la región más poblada del país, Ática, en setiembre del pasado año, casi cinco meses antes de que su partido ganara las elecciones generales. Desde su despacho en Atenas se divisa la Acrópolis, pero Rena Dourou apenas es consciente de ello, porque no para ni un segundo en su vertiginoso día a día. No es para menos si se tiene en cuenta que, a sus 40 años, tiene al mando un territorio casi tan extenso como Bélgica –en el que vive el 40 % de los 11 millones de griegos– y donde, pese a generarse el 40% del PIB nacional, uno de cada tres habitantes no tiene trabajo, miles de jóvenes emigran y el cierre de las pequeñas y medianas empresas es una constante.

Pero Rena Dourou respira por un momento y en esta entrevista se detiene a reflexionar sobre las causas de la crisis que sufre Grecia, los efectos de las políticas de austeridad que implementaron los gobiernos anteriores y los pasos a seguir por Syriza ante el delicado desafío de conciliar las negociaciones con el Eurogrupo y las demandas de un pueblo asfixiado por los recortes sociales y décadas de corrupción política.

Usted llegó al Gobierno de Ática con un objetivo: reparar la crisis humanitaria que vive la región a raíz de los recortes y el desempleo. ¿Por dónde ha decidido empezar para llevarlo a cabo?

En realidad, nuestro propósito era doble. Primero, hacer frente a la altísima tasa de desempleo y ayudar a las miles de pequeñas y medianas empresas que quebraron a causa de las políticas de austeridad. En ese sentido, ya implementamos medidas humanitarias, como el programa “Electricidad para todos”, con el que queremos asegurar que ningún ciudadano se quede sin luz por no poder pagarla.

En segundo lugar, darle un nuevo significado a la política para restaurar la credibilidad de los políticos que, especialmente a nivel de los gobiernos locales, se ha visto destrozada por el reinado de los dos principales partidos, los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas de Pasok. Ambos se sirvieron del clientelismo para estar en el poder el mayor tiempo posible y, por supuesto, ninguno abordó el problema de la corrupción. Por eso nosotros estamos tratando, desde el principio, de modernizar ese paradigma de poder en nuestra Administración, introduciendo el trabajo duro, la “meritocracia” y la transparencia.

¿Cuál fue el mayor obstáculo que encontró Syriza en Ática para poner en marcha su programa?

Con lo primero que tuvimos que luchar fue con la burocracia que, tal como funciona aquí, no ayuda a los ciudadanos a superar la crisis, sino todo lo contrario. Más difícil que el problema económico, créame, es el cambio de mentalidad de la gente.

Usted fue la primera en ocupar un alto cargo en la Administración pública, antes de que Alexis Tsipras asumiera la presidencia del país. ¿Cree que la experiencia en Ática se tomó como campo de pruebas de lo que podría suceder con su partido al mando de todo el país?

Al principio, el gobierno anterior de los conservadores trató de usar la nueva Administración de Ática para probar que Syriza no sería capaz de gobernar el país si ganaba las elecciones generales. Pero pronto se dieron cuenta de que sus pronósticos habían fracasado y de que el “test” daba a favor de la nueva autoridad regional. Igualmente, no hay comparación entre los desafíos que está asumiendo el presidente y los nuestros: el gobierno central es el que tiene que negociar con sus socios europeos y liderar a un país entero en este periodo tan difícil.

¿Cómo ve la situación en el Estado español? ¿Cree que allí también se concretará un giro a la izquierda?

Tenemos que tomar en consideración la gran foto de la política europea –no solo lo que pasa en el sur– y entonces, además de impedir que las políticas de austeridad continúen llevándonos a la quiebra social, reflexionar sobre las causas de la crisis democrática que vive Europa.

Las nuevas generaciones no son conscientes de asuntos claves relativos a la historia moderna de nuestro continente, de cómo se creó el proyecto europeo durante los años 50, y eso no es un tema menor porque define la percepción actual de las políticas europeas.

Muchas voces dentro de la izquierda defienden que el impago de la deuda a la Troika es el único camino para la recuperación griega. ¿Cómo lo ve usted? ¿Un cambio real es posible sin modificar las reglas de juego?

Lo más importante es evitar que la deuda sea un obstáculo para el crecimiento y el empleo. Necesitamos “resetear” nuestra economía y liberarnos de los problemas del pasado. Si no actuamos en esta dirección, aunque la deuda se cancele ahora totalmente, en pocos años las cosas volverán a ser iguales.

¿La recuperación de Grecia se dará fuera o dentro de la Eurozona?

Grecia no tiene nada que ganar yendo hacia atrás, volviendo al pasado, porque es exactamente ese pasado dominado durante cuarenta años por los conservadores y los socialistas –su manera de hacer política, basada en el clientelismo y la opacidad– lo que nos condujo a la actual crisis económica e institucional.

Por eso, nosotros estamos tratando de darle un nuevo significado a la política, restaurando la credibilidad perdida en la acción pública, al mismo tiempo que procuramos fijar nuestra economía dentro de la Eurozona. Estamos convencidos de que el problema no es la moneda, sino lo que se hace en su nombre, así que queremos promover las políticas de crecimiento y empleo para abrir camino hacia un nuevo paradigma económico y político. Nuestro objetivo es la reconstrucción productiva de Grecia con la gente, para la gente y por la gente.

¿Cree que la crisis griega servirá de impulso para una reestructuración global de la Unión Europea?

Sin un cambio, sin democracia, no hay futuro para Europa. La crisis griega no es solo monetaria sino también institucional, así que para sobrevivir, el continente debe virar hacia la democracia, la solidaridad y la justicia social.