MIKEL INSAUSTI
CINE

«The Hateful Eight»

La presentación del nuevo western de Quentin Tarantino estaba prevista para este mismo fin de semana en el Comic-Con de San Diego. Allí se verán importantes secuencias de la película ya montadas, aunque ya se han hecho con anterioridad test de prueba que han dado un resultado positivo. Hubo que hacerlos, porque el cineasta arriesga bastante con este proyecto, cuyo presupuesto inicial era de 44 millones de dólares, pero, según algunas fuentes de Hollywood, puede que se haya disparado finalmente hasta los 60. La explicación está en que toda la producción estuvo a punto de ser suspendida, cuando el pasado año hubo una filtración del guión en Internet. Se hizo una lectura pública con los actores y se anunció la suspensión del rodaje, que finalmente tuvo lugar y fue bastante duro para todos los implicados. Los que han podido ver trozos de “The Hateful Eight” están impresionados, ya que Tarantino busca impactar a las audiencias con el espectáculo del gran cine, ese que solo se puede ver en una sala de proyección y no en formato doméstico. Por eso el director de fotografía Robert Richardson lo ha filmado en 70 mm y scope, para ser exhibido en pantalla gigante, lo que ha obligado a llevar a cabo modificaciones técnicas en algunos de los cines estadounidenses donde se estrenará en las próximas Navidades.

A alguien le podrá sonar raro que un western se estrene en esas fechas tan hogareñas, pero “The Hateful Eight” evoca tormentosos paisajes invernales. Se desarrolla sobre escenarios nevados de montaña y una ventisca es el desencadenante de la acción, que obliga a los viajeros a hacer un alto en el camino que generará no poca tensión entre ellos. Aunque la mayor parte se rodó en exteriores, por declaraciones de Samuel L. Jackson se ha sabido que los primeros planos se filmaron en un estudio frigorífico, dentro de una cámara que estaba a 30 grados bajo cero de temperatura, con tal de conseguir resaltar el efecto de la respiración de los actores, con el vaho que salía de sus bocas. Va a ser, sin duda, uno de los aspectos más comentados en la prensa a medida que Tarantino y su equipo vayan dando más ruedas de prensa y hagan las obligadas presentaciones internacionales.

De lo mucho que se está escribiendo sobre “The Hateful Eight” sin haber visto todavía la película entera, no comparto de entrada la impresión de los que hablan de otro «spaghetti-western», a modo de continuación de “Django desencadenado”. Creo que “The Hateful Eigh” va a ser un western de estilo más clásico, dentro de una dimensión violenta y épica rupturista. Su punto de partida, con el variopinto grupo atrapado en una única localización, remite directamente al maestro Howard Hawks y Tarantino no hace sino confirmarlo cuando dice que su contenido tiene más relación con su ópera prima “Reservoir Dogs” que con cualquier otra de sus películas posteriores.

A Tarantino le funciona muy bien su cine de género cuando tiene a Kurt Russell de protagonista, y aquí lleva la iniciativa como cazarrecompensas que traslada a una fugitiva interpretada por Jennifer Jason Leigh. En la diligencia viaja con dos excombatientes de la guerra entre el Sur y el Norte, seis años después de su finalización, y que son respectivamente encarnados por Walton Goggins y Samuel L. Jackson. Cuando el temporal les impide seguir atravesando Wyoming, habrán de detenerse en la posada o parada de diligencias regentada por una vieja conocida. Pero no está y en su lugar se topan con un general confederado (Bruce Dern), un vaquero (Michael Madsen), un posadero nuevo (Demian Bichir) y el verdugo local (Tim Roth). A los ocho protagonistas hay que sumarles el habitual plantel de secundarios tarantinianos formado por Channing Tatum, Dana Gourrier, Zoë Bell, Michael Badalucco, Gene Jones, James Parks, Lee Horsley, Craig Stark, Keith Jefferson y Belinda Owino.

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