BERTA GARCIA
CONSUMO

Combustibles

Los conductores viven pendientes del «sube y baja» del precio del combustible. No tanto del barril de Brent; que, ya se sabe, solo afecta ipso facto cuando tiran del hilo para arriba. Es lo que tiene vivir en un mundo de guiñol: que la mano ejecutora controla los movimientos.

Julio y agosto son dos meses de gran consumo de combustibles, ya que el veranito tira del coche y se piensa poco en lo que se gasta. Como mucho, nos acordamos de la madre del saudí, sin reparar que los impuestos estatales son los que nos esquilman el bolsillo, aunque algunos tengamos la suerte de no tener que pagar el tramo de impuestos que cada comunidad puede gravar en su territorio (como ocurre en nuestro caso), por aquello de sustituir al denostado céntimo sanitario.

Así, en el panorama del repostaje, y con la operación salida a punto, gana por goleada el litro de gasolina 95 frente al gasoil, con sus 18 céntimos al alza, y claro está, no es cosa de aprovechar las rebajas y comprarse un motor diesel. Habrá que aguantar vela y tirar millas con lo que tenemos.

Si es cosa de ahorrar en el llenado del depósito, hay dudas sobre si conviene recorrer kilometraje por el territorio, ya que lo que no se va en lágrimas, se va en suspiros. Solo en el caso de que tomemos las rutas de Cantabria, La Rioja y Aragón podemos volver a repostar con el ahorro de algún euro. Y ya si se llega a Andorra, ni les cuento, pues son 25 céntimos por litro, aunque la palma se la lleva Venezuela (pero queda bastante a desmano).

Al que no le debe de sentar nada bien estos atracones de toxinas es a nuestro medioambiente. En nuestro afán por recorrer mundo, lo estamos agotando, igual que dice la canción del amor, que se acaba de tanto usarlo. Pero hay amores que matan y el menú diario que le servimos es la suma de aviones y coches circulando, fábricas produciendo full time y bombas psicodélicas ensayando allá en los mares. Una dieta altamente energética que, como a los gansos cebados para el paté de foie, le metemos como por un embudo. Pero en fin, dicen que solo se vive una vez y las siguientes generaciones, que se las ingenien.