Borja Valle
NIÑOS DEL SÁHARA

Río de Oro, río de esperanza, río de vida…

Como dice un conocido refrán «no es oro todo lo que reluce», aunque esta ocasión la imagen esconde una realidad mucho más rica que la del vil metal. En este «río de oro» cuyo manantial se sitúa en una tierra olvidada y abandonada a su fortuna desde hace cuatro décadas, resplandece todo menos el «noble» metal amarillo. Desafiando a las fronteras, los valores positivos unen al arenoso Sáhara con nuestra verde Euskal Herria. Esperanza, colaboración, superación… se le puede poner muchos nombres, siempre con buenas vibraciones, al trabajo que desde 2013 lleva realizado un reducido grupo de jóvenes del duranguesado. En aquella fecha crearon la organización de acogida sin ánimo de lucro “Río de Oro Durango”, enfocada a niños con discapacidad del Sáhara con edades comprendidas entre los 7 y 14 años.

Por tercer año consecutivo, han conseguido alejar de las duras condiciones de su tierra, durante los meses de verano, a niños saharauis que sufren diversas discapacidades, tales como ceguera, autismo o síndrome de Dow. Se les proporciona atención médica de primera calidad y una alimentación adecuada durante los dos meses estivales que dura su estancia. Sin embargo, como para cualquier otro río, la travesía del “Río de Oro Durango” no resulta sencilla, porque su cauce está repleto de cascadas, rápidos, curvas y de todo tipo de obstáculos inimaginables que tienen que ir evitando para poder llegar a su desembocadura final. A pesar de todo, estas dificultades son sorteadas día a día con el entusiasmo y la tenacidad de sus jóvenes inspiradores y gracias también a la ayuda de su cada vez mayor número de colaboradores tan dispares como el Ayuntamiento de Durango, el cantante Manu Chao o los futbolistas del Athletic-Club, entre otros.

Por el pequeño municipio de Izurtza, en las faldas del parque natural de Urkiola, han pasado ya una veintena de chavales saharauis. Gracias a Maider Caballero, Claudia Odriozola, Mikel del Arco y Aitor Lejarazu, impulsores iniciales del proyecto, y el resto de colaboradores provenientes de casi todas las comunidades, conocemos de primera mano sus historias.

Glana

Vio la luz por primera vez en Bucraa, tiene ahora 9 años y, como su amiga Fadira, también es primeriza en “Río de Oro”. Su síndrome de Down no borra de su rostro una sonrisa que seduce al instante. Es la «curapenas» oficial de sus amigos, siempre dispuesta a todo por ayudarles. Cada mañana, cuando levanta el sol, es la primera en dar el «egunon» a todos los que la rodean.

Batchir

Vino a este mundo hace 11 años con síndrome de Down y autismo. Es la primera vez que viene a Euskal Herria. A pesar de que le corre por las venas un buen «ritmo caribeño», empieza a ser conocido como un «salpicador» profesional en las piscinas que visita y quien se acerca a él corre el riesgo de volver a casa empapado de humanidad. Por el contrario, fuera de ella atesora una desconcertante pasión por el orden y la limpieza.

Mahmud

Mahmud (derecha), tiene 9 años y proviene de Mheiriz. Sin diagnosticar todavía, es como un James Dean rebelde, pero, en su caso, con causa. Disfruta a su vez de un espíritu y un alma de artista. Estamos ante un pequeño saharaui con bastante mala leche, pero con un enorme corazón. Poco a poco, con esfuerzo, eso sí, va cediendo la custodia de los juguetes a los demás compañeros.

Farida

Esta saharaui de 7 años (de rosa en la foto) es natural de Bucraa. A pesar de su ceguera, es prácticamente imposible engañarla, ¡menuda es ella! Puede que no vea, pero eso no le impide distinguir perfectamente a la primera la nocilla del paté o viceversa. Es desconfiada, pero con unas ganas locas de aprender de todos y de todo. Está comprobado por atletas profesionales que es una gran saltadora olímpica de todo tipo de obstáculos.

Mohamed Yahya

Mohamed (9 años) proviene del mismo campo de refugiados que Turad. Con síndrome de Down, superó el año pasado una tetralogía de Fallot (una cardiopatía congénita) después de que se le practicaran tres operaciones a corazón abierto en el Hospital de Cruces, donde su estancia se tuvo que alargar unos meses más por este motivo. Quizá le recuerden de entonces. Yahya significa «el que vive» y sospechamos que esto lo hace inmortal. Es, sin duda, el líder supremo de nuestro río. Como buen luchador con alma de gladiador, es temible con un palo o una vara en sus manos.

Juseff

Natural de Auserd, tiene 9 años y también es novato en esta travesía. Padece un trastorno en el habla y una discapacidad intelectual todavía sin diagnosticar. También lleva en su pesada mochila un cierto retraso en el crecimiento. Juseff es el gran recepcionista del grupo. Sus saludos a base de silbidos causan furor a unos cuantos kilómetros a la redonda. Siempre está feliz y, por naturaleza, es eternamente positivo.

Mohamed Turad

Hace 8 años que nació en Auserd y repite por segundo año consecutivo en esta singladura. Con ceguera en un ojo y epilepsia diagnosticada, es un entusiasta seguidor del Athletic-Club. A pesar de sus reticencias iniciales, por fin su corazón es rojiblanco. También se ha convertido en un experto en marcas de coches. No se casa con nadie y, sin embargo, se las sabe todas. Es un escalador de rocódromos a la altura de los hermanos Pou. También es amante de los animales, incluso de los insectos, para terror de sus compañeros.