TERESA MOLERES
SORBURUA

Musgos y turberas

Los esfagnos Sphagnum spp. son musgos vivos que forman las turberas en suelos ácidos, muy húmedos, poco permeables y con pocos nutrientes. Su forma de crecimiento es muy original: el eje principal tiene la particularidad de formar almohadillas que crecen indefinidamente con su vértice al exterior, mientras la parte interna muere. Esta parte muerta no se descompone debido a la humedad, al frío y a la acidez, y se acumula hasta dar origen a la turba.

La característica que hace tan interesante a la turba es su capacidad de retención de agua, que equivale de 15 a 30 veces su peso en seco (incluso una vez muertas). De esta manera, actúa como una esponja para regular la circulación de las aguas. Absorbe el líquido y se hincha cuando las precipitaciones son grandes; luego, en temporada seca, se drena y pierde volumen. Con esta función, controla el caudal de arroyos y ríos. La turba además fija el dióxido de carbono de la atmósfera y lo mantiene inmovilizado, contribuyendo a paliar el efecto invernadero.

En el interior de esta turba, formada durante miles de años, se encuentran intactos granos de polen que permiten hacerse una idea de cómo era la cubierta vegetal en épocas lejanas, de ahí su gran interés científico. Se puede reconstruir y estudiar la vegetación, y estimar el cambio climático.

La turba se extrae y comercializa para su utilización en jardinería y horticultura en el cultivo de plantas con grandes necesidades hídricas. Sin embargo, la extracción descontrolada durante 17 años hizo desaparecer la turbera de Saldropo en el puerto de Barazar. A la par, desaparecieron especies vegetales autóctonas. Afortunadamente, en laderas soleadas de los montes silíceos de Gorbea, Urkiola, Alzania, Adarra y otros se encuentran todavía turberas pequeñas vivas o las llamadas turberas incipientes.

En Gipuzkoa, queda la turbera Usabelartza de Andoain, que se vio alterada por la construcción de una pista forestal. En 2013, la Diputación corrigió este impacto con arcilla y material geotextil. En Navarra, 350.000 euros de los fondos europeos se destinan a la conservación de sus 8 turberas; entre ellas la de Belate, de 15.000 años de antigüedad.