IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

La soledad de la cima

Si hay alguien que conoce bien la soledad de la montaña, ese es sin duda Reinhold Messner. Nacido en 1944 en el pequeño pueblo de Bresanona, en el Tirol italiano, Messner se convirtió oficialmente en la primera persona del mundo en escalar los catorce ochomiles del planeta sin equipos de oxígeno y subiendo varios de ellos en solitario. Cuando en 1978 ascendió junto al austríaco Peter Habeler el monte Everest sin botellas de oxígeno, se convirtieron en los primeros alpinistas en realizar esta gesta. Pero Messner sintió que el verdadero reto, aquel en el que mediría sus fuerzas con las de la montaña, debía hacerlo en solitario. Dos años después, en 1980, Messner repitió el ascenso, esta vez en solitario, convirtiéndose así en el primer hombre en lograr esta hazaña del alpinismo.

En la actualidad, Reinhold Messner es un apasionado comunicador del alpinismo mundial que persigue transmitir los valores, sensaciones y enseñanzas que extrajo de esas catorce ascensiones extremas. Debido a ese afán divulgativo, se ha embarcado en lo que él mismo ha calificado como su personal «decimoquinto ochomil»: el proyecto de un museo en el que se quiere mostrar cómo se desarrolla la naturaleza humana cuando estamos totalmente expuestos y obligados a movernos en el borde de nuestros límites. La renuncia al oxígeno artificial, a la tecnología o la comunicación, obligada por la soledad, es un código estricto de principios que le ha llevado a definir y defender un nuevo conjunto de valores que establecen una relación singular con la montaña. Por todo esto, el Museo de la Montaña Messner, que cuenta con seis sedes en diferentes montañas y emplazamientos del Tirol, se ha convertido en un punto de referencia clave para los amantes de la montaña.

El pasado 24 de julio abrió sus puertas la última de sus sedes, la Mountain Messner Museum Corones. Sin duda, lo primero que llama la atención de este edificio es lo singular de su ubicación. El proyecto, elaborado y dirigido por Zaha Hadid, se encuentra en la cima del Plan de Corones, un pico de los Alpes italianos de más de 2.000 metros de altitud. Gran parte del éxito del proyecto se debe a la colaboración de Reinhold Messner con la estación de esquí del Kronplatz, que integra el museo en sus servicios y que, además de facilitar el acceso de los visitantes, ha resultado fundamental para poder obtener los permisos de construcción en tan singular paraje.

El MMM Corones refleja bien las ya conocidas formas curvas y estructuras alargadas de la arquitectura de Zaha Hadid. Unas geometrías que tienen su mejor aliado en la fluidez del hormigón armado, el material predominante en el museo. Pero la geometría compleja del interior, similar a la de una gruta, convierte el uso del hormigón en un reto mayúsculo.

La complejidad del proyecto, a la que hay que añadir las dificultades logísticas debidas a lo extremo de su ubicación, hicieron del proceso de construcción un reto casi comparable al de conquistar la cima de una montaña. Muchas piezas prefabricadas tuvieron que ser transportadas por un camión especial hasta el pie de la obra, a 2.275 metros de altitud y donde a menudo los trabajos debían cancelarse dadas las malas condiciones meteorológicas de la montaña. Así, la construcción de la sexta y última sede del Museo Messner se prolongó casi dos años.

Una rampa une los espacios de exposición y crea unos pasos fluidos de circulación a través de los tres niveles del edificio, dedicados a exposiciones temporales, áreas de servicio y un pequeño auditorio. Estos usos menores permiten al museo centrarse en su objetivo real: ser el escaparate de una exposición permanente que describe la filosofía de Messner a través de objetos, imágenes e instrumentos del archivo del propio montañero. La terraza es tal vez el espacio más espectacular del edificio, ya que ofrece vistas de 240 grados a través de los paisajes de montaña que incluyen los Zillertal Alps, los Dolomitas y el glaciar de la Marmolada. Las aberturas transparentes de las salas y los balcones desde los que mirar están expresamente orientados para asegurarse que los interiores del museo queden iluminados en su práctica totalidad con luz natural, mientras se mantiene esa trayectoria laberíntica de cueva, de diseño en el interior de la montaña, que el edificio quiere representar.

Si el clima lo permite, se puede llegar al museo mediante el teleférico o a pie como parte de una excursión por la montaña. El montañismo y las grandes cumbres son los temas centrales del museo, tal y como reflejan una colección única de fotografías y la narración de las gestas de Reinhold Messner durante su vida como explorador. Pero, sin lugar a dudas, el museo también persigue construir una experiencia personal para el visitante, enfrentándolo al paisaje y a la naturaleza de manera individual, en soledad, para recuperar aquella idea romántica de comunicación con la montaña.