TERESA MOLERES
SORBURUA

¿Sabías que…?

E ntre los ajos, el ajo de Sicilia es una planta decorativa muy apreciada. Sin embargo, a los antiguos romanos les enloquecía su sabor y todavía hoy tiene aficionados en la cocina a pesar de ser un condimento muy picante y ardiente.

El laurel con el que que aparecen coronados en las películas los vencedores militares no era el laurel que conocemos para añadir a los guisos, sino las hojas del ruscus, perfectas para hacer coronas y guirnaldas utilizadas solo para adornar bustos, y también para recompensar a los laureados en los concursos de poesía.

Las decocciones de las colas de caballo son apreciadas como fungicidas. Además, debido a la cantidad de sílice que contienen, son útiles como lijadoras y todavía se emplean en los trabajos delicados de marquetería.

El consumo de extracto de ortiga, que estimula el crecimiento de las plantas y también se utilizó como verdura salvaje, vuelve otra vez. Además es una buena ayuda para los arqueólogos en los terrenos calcáreos, porque esta roca contiene salitre, que es un nutriente esencial para las ortigas. Por lo que en una vista aérea, si aparecen hileras rectilíneas de ortigas, es señal de que debajo hay construcciones antiguas. Además, sus raíces largas y fibrosas proporcionaron durante siglos un hilo dorado muy fresco que servía para tejer los vestidos de verano.

La phytolacca americana es una planta invasiva con colores otoñales interesantes, pero de olor desagradable. Produce racimos de bayas púrpura que tiñen de color vinoso todo lo que tocan, cualidad que aprovecharon algunos viticultores para reforzar el color del vino. De estas bayas se extrae una toxina para controlar los mejillones cebra.

La rubia tintorera es una mala hierba, pero en otros tiempos, de sus raíces se sacaba un colorante rojo amapola. Con este colorante se teñían mantas, gorros y pantalones de soldados, un buen blanco para los enemigos hasta que, por razones obvias, se cambió a colores de camuflaje. Hasta la utilización de pigmentos químicos, los colores rojos, alizarine, rosa madder y garance de las acuarelas se han extraído de esta planta.

Los rizomas del iris de Florencia se utilizan en perfumería y son uno de sus productos más caros. En las casas campesinas italianas se colgaban de un cordel y se hervían junto con las sabanas para perfumarlas.