BERTA GARCIA
CONSUMO

Privacidad

S in enterarnos, hemos pasado de la era analógica a la era digital, mayormente impulsada por la continua innovación en el ámbito de las telecomunicaciones y promovida fervientemente por el omnipresente mercado, que siempre va tres pasos por delante.

Los escaparates modernos ya no se exhiben en las calles, sino en las pantallas táctiles de ordenadores y teléfonos inteligentes. Ya no somos ciudadanos conviviendo en la polis, sino consumidores digitales transitando por un mundo virtual.

Internet ha venido a instalarse cómodamente en nuestra vida, como años atrás lo hiciera la televisión, a la que, lejos de recelar sobre cómo iba a cambiar nuestras relaciones, le otorgamos el centro neurálgico del hogar sin resistencia. Esta aceptación multitudinaria de lo virtual ha sido la vitamina que necesitaba la economía para convertirse ella también en digital. Y si hay una clave en su éxito, por encima de otras consideraciones, esta radica en el manejo de los datos personales.

Pero al mismo tiempo que la gente disfruta de los supuestos beneficios de la red, esta también entraña nuevos problemas y no solo en el ámbito de las transacciones económicas, sino en el de la privacidad de nuestras vidas. Y es que genera una inquietud creciente sobre cómo se están utilizando los datos personales.

La última investigación de la Comisión Europea relacionada con los consumidores ha revelado que:

• Un 67% está preocupado por no tener un control completo sobre la información que proporciona en línea. 

• El 71% considera que el suministro de información personal es una parte cada vez más exigida y aceptan el hecho de que no hay alternativa si se quieren obtener productos y servicios.

Esta investigación encuentra su corolario idóneo en la efectuada por la Organización Internacional de Consumidores:

• El 76% considera que la implementación de la protección del consumidor no es eficaz en la economía digital (peor que en otros sectores). 

• El 80% juzga la legislación y la regulación relacionada con la reparación como ineficaz en una economía digital.