BERTA GARCIA
CONSUMO

Devolución

E l informe emitido por la Comisión Europea (CE) sobre «la retroactividad de la devolución de las cantidades cobradas de más por los bancos en aplicación de las cláusulas suelo» supone un balón de oxígeno para los afectados. Aunque solo en principio, ya que falta conocer la decisión en firme, que vendrá del Tribunal de Justicia de la UE, lo que no desmerece el reconocimiento rotundo institucional de las reclamaciones legítimas de los ciudadanos.

Tras casi cinco años de marear la perdiz por parte de la banca, del Gobierno español y del Tribunal Supremo, la devolución de cantidades cobradas de forma engañosa podría parecerse al “gordo” de la lotería. Y resulta meritorio que la CE señale que «ningún tribunal nacional puede imponer la reducción de los derechos del consumidor fijando una devolución parcial». Todo un tirón de orejas al Tribunal Supremo español, porque en su única intervención para este caso multitudinario, se limitaba a considerar nulas las claúsulas suelo y sin retroactividad total, ya que la fijaba como efectiva solamente desde el 9 de mayo de 2013, fecha de publicación de la sentencia.

De todas formas, la banca ha sido astuta con miles de afectados, porque, con argumentos rebuscados, consiguió que estos optaran por aceptar otras condiciones y olvidarse de cualquier acción legal posterior. Es lo que pasa en la desigualdad de relaciones y el consumidor no es ajeno a estas patrañas del que se sabe a salvo bajo el manto judicial o gubernamental. De hecho, el propio Ejecutivo defiende que «es necesario limitar los efectos económicos de la nulidad por una cuestión de seguridad jurídica para las empresas». Una forma de gobernar para unos pocos excluyendo a los más.

Desde esta pequeña ventana de Consumo, hemos insistido periódicamente en ofrecer información al respecto, porque, siendo la memoria frágil, los medios de comunicación tienen una responsabilidad social innegable. Como igualmente la tienen las autoridades más cercanas, las forales y autonómicas, que en todo este tiempo no han hablado. El jugar a dos bandas no es bueno ni en el amor ni en la política.