IÑIGO GARCÍA ODIAGA
ARQUITECTURA

Fluidez absoluta

La fluidez como máximo exponente de la comunicación se ha convertido en paradigma de la modernidad. Al minuto o instantáneo son adjetivos que las marcas comerciales desean vincular a su actividad. Así, tanto los canales de información como los espacios por los que circulan cientos de miles de pasajeros al día deben honrar a ese nuevo dios de la modernidad que es lo inmediato dotándose de la mayor fluidez posible.

La sala de tránsitos y transferencias es la pieza central de la estación de Arnhem (Países Bajos), un inmenso centro de transportes públicos en el que confluyen múltiples líneas y sistemas de transporte.

A través de varios niveles se vinculan el tren de alta velocidad, las líneas ferroviarias de cercanías, varios tranvías, la estación de autobuses y las conexiones provenientes del aeropuerto. Y debido a esa densidad, Arnhem se convierte en un nodo, en un punto de la red donde nacen las oportunidades y los problemas a partes iguales.

Por un lado, las instalaciones del nuevo complejo son una gran área de espera para los trenes, trolebuses y autobuses, complementada con espacios comerciales, cafeterías y restaurantes, así como con un centro de conferencias. Por otro, sirve como centro de enlace entre estos modos de transporte y el centro de la ciudad, por lo que se ha habilitado un gran parking disuasorio y un gran número de metros cuadrados destinados a la ubicación de oficinas. En ese sentido, la estación se conforma como un espacio, casi como una pequeña ciudad llena de una frenética actividad, pero que por la noche, con la caída del transporte y el cese de la actividad laboral, quedará prácticamente desierta hasta la siguiente jornada.

Han hecho falta veinte años de desarrollo urbanístico para que la nueva terminal de transferencia de la estación central de Arnhem se haya inaugurado oficialmente en los Países Bajos, lo que da idea de la envergadura del proyecto, pero también de la necesidad de adaptarlo a los cambios surgidos a lo largo de esas dos décadas. El ambicioso proyecto ha acusado cambios de todo tipo por el camino, por lo que la firma UNStudio se ocupó, tras la redacción del masterplan, únicamente del desarrollo de la estación central. El plan maestro comenzó en el año 1996, después de que se decidiese establecer en Arnhem un nodo de transporte importante para el país que además funcionase como un catalizador para la renovación urbana y el crecimiento económico.

La estación hace honor al movimiento constante de los pasajeros que la transitan en todas direcciones y tanto su forma exterior como su estructura interna se definen por la fluidez y los trazos curvilíneos de su envolvente. El espacio interior de la terminal cuenta con 21.750 metros cuadrados bajo un gran techo curvo, que se concibió dejando tramos libres de columnas de hasta 60 metros. Así se logró convertir el hall central en un gran teatro visual, donde la transición entre el interior y el exterior es perfecta, destacando la fusión del paisaje urbano con la propia sala de transferencia. Los arquitectos trabajaron junto a los ingenieros de estructuras de la famosa firma Arup para producir el espacio dinámico sin necesidad de soportes verticales, es decir sin columnas o pilares.

El suelo, las paredes y la cubierta se construyen con un mismo elemento, un pliegue, que funde un elemento con otro de forma que la vista pasa de un plano a otro sin impedimento. Así, lo que Eero Saarinen intentó construir en la mítica terminal de la TWA en el aeropuerto JFK de Nueva York a mediados de los años 50 usando hormigón armado, UNstudio lo ha resuelto con grandes estructuras metálicas. Esas grandes piezas de acero parecen replicar los módulos que construyen los grandes navíos porta contenedores que transitan por los puertos holandeses. De hecho, para su construcción se recurrió a los astilleros que los fabrican en las costas de los Países Bajos.

El edificio parece querer asumir la idea de que si toneladas de agua circulasen por su interior, se deslizarían igual que lo hacen por el casco de un barco, orientándose a su lugar, como deben hacer los pasajeros que transitan apurados por ese hall central para no perder el enlace de su próximo viaje. Al fin y al cabo, si hablamos de fluidez, qué puede haber más fluido que el líquido elemento.