TERESA MOLERES
SORBURUA

Flores sufragistas

H e visto la película “Sugrafistas” y me ha asombrado ver la cantidad de flores, artificiales en su mayoría, que utilizaban las burguesas inglesas en sus sombreros; las obreras, por supuesto, no llevaban flores. Los colores de las flores que las sufragistas escogieron para sus sombreros tienen su explicación. Su lema era «Give Woman Votes» (Dad el voto a las mujeres) y de ahí sacaron los colores verde, «Green», como la esperanza en la victoria; blanco, «White», como la pureza de la lucha feminista, y «Violeta», como libertad y dignidad. Llevaban flores en los sombreros, cinturones y bandas de estos tres colores como medio para reconocerse entre ellas. Flores como lilas, violetas, centauras, nigelas, lirios... Como libertad, se aflojaron los moños y los corsés. Los almacenes Selfridges, que les apoyaban, sacaron beneficio vendiendo broches con piedras de los tres colores.

El muy popular color rojo de la Internacional no fue aceptado por las sufragistas, porque consideraron que las organizaciones socialistas, que tenían ese tono como su color, no les ayudaban en sus reivindicaciones. Así que finalmente el color de las luchas de las mujeres se ha quedado en el lila. En los años 60, las feministas retomaron este color. Unas veces es el gameto femenino lila o simplemente un círculo de este color.

En la película vemos el cortejo fúnebre de Emily Davison que organizaron sus compañeras de lucha. Unos funerales hechos a la medida de una heroína y que ni los diputados ni el Gobierno inglés, conmocionados, se atrevieron a impedir. Miles de personas se amontonaron en las calles londinenses al paso del cortejo. En “Sufragistas”, hay algunas “licencias poéticas” respecto a aquel histórico cortejo. Detrás del féretro, colocado sobre un carro ceremonial del que tiraban cuatro caballos, iban sufragistas vestidas de negro con irises color púrpura en la mano, seguidas por otras vestidas de blanco con bandas negras cruzándoles el pecho y llevando coronas o guirnaldas de laurel en la mano.

En 1928, quince años después de la muerte de Emily Davison, las británicas consiguieron el voto. En ese tiempo tuvo lugar la sangrienta Primera Guerra Mundial, durante la cual, las mujeres se hicieron cargo de las fábricas y de los servicios civiles y sociales. Y en sus jardines, en lugar de flores emblemáticas, plantaron patatas y ruibarbos para hacer tartas a sus hijos.