xandra romero
SALUD

Alimentación complementaria, ¿qué nos encontramos?

La OMS recomienda empezar a introducir alimentos semisólidos alrededor de los 4 y 6 meses de edad siguiendo a su vez con lactancia materna o con fórmulas. Esto se conoce como alimentación complementaria o método Beikost. Según esta misma organización, la alimentación complementaria debe ser suficiente, lo cual significa que los alimentos deben tener una variedad adecuada, y administrarse en cantidades apropiadas y con una frecuencia adecuada, que permita cubrir las necesidades nutricionales del niño en el crecimiento, sin abandonar la lactancia materna.


Al parecer, a algunas marcas, se les ha pasado eso de «que permita cubrir las necesidades nutricionales del niño en crecimiento» de forma adecuada añadiría yo. Para ello, la industria alimentaria hace la trece-catorce para evitar incumplir el Código PAOS (Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos Dirigida a Menores). Un código, mediante el que la propia industria, debe autocontrolar la composición nutricional de los alimentos infantiles, los anuncios de alimentos que los niños ven en la tele, los dibujos de los paquetes o los regalos que llevan.


Ejemplo de ello y de lo que no son beikost adecuados son “Mi primera galleta” de la marca Hero Baby y de la marca Almirón. No entiendo a quien le parece oportuno dar una galleta a un lactante de 4 meses (según especifica su etiqueta).


Puede que alguien se pregunte por qué no es recomendable dar a un bebé o a un niño o incluso, a un adulto, una galleta. ¿La razón? Pues por que la encuesta Enkid, que representa a la población infantil del Estado español, mostró que las galletas están entre los alimentos que más calorías, grasas totales, grasas saturadas y azúcares aportan a los niños. De hecho, el Ministerio de Sanidad, en la encuesta ENIDE (Encuesta Nutricional de Ingesta Dietética Española), incluyó las galletas dentro de la categoría “bollería” debido a que su composición nutricional, la de las galletas, en concreto las más normalitas, las María (el desayuno típico en un hospital), es muy similar a la de la mayoría de bollería industrial según la Tabla de composición de los alimentos del CESNID.


En ella se refleja que la galleta María contiene un 19% de grasa total por el 17 % del croissant. El porcentaje de grasa saturada en ambos productos es idéntico, de un 10%, mientras el de azúcar asciende al 27% en el caso de la galleta por el 7,5% del bollo.


La conclusión es clara; el porcentaje de grasa total y grasa saturada es comparable al presente en el croissant, y su carga de azúcar es claramente superior a la del mismo.


Siguiendo con el beikost de galleta encontramos también que tiene como segundo ingrediente mayoritario el azúcar. Esto significa que después de los cereales, lo que más llevan las galletas en cantidad es azúcar algo que desde luego un lactante de 4 meses no debería incluir en su alimentación, tal y como especifica la OMS y la  ESPGHAN, The European Society for Paediatric Gastroenterology Hepatology and Nutrition, que recomienda que las primeras harinas que pueden complementar la lactancia deben ser predigeridas y sin azúcar.


Para más inri el cuarto ingrediente es aceite de palma, una grasa barata y poco saludable por ser una grasa saturada y que característicamente se encuentra en la bollería industrial.
Entonces, ¿le darías a tu hijo de 4-6 meses un croissant?

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