Almudena Montero
Un edificio ÚNico

El frontón Beti-Jai resiste en Madrid

El frontón Beti-Jai, una joya arquitectónica de estilo mudéjar construida en 1894 en pleno centro de Madrid, se ha mantenido en un estado de lamentable abandono. Pero, gracias a la plataforma ciudadana «Salvemos el Beti-Jai», el edificio ha mantenido su visibilidad y parece que el nuevo equipo del Ayuntamiento de la ciudad ha decidido darle una segunda oportunidad.

La historia del frontón Beti-Jai comienza cuando el empresario de Eskoriatza José Arana, en 1891, solicita al arquitecto Joaquín de Rucoba la construcción de un frontón a imagen y semejanza del Beti-Jai de Donostia, aunque el nuevo debe ser mejorado y de mayor tamaño. En 1893 comienzan las obras, en las que se utilizan las técnicas y materiales más modernos del momento. Se trabaja en una estructura de columnas y vigas de hierro fundido que aceleran la construcción de la ligera estructura de las gradas, y se construyen dichas gradas con distinta inclinación, gracias a la novedosa introducción de vigas curvadas, para que la cancha sea perfectamente visible desde cualquier ángulo. Así, el 29 de mayo de 1894 se inaugura por todo lo alto el frontón Beti-Jai, con tres grandes partidos de pelota vasca durante tres días consecutivos.

Dos días después, el 31 de mayo de 1894, en el número 34 de la revista “El Pelotari”, Pepe Satarra se refiere a la inauguración: «La empresa de frontones que tiene a su frente al popularísimo Arana está hoy de enhorabuena. Después de tantos afanes, de tantos contratiempos, de tantas negociaciones, de tantos miles de duros gastados –pasan de los 100.000– se ha inaugurado por fin, y con felicísimo éxito –lo cual no podía ser menos– el nuevo, confortable y elegantísimo frontón de Beti-Jai, cuarto de los construidos en Madrid en poco más de tres años. (…) El Beti-Jai de Madrid –hermano carnal del de San Sebastián, con quien tiene grandísimo parecido– se halla situado en las inmediaciones de la Castellana, el barrio más aristocrático de Madrid –como dicen los carteles–». La crónica también menciona las características técnicas de la construcción: «La parte exterior del edificio es de aspecto sencillo y lleva siete balcones con balaustrada de mármol oscuro. Cuatro grandes puertas de cristales dan entrada al vestíbulo principal, que es amplio, y está pintado con colores claros. Para mayor comodidad del público, el despacho de billetes se halla instalado en el expresado vestíbulo, a fin de que el día que haya mucha concurrencia no sufra esta los rigores del sol. Las demás fachadas exteriores son de estilo mudéjar, con numerosas ventanas, y todo el edificio es airoso, artístico y elegante. La cancha y contra-cancha son mayores que las de los demás frontones, lo cual garantiza la seguridad del espectador».

En los primeros años del siglo XX existía en Madrid una enorme afición por la pelota vasca. La reina María Cristina, que había comenzado a veranear en Donostia y era una gran aficionada, le había transmitido esta afición a gran parte de la aristocracia, con lo que se llegaron a construir en el centro de la ciudad hasta trece frontones, algunos de los cuales albergaban hasta a 5.000 espectadores. Todos eran verdaderas joyas arquitectónicas, como el ya desaparecido Frontón Recoletos, demolido en los años 70, que aún se estudian en las escuelas de arquitectura, como cuenta Ignacio Ramos en su libro “Frontones madrileños”. Incluso el Real Madrid y el Atlético de Madrid contaban con una sección de pelota vasca en sus clubes en los años 20 y 30.

En 1919 dejaron de celebrarse en el Beti-Jai partidos de pelota vasca y el frontón se convirtió en una fábrica de coches. Tras la guerra del 36, será comisaría, cárcel, corrala y después nuevamente taller de coches. Es entonces cuando comienza una senda de cambio de dueños, y en los años 90 se abandona totalmente.

«La lucha por el Beti-Jai ya había comenzado en los años 70 y 80, cuando arquitectos, aficionados al juego de pelota y ex pelotaris trabajaban para conseguir su recuperación», comenta Igor González Martín. El 28 de abril del año 2008, este vecino del barrio de Chamberí consiguió acceder, por su cuenta, al interior del frontón, que permanece oculto y cerrado, y colgó en Internet fotos y vídeos que mostraban el terrible estado del frontón. Las imágenes son devastadoras. Inmediatamente después puso en marcha un blog desde el que se solicitó su restauración, y así nació la plataforma ciudadana “Salvemos el Beti-Jai”, «fruto de la necesidad, porque había mucha gente dispersa queriendo salvar el frontón y teníamos que organizarnos», añade González.

La asociación se organiza en torno a tres líneas de actuación: patrimonio, deporte de pelota y lucha ciudadana. Se reúnen en casa del ex pelotari Fernando Larumbe los arquitectos que dan soporte técnico a la plataforma, Vicente Patón, Alberto Telleria y Antonio Lopera, entre otros, involucrados desde hace décadas en el tema desde el Colegio de Arquitectos de Madrid; así como, Teresa Biehn, que forma parte de la Comisión de Patrimonio de la Unesco en Madrid, y aporta los contactos con la Unesco y la Dirección General de Patrimonio. La asociación también se nutre de vecinos y vecinas del barrio de Chamberí y de Madrid, arquitectos, ex pelotaris, aficionados al deporte de pelota, amantes de la cultura y el patrimonio, intelectuales y demás ciudadanos.

El edificio está situado en una de las zonas más caras de la ciudad, lo que le convierte un verdadero caramelo para la especulación inmobiliaria. Sobre él, por ejemplo, ha planeado la sombra de la trama de corrupción de Marbella y se ha intentado construir un hotel diseñado por Moneo. El objetivo que ha perseguido la plataforma desde su creación es que el Beti-Jai se recupere como frontón, que se rehabilite integralmente, y que sea un espacio abierto a todas las vecinas y vecinos de la ciudad, donde además de poder jugar a la pelota y celebrar festivales de pelota vasca, pueda utilizarse, como ya se hacía en sus orígenes, para otras actividades deportivas, escénicas, o para exposiciones, ferias…

Para ello, realiza una serie de acciones divulgativas y reivindicativas, se reúne con todas las instituciones públicas responsables del Beti-Jai, logra recabar miles de firmas de apoyo, y el edificio es reconocido como Monumento del Patrimonio Histórico y catalogado como Bien de Interés Cultural en el año 2011. «Esta es la actuación más brillante que hemos conseguido desde la plataforma», afirma uno de los arquitectos del colectivo, Antonio Lopera. «Después de esto, se consigue desbloquear la maniobra de especulación que había en torno al edificio».

Una construcción singular. Los arquitectos que dan soporte técnico a la plataforma ciudadana destacan el interés por la forma en que está construido el edificio, al ser una construcción prefabricada; es decir, que está realizada en taller, con una tecnología muy ligera de piezas que van unidas con roblones. No tiene apenas albañilería, salvo el muro de ladrillo que lo envuelve, y la construcción principal, que es la grada, es desmontable, lo que la hace realmente interesante, pues se trata de un antecedente a toda la construcción industrial que se realizará desde entonces y a lo largo de todo el siglo XX.

Además, su forma tiene un componente funcional por la capacidad que tiene para que el público pueda ver perfectamente la cancha desde cualquier sitio, y, al mismo tiempo, tiene un componente simbólico, puesto que el edificio tiene la forma de la cesta punta. «Es un edificio muy ingenioso, muy de esa época, este tipo de edificios ya no existen más que en los libros, pero aquí lo tenemos a escala 1.1. En cualquier otro país sería un lugar de peregrinación, tanto para deportistas como para arquitectos y amantes de la arquitectura», afirma Lopera.   

Las obras de rehabilitación comenzaron en diciembre de 2015, para consolidar la estructura y preservar su cubierta, que se halla en un estado realmente preocupante. El Beti-Jai, el frontón industrial más antiguo que queda en pie en estos momentos, con capacidad para 4.000 espectadores, es además la única instalación deportiva del siglo XIX que permanece en su estado original en Madrid. En él se conservan hasta los primitivos urinarios del siglo XIX. Según explican desde el Ayuntamiento de la ciudad, las obras de rehabilitación servirán para consolidar la estructura del edificio y proteger su cubierta. Se trata de unas medidas que el Consistorio considera «de carácter urgente» debido a su pésimo estado de conservación.

El primer paso para recuperar el Beti-Jai lo dio el anterior Gobierno municipal, con la ex alcaldesa Ana Botella, cuando en abril del año pasado el Consistorio compró el frontón por siete millones de euros, previa expropiación a la empresa Guipuzcoana Tarcosul Gestión S.L. Ahora, con Manuela Carmena, el Ayuntamiento empieza a darle forma al nuevo proyecto para el edificio, que culminará con una rehabilitación integral que será convocada por concurso público. En los presupuestos de 2016 se destina otra partida de 800.000 euros, como recoge un documento de diligencias informativas de la Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo.

«No he tenido oportunidad de ver las obras, solo sé lo que nos comentaron desde el Ayuntamiento a través de un escrito en el que, desde el punto de vista técnico, todo parece correcto. Pero ahora la gran pregunta es qué uso se le va a dar. Y esto es lo que no sabemos. Nosotros insistimos en que su uso debe ser el original, el juego de pelota, y cuando no lo haya, otros usos deportivos y culturales. Ahora, en mi opinión, una vez que esto esté consolidado, hay que hacer dos cosas: primero un concurso libre y abierto e internacional de propuestas de uso, dándole toda la versatilidad posible; y segundo, llevar a cabo un plan de gestión para ver cómo se va a dar rentabilidad a ese patrimonio. Se trata de un problema social, de cultura e imaginación política. El Beti-Jai es un emblema, un edificio que no tiene otro igual. Solo se pueden ver los análogos en grabados y fotografías porque han sido destruidos», concluye Antonio Lopera.

Los pelotaris opinan. Fernando Larumbe Bidegain, ex pelotari que lleva luchando por la recuperación del Beti-Jai desde los años 80 y miembro fundador de la plataforma, considera que, desde el punto de vista del deportista, el Beti-Jai suscita alguna nostalgia, pero sobre todo una gran ilusión. «Su recuperación tiene una narrativa histórica muy rica, y muchas lecturas, según el punto de vista que se adopte. Desde la mirada ciudadana ha encarnado la lucha por la recuperación de un edificio singular, de gran valor arquitectónico, de un patrimonio arquitectónico que ha estado a punto de perderse por obra y gracia de la especulación inmobiliaria», afirma. Con la declaración de Bien de Interés Cultural y la expropiación del edificio por parte del Ayuntamiento, esta lucha, mantenida durante años, ha logrado su propósito. También desde el plano cultural y patrimonial se ha salvado, en su opinión, un espacio escénico incomparable, no solo por su calidad y belleza, sino por las múltiples prestaciones que como local de espectáculos culturales y eventos sociales de todo tipo va a propiciar en la ciudad de Madrid. «Es un espacio escénico multifuncional que no existe, con sus características, en toda Europa. Además, desde el punto de vista deportivo en el Beti-Jai se pueden desarrollar todos los deportes de sala que tienen presencia en los Juegos Olímpicos. Respetando la cancha, con pavimentos móviles y estructuras retráctiles, la polivalencia funcional deportiva del recinto es prácticamente ilimitada». Lopera subraya, asimismo, lo que supone «desde el punto de vista del ciudadano de a pié, del habitante del barrio de Chamberí, la recuperación de un espacio abierto, de una plaza de uso público, donde se puedan celebrar asambleas, mercadillos, reuniones, juegos populares…». Es decir, recuperar el sentido primigenio que la plaza ha representado en la vida de los pueblos de nuestra geografía. Así fue y así puede volver a ser.

No obstante, tienen un «pero» y un miedo: «La recuperación y rehabilitación integral del Beti-Jai nunca podrá ser tal si no se salvaguarda como primera instancia, función y finalidad su naturaleza original: el frontón para el juego de pelota». Por ello, pese al logro que suponen la recuperación del edificio y su polivalencia funcional, en su opinión, «si se sacrifica ‘el alma’ del edificio, será una acción fallida». Como corolario de todo ello, pretenden, en última instancia, que, si se recupera el Beti-Jai como frontón, «abrir la vía de elevar una petición a Unesco para el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad del edificio, como bien tangible y del Juego de Pelota como bien intangible». Por el momento, todas las instancias culturales, deportivas y urbanísticas involucradas han mostrado con claridad y rotundidad su deseo de respetar integralmente el Frontón Beti-Jai.

De momento, este frontón ya es protagonista de un documental. “Beti-Jai: la Capilla Sixtina de la Pelota” es un trabajo de Richard Zubelzu que se ha podido ver recientemente dentro del ciclo “Cine en la cancha”, que se prolongará hasta el 30 de este mes en la sede donostiarra de la Filmoteca Vasca. Tras su estreno en 2015 y su paso por distintos festivales internacionales, la historia del Beti-Jai ha llegado también ahora a las plataformas online.