Nuria López Torres
COSTUMBRES Y LEYENDAS bereberes

Las bodas colectivas de los ait hadiddou

En las imponentes montañas del Alto Atlas, rodeados de fértiles valles, magníficas gargantas y picos agrestes y áridos, viven los Ait Hadiddou, una de las tribus ancestrales del Alto Atlas marroquí. Con estos bereberes hacemos un apasionante viaje al Marruecos más profundo, ancestral y auténtico.

La bulliciosa ciudad de Marrakech es el punto de partida perfecto para adentrarse en el corazón del Alto Atlas Central. Tras 370 kilómetros de viaje y más de seis horas de ruta por carreteras de todo tipo y caminos serpenteantes y angostos, se llega al pueblo de Imilchil. Hay prisa por vislumbrar las míticas montañas del Atlas y empaparse de su cultura amazigh; sin embargo, es necesario tomarse un tiempo para disfrutar del camino. Conforme se asciende, las poblaciones se van diseminando con mayor frecuencia, pero encontramos algunos pequeños asentamientos o aldeas a pie de carretera muy interesantes para iniciar nuestro primer contacto con el pueblo bereber. Es el momento de tomar un té a la menta en algún pequeño chiringuito, conversar con la señora que elabora pan en su horno tradicional, comprar unas manzanas para refrescar la garganta del seco polvo de la carretera o detenernos a comer un rico tajín de cordero.

Ubicado en el valle de Assif Melloul (Río Blanco en lengua tamazight) y a 2.119 metros de altitud está Imilchil, un pueblo de unos 6.000 habitantes rodeado por las elevadas y desoladas mesetas de 3.000 metros, que se cubren de nieve en invierno y se abrasan por el sol en los tórridos días de verano. Este tranquilo enclave, que durante todo el año solo ve alterada su vida por las inclemencias meteorológicas, se llena de una bulliciosa actividad en la segunda quincena de este mes gracias al Moussem o la Fiesta de las Novias. Aunque no tiene una fecha fija, suele recaer entre el segundo o tercer fin de semana de setiembre.

El Moussem de las Novias. Durante tres días, en un enclave conocido como Halt Hammar –ubicado en un gran valle a 30 kilómetros de Imilchil–, anualmente se dan cita miles de bereberes llegados de diferentes puntos del Alto Atlas Central. Es la gran fiesta amazigh del año. El Assif Melloul riega los fértiles valles de esta zona, convirtiéndolos en la región de cultivo de cerezas más importante del Alto Atlas. Tras la recogida de la cosecha, es el momento ideal para agradecer las bondades de la tierra y celebrar la vida, antes de que las primeras nieves otoñales dejen aisladas a la gran mayoría de aldeas, haciendo intransitables los caminos y carreteras. Halt Hammar se convierte entonces en un gran zoco donde tienen lugar todo tipo de transacciones comerciales e intercambios de bienes. La venta y compra de animales es una de las mayores y frenéticas actividades de esos días: burros, caballos, ovejas, cabras y vacas cambian de dueño con la rapidez del rayo.

Dice la leyenda que el Moussem se celebra en Halt Hammar porque los miembros de la tribu Ait Hadiddou llegaron buscando su suerte o baraka a esta zona. Acamparon la primera noche y a la mañana siguiente todos sus animales habían engordado de forma milagrosa. Allí se construyó entonces el morabiro –una especie de ermita– de Sidi Admed Oulmghami, convirtiéndose en un centro de peregrinaje durante unos días al año. Uno de los tratos más importantes que se realizan en esos días son los acuerdos matrimoniales. Algunas familias se instalan con sus jaimas en la amplia explanada, en busca de marido para sus hijas. Incluso llegan hombres en busca de esposa desde todas partes de Marruecos. Para diferenciar a las mujeres casaderas de las casadas no hay más que fijarse en los diferentes tocados que usan: las casaderas, llamadas tirbatine, usan uno en forma plana; las casadas, llamadas timdoval, llevan uno en forma cónica.

El lugar se convierte en un gran mercado de novias, donde jóvenes y menos jóvenes se pasean a lo largo y ancho del zoco para ver y ser vistas. El primer día se celebra una boda colectiva con algunas de las parejas que se pactaron el año anterior. Debajo de una gran jaima se reúnen hasta treinta parejas con sus mejores galas, ellos de blanco y ellas con sus coloridos trajes y sus manos engalanadas con maravillosos dibujos de henna. Después del acto oficial las parejas se dirigen al morabiro Sidi Admed Oulmghami para hacerle unas ofrendas y que este les proporcione felicidad en el matrimonio.

Muchas mujeres divorciadas y viudas hacen grandes ofrendas al santo para que durante esos tres días puedan encontrar un nuevo marido. A continuación, un grupo de música tradicional canta canciones antiguas de contenido «picante» para animar a los novios en su nueva vida marital. Las mujeres mayores animan la celebración con sus típicos gritos a estilo bereber, a los que los asistentes responden con cánticos.

Durante esos días tiene lugar también el Festival de Musique des Cimes, todo un espectáculo para los sentidos. Durante tres días el viajero, ávido de nuevas emociones y experiencias, encuentra aquí los mejores ingredientes que conforman un gran viaje. Este gran zoco al aire libre en el que se convierte el Moussem de Imilchil suministra todo tipo de productos a los habitantes de la región: productos para el hogar, especies y frutos secos, utensilios, muebles, joyas, prendas de vestir y calzado. Hay que abastecerse bien para sobrellevar lo mejor posible el largo y duro invierno.

En tierra amazigh. Los bereberes o amazighes son los pueblos autóctonos del norte de África. Desde la más remota antigüedad habitan una inmensa región que abarca desde el Egipto occidental hasta las islas Canarias. Han sufrido múltiples conquistas y colonizaciones que, pese a todo, no han conseguido borrarlos del mapa. Esto ha supuesto una gran diversidad dentro de la cultura amazigh y que los bereberes no sean un grupo homogéneo, aunque si comparten raíces, rasgos culturales y lingüísticos comunes.

La gran tribu de los Ait Hadiddou son el grupo étnico mayoritario del Alto Atlas Central, ubicados en el triángulo que comprende Imilchil, Bou Ouzmou y Agoudal, llegando prácticamente hasta la cercanías del Ait Hani. Un pueblo rudo acostumbrado a vivir entre montañas áridas y extremas. Ellos son uno de los pocos grupos bereberes que con mayor ímpetu intentan salvaguardar su cultura. Los Ait Hadiddou son generalmente seminómadas y algunos combinan la agricultura de subsistencia con el pastoreo, ya que hay pocos terrenos fértiles en los valles. Se trasladan con su ganado durante seis meses a las zonas altas en verano, y los otros seis meses los pasan en zonas más bajas.

Son monógamos y no pueden tener cuatro mujeres como los marroquíes árabes. Sin embargo, es muy habitual el divorcio, que tanto hombre como mujer pueden solicitar. Es normal que una mujer pueda tener cinco o seis maridos y tampoco está mal visto que una mujer esté divorciada, como sí pasa en el resto de Marruecos. En el Moussem de las Novias se pueden encontrar a mujeres de 60 años buscando marido. Ellas son una parte muy importante de la organización social económica de la tribu, ya que las mujeres se encargan de gran parte de las tareas agrícolas, las tareas domésticas y de los animales. Cuando le preguntas a una mujer bereber que dónde puedes encontrar a su marido, te responderá: «Si lo buscas en verano, a la sombra y si lo buscas en invierno, al sol».

Los Ait Hadiddou son sumamente hospitalarios. Te recibirán en su casa con un buen chai, un riquísimo pan recién hecho, y una miel y mantequilla únicas. Son gentes humildes pero generosas. El viajero deseoso de conocer otras formas de vivir, otras culturas y otros cosmos saciará aquí no solo su apetito si no también su alma.

El ritmo pausado de sus vidas, tan alejado del bullicioso ajetreo del mundo occidental, hace que nos traslademos a un viaje en el tiempo, cuando la vida era dura, pero clara y sencilla, en armonía con los ciclos naturales y las estaciones anuales, la tierra, los ríos y las montañas.

De ruta por las aldeas. Imilchil y Agoudal son las dos poblaciones más importantes de esta región. Sin embargo, es Imilchil la que es más conocida y la que ha sufrido un mayor desarrollo en los últimos años, debido a un cierto aumento de la llegada de turistas atraídos por el Moussem de las Novias. Ofrece algunos servicios básicos en materia de salud y educación a las diferentes aldeas diseminadas a lo largo y ancho de las montañas y mesetas del Alto Atlas. El viajero debe, sin duda alguna, adentrarse en el corazón de las montañas para visitar algunas de estas pintorescas y aisladas aldeas; algunas de muy difícil acceso aun empleando un vehículo todo terreno, como es la pequeña aldea de Akka Nouanim.

De camino a Akka Nouanim, a tan solo cinco kilómetros al norte de Imilchil, junto a la carretera El Khiba y Aghbala, nos vamos a encontrar uno de los cinco lagos del Alto Atlas, el lago Tislit. Existen cinco lagos repartidos en diferentes puntos del Alto Altas; sin embargo, los más conocidos son el lago Tislit o lago de la novia, y el lago Iseli, o lago del novio.

Cuenta la leyenda que hubo una época en que se secaron las fuentes de toda la región salvo las de Imilchil, por lo que dos grupos de los Ait Hadiddou enfrentados desde hacía tiempo, la familia de los Ait Yazza y la familia de los Ait Brahim, decidieron concertar una tregua mientras durase la situación. De esta forma se alternarían en el abastecimiento del agua. Por la mañana sería la familia Ait Yazza la que podría recoger agua y por la tarde le tocaría a los Ait Brahim. En algún momento de la tregua el hijo de una de las familias y la hija de la otra coincidieron en la fuente y, como era de esperar, se enamoraron perdidamente, al más estilo shakesperiano. La oposición de las familias a aquella unión provocó una gran congoja a los jóvenes amantes, que lloraron con tanta intensidad que llegaron a formar estos dos lagos. Las familias, ante este despliegue de dolor, finalmente accedieron a la unión. Sin embargo, existe otro final mucho más dramático de la leyenda, que cuenta que, ante la desesperación por no poder estar juntos, decidieron lanzarse cada uno a un lago diferente. Arrepentidas y llenas de culpa, las familias permitieron a partir de ese momento la unión entre parejas de ambas tribus. Desde entonces, cada año todas las familias de la región del Alto Atlas se reúnen en Halt Hammar para celebrar un gran Mousem que concluye con una gran boda colectiva.

Esta leyenda de los novios con final trágico es la versión popular que explica el origen de Moussem de Imilchil y su celebración de la boda colectiva.