IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBENIZ
ARQUITECTURA

El espacio interior de Taba

El espacio Taba, dedicado a la restauración en la planta baja del edificio Tabakalera de Donostia, es una pequeña obra de reforma e interiorismo que ha recabado no poco interés en los últimos meses, tanto por parte de los usuarios como de los profesionales que nos dedicamos a la arquitectura e interiorismo. Sin duda, uno de los acicates de este fenómeno ha sido la concesión de una medalla de bronce en la primera edición del American Architecture Prize, un galardón de nuevo cuño que pretende competir con otros grandes premios americanos, como el AIA Award. A este le siguieron otros, como los de la asociación de fabricantes ASCER.

Más allá de la importancia de este premio, es de agradecer que este tipo de eventos propicien que volvamos la mirada hacia diseños que muestran cómo la arquitectura puede cristalizar los deseos de un cliente.

En este caso, los cocineros Erik González y Ekai Txapartegi impulsaron un proyecto hermanado con las pizzerías californianas Arizmendi. Su concepto de local debía de adecuarse a unas instalaciones inmensas para la escala de negocio que buscaban. En ese sentido, pensaron en crear un ecosistema de negocios que se complementaran y llenaran los casi 400 metros cuadrados de local; distintas empresas, complementarias entre sí –una que sirva pizza, otra que sirva café, otra que venda cerveza…– convivirían en un espacio abierto, sin dar la impresión de estar dividido.

De ese modo, tratando de dar traslado espacial a la idea, llegaron hasta Ibon Salaberria, cabeza de Beste arkitektura agentzia bat y arquitecto que lleva trabajando años en el proyecto de Tabakalera desde su vertiente de crítica política y arquitectónica en el programa “Hiria eta bestelako politikak”.

Según el arquitecto, la inversión que se debía de realizar era excesiva, con lo que se decidió potenciar tres elementos: el suelo, mezcla de baldosas de colores negros y blancos; los muebles que conforman los espacios para las distintas empresas y la iluminación. Poco más se le puede extraer a este proyecto y, en realidad, poco más se debe de analizar. Echando la vista atrás, el diseño de interiores y gran parte de la arquitectura han vivido un viaje por el desierto estos diez últimos años, desde los bares ultra-texturizados de un 2006 en el que el dinero corría por las barras, hasta las últimas tendencias que buscan una parquedad formal, en ocasiones por necesidades económicas, en ocasiones por subirse al carro del DIY o el «hazlo tú mismo».

En el caso de Taba, el diseño representa a la perfección los valores de la idea empresarial; las distintas empresas estarían albergadas en “muebles” de madera que, una vez acabada su jornada, se cerrarían convirtiéndose en elementos que los clientes pueden usar. Por ejemplo, la cafetería usa las propias instalaciones de la pizzería cuando ésta no está abierta de buena mañana, para apoyar el desayuno y el periódico. Por otro lado, existe un comedor común, con mesas corridas y compartidas, y un piano de cola al servicio de los clientes al fondo. Las mesas, que no esconden una referencia formal a las sociedades gastronómicas de Gipuzkoa, dan el colofón a la idea de un espacio compartido y comunitario, tanto a un lado de la barra como al otro.

La tendencia de la sobriedad. Llevamos viendo y comentando proyectos que utilizan una estética low-chic desde hace varios años; en ese modo de proyectar, obligado en todos los casos por una necesidad económica, se priorizan varios elementos como el espacio, la calidad antes que la cantidad, y el aspecto social de la arquitectura. Ese pensamiento, bien procesado, lleva a una arquitectura que ayuda a la sociedad y representa lo mejor de la disciplina, y en 7k hemos analizado en numerosas ocasiones ejemplos, como los de la india Anupama Kundoo, los colombianos Plan:B o el colectivo británico Assemble, donde los elementos “superfluos” de la arquitectura –falsos techos que ocultan instalaciones, forros para pilares, tapetas y embellecedores varios– se eliminan, y el acero inoxidable se sustituye por el galvanizado.

Podemos decir que esto se ha convertido en tendencia, y que de algún modo nos hemos vuelto un poco más cautos a la hora de hacer ostentación del lujo. Incluso en las reuniones de accionistas de las grandes corporaciones la decoración del escenario principal aparece hecha en cartón corrugado, sin duda por el qué dirán. Es por eso que distinguir el grano de la paja cuesta y que siempre haya que mirar al uso que ese elemento, sea de uso lucrativo –como el espacio Taba– o no, hace de la materia social que lo alimenta.