Jon Cuesta
los estragos del cambio climático

Turkana, la devastación de un pueblo

La tierra está furiosa en Turkana. Seca, moribunda, áspera. Unas plantas con afilados pinchos emergen con rabia del fondo de la tierra y alcanzan la superficie. La vegetación protesta al destino, grita al cielo sin recibir respuesta de una lluvia que no viene ya desde hace dos interminables años. Alguna gota esporádica, sí, para hacer brotar el espejismo de unos pocos hierbajos con los que calmar la hambruna de los animales que aún siguen vivos.