Fulya Ozerkan y Stuart Wiliams
un futuro por confirmar

Haydarpasa un lustro esperando al tren

Hubo un tiempo en que Haydarpasa fue la terminal de ferrocarril más concurrida de Turquía y una de las más frecuentadas de la Europa del Este. Sometida a trabajos de restauración, desde 2013 esta estación no ha visto pasar un tren. Incluida en la lista de lugares amenazados, los trenes podrían regresar el próximo año. No todos están seguros de esto, por eso los vecinos se movilizan para que no la conviertan en otra cosa.

Construida a principios del siglo XX como la puerta de entrada a Europa desde el Este, la estación de Haydarpasa en Estambul todavía se yergue con orgullo en el lado asiático de la ciudad, pero carece de trenes: la renovación de la terminal aún no ha terminado. Sus altas torres góticas aún dominan el Bósforo y la imponente fachada ha sobrevivido a un siglo de historia a veces trágica. Ha sido testigo, por ejemplo, de acontecimientos como la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio Otomano, la deportación de armenios, varios golpes de estado, un incendio que destruyó el techo en noviembre de 2010...

Ahora sus trenes están parados. Durante los últimos cinco años no ha entrado ni una sola locomotora más en esa estación. El edificio permanece cerrado por las labores de restauración, pero el trabajo se está alargando y los rumores de venta o transformación del inmueble en un hotel o en un centro comercial –opciones mencionadas por los políticos en el pasado– se han disparado.

Los defensores del patrimonio histórico de la ciudad están preocupados por esta posibilidad y muchos de ellos ya se están movilizando haciendo algo cada semana para preservar esta estación registrada en el año 2012 en la lista de sitios amenazados que recoge la ONG Fondo Mundial para los Monumentos.

Pero estos defensores, así como los funcionarios electos locales y la Compañía pública de los ferrocarriles (TCDD), aseguran que los trenes terminarán por regresar a la estación de Haydarpasa. «Los primeros trenes llegarán en 2019», dice Aykurt Nuhoglu, el alcalde del distrito de Kadiköy, el lugar de la parte asiática de Estambul donde está situado este lugar emblemático. La estación «seguirá siendo de propiedad pública. Ha habido debates al respecto, pero se elimina el riesgo de una privatización», asegura.

Volver a funcionar. Uno de los jefes de la TCDD, que pidió el anonimato, también aseguró que «Haydarpasa está siendo restaurada para ser una estación, no hay nada más previsto».

Una vez reabierta, se espera que se convierta en un centro neurálgico para los trenes suburbanos, así como en la terminal para los nuevos trenes de alta velocidad procedentes de Ankara, que actualmente se detienen en la estación de Pendik, lejos del centro de la ciudad.

Inaugurada en 1909, cinco años antes de la Primera Guerra Mundial, Haydarpasa fue diseñada por dos arquitectos alemanes –Otto Ritter y Helmut Conu– y estaba destinada a ser un símbolo de la amistad entre el Imperio Otomano y la Alemania Imperial de Guillermo II. Guillermo II, káiser alemán y último rey de Prusia, aspiraba a expandir su influencia en el Medio Oriente y selló una sólida amistad con el sultán Abdulhamid II. El hijo primogénito de Federico III y de la princesa británica Victoria, que gobernó entre 1888 y 1918, soñó con un tren de Berlín a Bagdad, a través de Constantinopla (Estambul), Alepo y Mosul, que tuviera una sucursal en Damasco.

El 24 de abril de 1915, en el episodio más oscuro de su historia, la estación fue el punto de partida del primer convoy de armenios reunidos en Estambul que fueron deportados. Turquía siempre ha negado que las masacres subsiguientes constituyeran un genocidio, como afirman muchos historiadores.

Hasta su cierre reciente, Haydarpasa era una estación animada, donde se detenían los trenes de cercanías y también los trenes nocturnos que se dirigían al este a Kars o Van y a Teherán. También fue el punto de partida del Taurus Express, una línea que conecta Estambul con Bagdad vía Alepo, evocada en la inauguración del “Crimen de Oriente Express”, la famosa novela de Agatha Christie.

Derecho de oposición. Los que abogan por la preservación de la estación están convencidos de que únicamente la movilización de la sociedad civil puede ayudar a contrarrestar «los intentos de transformar este lugar en un centro comercial o en un puerto para cruceros», como menciona Ishak Kocabiyik, ex secretario general del Sindicato de Trabajadores Unidos del Transporte (BTS).

«Hasta ahora hemos interrumpido tales proyectos al usar nuestro derecho de oposición», comenta Kocabiyik, enfatizando la ubicación estratégica de la estación para la red ferroviaria. «Nos quedaremos aquí hasta que todos los trenes se detengan de nuevo (en Haydarpasa) y solo entonces pondremos fin a nuestra movilización», promete el abogado Ersin Albuz, muy comprometido con esta cuestión y convencido de que hay que trabajar para conservar este sitio.

Más allá de este lugar, algunos arquitectos acusan al gobierno –liderado por el presidente Recep Tayyip Erdogan, quien entre 1994 y 1998 fuera alcalde de Estambul– de saquear el patrimonio histórico de la ciudad en nombre de la modernización.

Las autoridades aseguran que es solo para proporcionar a la megalópolis la infraestructura necesaria. La reurbanización de la red ferroviaria es parte de este plan. Esta red ha evolucionado tan poco en un siglo, entre principios del siglo XX y los años 2000, que los turcos prefieren usar el avión y el autobús que pensar en el ferrocarril.

Sami Yilmaztürk, el jefe de la sucursal de Estambul de la Orden de Arquitectos de Turquía, es muy crítico con los proyectos de infraestructura del actual gobierno turco, por lo que no tiene la más mínima intención de bajar la guardia. Según Yilmaztürk, la estación de Haydarpasa es una «puerta de entrada de Estambul a Europa. Hoy en día está restaurada como estación de tren, pero mucho me temo que volverá a cambiar en dos días», afirma.