Maider Eizmendi
Elkarrizketa

«La situación ha cambiado, nosotros no tanto»

Nacida en Ordizia (1936), lleva más de media vida residiendo en Barcelona. Catedrática de Economía Aplicada por la Universidad Autónoma de Barcelona, a primeros de marzo visitó Euskal Herria, con motivo del Congreso Internacional de Crítica de la Economía Política. 7K ha repasado con su ayuda los hitos y cambios económicos más representativos desde que se publicase aquel primer ejemplar.

1999: «España va bien». A finales de los 90 se iba saliendo poco a poco de la crisis de la década de los 70 –marcada sobre todo por la aceptación del neoliberalismo y el comienzo del retroceso de los derechos laborales que las clases trabajadoras habían ido obteniendo años atrás– y es a partir del cambio de milenio cuando se empieza a pensar que «España va bien». Durante estos años se registra mucha liquidez a nivel global, debido sobre todo al aumento del precio del petróleo, la desregularización y a que, a causa de las escasas ganancias que se obtienen de las actividades productivas, el dinero se destina a las finanzas. En el caso concreto del Estado español, más que liquidez empieza a haber mucho crédito, que fundamentalmente se emplea en la construcción inmobiliaria.

2008: Se rompió el saco. Sin duda, la crisis que estalló en EEUU durante el verano de 2007 y rápidamente se extendió a Europa marca estas dos últimas décadas. En un principio se creyó que la crisis no iba a azotar al Estado español muy duramente, porque los bancos españoles no tenían hipotecas subprime; pero durante los años anteriores la economía se había basado en los créditos y su caída incidió directamente en la actividad económica.

2010: Políticas de ajuste. El Estado español creyó que la recuperación iba a ser corta y rápida, pero el año 2010 la Unión Europea, adalid del neoliberalismo, obligó al Gobierno de Zapatero a poner en marcha un plan de ajuste del gasto público. Caen los salarios, se desvanece el Estado de bienestar y entra en vigor la reforma laboral.

2018: La recuperación que no llega. Existen, efectivamente, señales de recuperación: hay más actividad económica, hay crecimiento... pero tan solo las perciben ciertas clases sociales. No llega a la ciudadanía y, como se ha debilitado tanto el Estado de bienestar, la situación de las clases trabajadoras no mejora. A este respecto, se ha producido un auge de la caridad privada, un hecho realmente peligroso. El Estado ha abandonado sus obligaciones con respecto a la sociedad y son los ciudadanos y ciudadanas las que, por solidaridad y empatía, están respondiendo a esta carencia, convirtiendo los derechos en caridad. Esto, unido a la privatización de derechos, que trae consigo convertirlos en negocio para el capital, conlleva en este ámbito un claro retroceso al siglo XIX.

La imagen: Las protestas del 15M. El movimiento de las plazas es una explosión de renovado interés por la política que se desarrolla de una forma innovadora. El posterior surgimiento de partidos políticos provocó que se haya desperdiciado un potencial muy valioso, porque se volvió al viejo esquema de sindicatos y partidos. La gente joven debe seguir inventando. Es necesario organizarse, pero de una manera diferente, porque en los últimos tiempos se habla una y otra vez de innovación y en política estamos trabajando con formatos del siglo XIX.