MIKEL INSAUSTI
CINE

«Die göttliche Ordnung»

Esta película suiza se estrenará en nuestras pantallas el 22 de junio con el título perfectamente traducido del original como “El orden divino”, que a su vez corresponde al inglés de “The Divine Order” con el que se presentó internacionalmente en el festival de Tribeca en Nueva York, donde obtuvo tres grandes premios: el del Público, el de Mejor Actriz para la estelar Marie Leuenberger y el Nora Ephron compartido por la directora Petra Biondina Volpe y la directora de fotografía Judith Kaufmann. Al entregar este último reconocimiento, el jurado del festival fundado por Robert De Niro destacó el hecho de que fuera una producción hecha por un equipo de mujeres tanto en el apartado artístico como en el técnico. Antes se había presentado en su país en el festival local de Soleura, en el que recibió el premio Soleura, siendo además seleccionada para representar a Suiza en los Oscar.

Si bien “Die göttliche Ordnung” es el tercer largometraje de la cineasta suiza Petra Biondina Volpe y el que más trascendencia ha alcanzado, ya era conocida por su anterior realización “Traumland” (2013) que, tal como indica su título, desmitificaba a Suiza como tierra de sueños, reflejando su realidad en cuanto lugar rico pero triste y solitario. El autocrítico retrato era un reflejo de unas calles sin vida y familias encerradas en sus confortables hogares, durante un día de Navidad especialmente melancólico para la inmigración que nunca termina de adaptarse al país de acogida, con un rol de inmigrante desplazada interpretado por la actriz Marisa Paredes. También hay que destacar a la Volpe como guionista de la mejor adaptación cinematográfica que se ha hecho del clásico literario de Johanna Spyri “Heidi” (2015), con Bruno Ganz en el papel del abuelo de los Alpes y una protagonista infantil más acorde con el actual sentir feminista.

Y, precisamente, “Die göttliche Ordnung” es un examen de conciencia sobre la historia del feminismo en Suiza, por la vergüenza que supuso la llegada del sufragismo con más de medio siglo de retraso con respecto al movimiento británico. Lo que no deja de ser un agravio histórico está contado, sin embargo, con un estilo de comedia vitalista mirando siempre a los modelos genéricos en su variante social británica, por lo que la película ha sido vista por la crítica como un cruce entre “Pride” (2014) y “Sufragistas” (2015). Cumple con creces su función divulgativa, resultando a la vez muy entretenida y asequible para todas las audiencias.

La fuerza de la película reside en su entusiasta y entrañable reparto de actrices, con la premiada Marie Leuenberger, Sybille Brunner, Rachel Braunschweig, Marta Zoffoli y Bettin Stucky formando el quinteto estelar. Pero son las dos primeras las que encarnan las figuras con una relación más estrecha entre sí, porque se trata de la impulsora Nora y de la revolucionaria abuela Vroni que siempre la apoya en todas las movilizaciones. No pararán hasta conseguir sus objetivos, empezando por su pequeño pueblo de habla germana hasta implicar al resto de los cantones suizos.

Al principio Nora no es una activista, sino una simple ama de casa, cuyo hartazgo rebosa el vaso cuando su marido, acogiéndose a una ley de la época, le niega el permiso para poder trabajar a tiempo parcial porque considera que debe dedicarse al hogar y la crianza. Su reacción la convierte entonces en la promotora anónima de la campaña sufragista que acabará en el año 1971 con la obtención del derecho a voto para la mujer en Suiza, no sin antes superar los prejuicios existentes de manera más acusada en el medio rural. En su pueblo, el mero hecho de ponerse pantalones o cortarse el pelo ya suponía un escándalo, por lo que hubo de llamar primero la atención de las mujeres y acto seguido de sus parejas o maridos.

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