TERESA MOLERES
SORBURUA

Bandadas de migrantes

Es un espectáculo inigualable en la naturaleza: ver en el cielo una bandada compuesta de miles de pájaros volando y cambiando repentinamente de forma. Millones de pájaros viajan hacia la primavera europea y sus zonas cálidas con el propósito de reproducirse. Para orientase, utilizan su sentido migratorio, una especie de GPS que les hace seguir los ríos y líneas de la costa. Las masas vegetales y humedales que divisan desde el cielo les sirven para pasar la noche.

Gracias a anillamientos y radares conocemos sus recorridos y sabemos que uno de cada dos ya no vuelve. Los ornitólogos, además, estudian el impacto del cambio climático en más de 500 especies de aves. Está comprobado que, desde hace años, los pájaros que vienen de África o del sur del ecuador han adelantado su llegada al 15 de marzo en lugar del 30 ese mes. Con el calentamiento global, algunas plantas adelantan su floración y los insectos su metamorfosis por lo que cuando llegan las aves migratorias ya no encuentran alimento para sus crías. Así que anticipan su viaje hacia el norte para encontrar sustento; luego, en otoño, volverán a pasar para invernar en África. Otros pájaros deciden no regresar y se quedan por el sur de Europa, les gusta el litoral atlántico y parte del Mediterráneo. Se convierten así en emigrantes interiores como el autillo europeo, que ha preferido quedarse en las Baleares, mientras los vencejos optan por seguir en centroeuropa.

Los cambios en estas migraciones obedecen a la creciente desertización de las zonas subsaharianas y a la destrucción de humedales donde acostumbraban a repostar. Las golondrinas, cantadas en la jota navarra o en el poema romántico de Bécquer, todavía nos llegan de Nigeria. Tienen que hacer un viaje de 4.000 km. Cruzar el Sahara les lleva cuatro días y su única parada en este desierto es un lago de agua salina. Pero beber este agua es mortal, por lo que han desarrollado un ingenioso plan. Esperan a que “las moscas de salmuera” filtren el agua hasta convertirse en bolsitas de agua dulce, y las golondrinas se las comen, se hidratan y siguen el viaje. Cuando llegan a Europa tienen cuatro meses para criar a su familia y regresar a África. No es de extrañar que algunas prefieran invernar en Europa y naturalizarse europeas.