MIKEL INSAUSTI
CINE

«Gauguin»

El estreno del biopic sobre Paul Gauguin está anunciado para el primer fin de semana de setiembre, con el apellido del pintor como título, si bien en el mercado francófono ha ido acompañado del subtítulo “Voyage de Tahiti”, para así indicar que la película se centra en los dos años que vivió en la Polinesia francesa. El relato, con lo que pueda tener de real y de fabulado, está tomado directamente del libro autobiográfico “Noa Noa” que Gauguin publicó en 1901, dos años antes de su muerte y ocho después de su regreso a París. En el estreno, la mayoría de las críticas han hecho referencia a que la adaptación es condescendiente con respecto a la época y a la mentalidad del autor, sin querer entrar en la polémica derivada de cualquier posible juicio o análisis desde una óptica actual.

Transcurrido más de un siglo, el debate sobre la actitud colonial del artista sigue abierto, y mucho más el relativo a sus relaciones con nativas menores de edad, según sus propias memorias tan sumisas como entregadas. Si, por un lado, su búsqueda del paraíso salvaje se justificaba en un rechazo de la decadente civilización occidental; por otro, lo cierto es que fue portador de enfermedades venéreas contraídas en el viejo continente. Tampoco fue muy explícito a la hora de concretar la posible descendencia que pudo haber dejado allí. Los grandes artistas no son necesariamente ejemplos de vida en lo personal, por culpa de su carácter egocéntrico.

“Gauguin” es el segundo largometraje de Edouard Leduc, un cineasta de vocación viajera que, antes de rodar en Tahití, lo había hecho por partida doble en Argentina. Primero fue el cortometraje “¿Dónde está Kim Basinger?” (2009), que sirvió de base a su ópera prima “Boda en Mendoza” (2012), protagonizada por Nicolas Duvauchelle y Benjamin Biolay, compañeros de aventuras que se desplazan al otro lado del charco para asistir al casamiento de un pariente. En dicho primer largometraje ya destacó la fotografía ambiental y paisajística de Pierre Cottereau, que se vuelve a lucir en Tahití eliminando la profundidad de campo para conseguir una impresión similar a la de los cuadros de Gauguin. Esta vez cuenta además con la banda sonora de Warren Ellis, habitual colaborador de Nick Cave, quien contribuye a una atmósfera febril.

Esa música refleja el sufrimiento de un hombre enfermo, ya que el pintor, durante su estancia en Tahití, pasó bastante tiempo hospitalizado, al sufrir problema cardiacos, digestivos y de visión. Por lo tanto, la interpretación de Vincent Cassel es una mezcla de un estado físico y mental deteriorado con las alegrías que le proporcionó el disfrute de la naturaleza exótica y el contacto con las mujeres nativas. Tales contradicciones ya se pusieron de manifiesto cuando, al desembarcar en 1891, tuvo una recepción oficial por parte de las autoridades coloniales en la capital, Papeete. Terminó estableciéndose a 45 kilómetros del centro, en una población aislada llamada Mataiea, en la que se construyó con sus propias manos una choza de bambú al estilo tradicional de la isla.

Las pinturas y tallas de madera que fue creando en su nuevo emplazamiento se inspiraban en el arte primitivista del lugar, como reflejo de una mitología que, en su particular iconografía, mostraba el miedo atávico a la muerte. Sus relaciones íntimas también estuvieron marcadas por esas creencias, y su actitud con su pareja Teha’Amana, a la que él llamaba Tehura, fue siempre paternalista y propia de un hombre maduro de raza blanca y educación cristiana. Ella debía de tener tan solo 13 años de edad, mientras que él había llegado con los 43 cumplidos. En la película, el papel femenino lo desempeña la actriz Tuheï Adams, quien lógicamente debe tener bastante más edad de la que representa en la ficción. Pernille Bergendorff es la esposa y madre que dejó atrás, la institutriz danesa Mette Gad.

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