Hernán Urquiza
Elkarrizketa
ALan Lee

«Es una lástima que al hacernos adultos dejemos de dibujar»

"El Señor de los Anillos” es, sin lugar a dudas, una de las novelas de fantasía épica más importantes de la historia de la literatura. Este año se celebra el cuarenta aniversario de la primera edición del libro en castellano, que se editó en Argentina. Parte del atractivo de esta obra radica en su universo, mezcla de la tradición católica con la nórdica. El año que viene hará setenta años que su autor, J. R. R. Tolkien, terminó de escribirla al cabo de trece años investigando y corrigiendo un sinfín de detalles. Detalles que nadie conoce mejor que Alan Lee, el ilustrador de todos sus libros y el responsable artístico de la adaptación cinematográfica de la novela. Gracias a su trabajo ilustrando todo el universo de Tolkien, Alan Lee está considerado uno de los más grandes dibujantes del mundo. Vive en Chagford, un pequeño pueblo de la campiña inglesa donde tiene su casa-estudio y nos cita para realizar esta entrevista.

¿Por qué lo eligieron a usted para ilustrar los libros de Tolkien?

Fue en los años 90. Yo trabajaba en una agencia de Londres, donde había realizado algunas ilustraciones para un editor estadounidense sobre castillos y leyendas en las que me inspiré en algunos libros de Tolkien. Estos mismos editores (Unwin Hyman) estaban muy interesados en publicar una versión ilustrada de “El Señor de los Anillos”, y pensaron en mí. Yo estaba entusiasmado con la idea porque, desde que leí el libro cuando tenía 16 años, me encantaba. Pero los editores tuvieron que persuadir a Christopher Tolkien (el hijo del autor, que gestiona los derechos desde que su padre falleciera en 1973) para que accediera. Tuve que enviar bastantes bocetos que, por suerte, le gustaron y se prestó a editar la versión ilustrada de los libros.

¿Puso una atención extra para este trabajo?

Por supuesto. Ilustrar un libro tan reconocido (“El Señor de los Anillos” es una de las diez novelas del siglo XX mejor valoradas por los lectores ingleses), me supuso una presión extra. Además, a mí, Tolkien siempre me fascinó, así que fue un reto importantísimo. De todos modos, intento esforzarme lo mismo en todos mis proyectos.

Más adelante, llegó la adaptación al cine de «El Señor de los Anillos» y su director, Peter Jackson, le llamó para que se encargara de la dirección artística. ¿Cuál fue la diferencia entre dibujar para el libro y hacerlo para la película?

Con el libro, cada ilustración es un dibujo, mientras que para la película, en la que estuve seis años trabajando, no basta con dibujar. Tienes que idear todos los detalles. Por ejemplo: si una escena se desarrolla en un edificio, debes dibujar las puertas, las ventanas…, pero también el mobiliario del interior o las calles de la ciudad donde está aquel edificio. Además, no basta con ilustrar el objeto en sí, sino que debes crear su contexto y transmitirlo a los técnicos del rodaje. Es un trabajo más de arquitectura que de dibujo.

¿Con qué proyecto disfrutó más de los dos?

Bueno, son muy diferentes. Para la película fui a Nueva Zelanda (donde se realizaba la producción) para solo seis meses y, al final, estuve seis años. No solo yo, sino también mi compañero John Howe (ilustrador responsable de todas las ambientaciones), con quien trabajamos codo a codo. Al principio, solo tenía que dibujar, pero luego nos implicamos en la postproducción, así que cambiamos el lápiz por el ordenador.

¿Cómo fue pasar a trabajar con el ordenador en lugar de usar lápiz y papel?

Nunca había usado un ordenador para dibujar antes, así que supuso un gran aprendizaje, porque trabajaba con mi ordenador y una tableta. La verdad es que me acostumbré muy rápido, fue maravilloso. Al terminar la película volví a la acuarela y al lápiz, pero todavía el los uso en cierta medida. Podría decir que los recursos digitales están presentes en un 5% de mi obra. Una vez que los aprendes, resulta fácil y muy desafiante.

Además de en la trilogía de «El Señor de los Anillos», usted ha participado en otras películas como «El Hobbit» o «Gozila». ¿Cuál es el secreto que convirtió «El Señor de los Anillos» en un título tan exitoso?

Fue porque contó con un director brillante (Peter Jackson) y con un gran elenco de actores y actrices que lograron que la historia fuera muy bien acogida entre los fans de los libros de Tolkien. Aparte de los 17 Oscars que lograron acumular entre las tres partes de la película, para mí el verdadero mérito del film es que consiguió que mucha gente se leyera los libros al salir del cine.

¿En qué medida cambió su vida después de ganar un Oscar?

Ganar un Oscar me dio mucha repercusión y me permitió volver al dibujo con más ganas. Fue un trabajo muy difícil y extenuante, porque durante seis años no paramos de trabajar con mucha presión y había fechas de entrega que no podías saltarte. Mi oficio no es tan glamuroso como el de los actores y actrices que se pasean por las alfombras rojas de Hollywood. Es una disciplina que tiene que ver más con lo colectivo, con el trabajo en grupo. De lo contrario, el resultado no hubiera sido el mismo. Así que todo mi reconocimiento también supuso, a la vez, un reconocimiento para el equipo. Una película es muy diferente de realizar a un libro en el que tú lo controlas todo y eres el único responsable.

¿Qué es el éxito para usted?

Obviamente, en todo éxito hay una parte de reconocimiento por parte de los otros. Pero para tener éxito de verdad, personal, lo esencial es hacer algo que realmente quieres y con lo que disfrutas. Yo siempre he querido dibujar, así que me siento muy afortunado.

Método de trabajo. La rutina de Alan Lee es prácticamente la misma desde hace años. Cada mañana, desayuna en su jardín y empieza a trabajar sobre las 9.30 en sesiones de unas tres horas, interrumpidas por algún paseo o lecturas. En su estudio, lo único que se interpone entre él y la luz cenital que cae sobre el papel es el ruido de fondo de la radio. Suena BBC4 y, alguna vez, música clásica o algún tango del que es un gran aficionado desde que los descubriera en Nueva Zelanda durante el rodaje de “El Señor de los Anillos”. Así cada día hasta las diez de la noche, cuando abandona el lápiz y el papel para que la mente descanse.

La obra de este artista está conectada intensamente con su pueblo, Chagford, a unas cinco horas al sur de Londres, un lugar donde se ha inspirado constantemente para recrear escenas de la Tierra Media, tanto de “El Hobbit” como de “El Señor de los Anillos”. «Me encanta pasear por la calle y ver siempre a las mismas personas, con las que hablo de temas cotidianos y muy poco de arte», asegura.

Chagford está a las puertas de Dartmoor, uno de los parques nacionales favoritos de los excursionistas británicos. Es un lugar místico, donde las zonas bajas están repletas de ríos y densos bosques de hayas, mientras que la alta es un páramo pelado habitado por caballos salvajes. Más de cien thors de origen volcánico coronan las cientos de lomas que recorren la zona alta de este inmenso paisaje. «Scorhill, Stone Circle, Grimspound, Houndtor, el bosque de Wistmans… son partes del parque que me han servido para inspirarme tanto para ‘El Hobbit’ como para ‘El Señor de los Anillos’», nos explica.

Además del paisaje, ¿cuáles son sus fuentes de inspiración?

La inspiración depende de cada proyecto, aunque acostumbro a buscar en libros y novelas. Estoy constantemente leyendo novelas, material histórico o cuentos de hadas.

¿Leer ayuda a su imaginación cuando dibuja?

La imaginación puede hacer muchas cosas, pero necesitas darle información y no siempre basta con los libros. Por ejemplo, si tengo que dibujar un bosque imaginario, salgo a dibujar algunos árboles reales en los que puedo basar mi bosque.

¿En qué ha cambiado su proceso creativo con los años?

Cuando empecé, tomaba las fotografías como referencia. Copiar de una fotografía es muy útil porque entrena tu mente para reproducirla, pero llega un momento que necesitas interpretar, crear. Y, poco a poco, me he ido alejando de las fotos. Ahora, cuando quiero salir de mi propio patrón creativo, utilizo materiales y plumas diferentes que me ayudan a expresarme de una forma diferente.

Dibujar es observar y, para observar, se requiere tiempo, algo que las nuevas generaciones parece que adolecen debido a que están sometidas al constante impacto de las nuevas tecnologías ¿Cree que hoy en día es más difícil concentrarse para dibujar?

Podría ser. Cuando era niño dibujaba mucho porque no tenía nada más que hacer y estaba aburrido. Durante mucho tiempo, en mi casa no tuvimos televisión y tampoco era un devoto del deporte, así que pasé mucho tiempo dibujando. Hoy hay muchas distracciones por culpa del móvil o los juegos en línea. Sin embargo, no todo en la tecnología es negativo ya que ahora encuentras muchos tutoriales en Internet que pueden ser inspiradores y muy útiles. Quien realmente desea dibujar encontrará su tiempo.

 



Crear escuela. Las palabras de Lee son tranquilas, igual que su tono reposado y elegante. De mirada aguda y expresión curiosa, este hombre, de unos 70 años, viste como un hobbit: descamisado, holgado y algo andrajoso. A veces no sabes dónde acaba la persona y empieza el personaje. En el mundo del dibujo fantástico es una celebridad y una referencia mundial. Además de un Oscar, posee un Bafta y un World Fantasy Award, considerado el Oscars de la ilustración. Ha creado un estilo y una escuela que se manifiesta entre miles de ilustraciones épicas y románticas, realizadas a base de lápiz y acuarela. Él, que quiso ser dibujante desde niño, nunca aspiró a crear un estilo propio.

Cuando Picasso comenzó quería crear un arte nuevo y sentía que los críticos no lo entendían o valoraban. ¿A usted, le ha pasado algo parecido?

No, porque yo no he creado nada nuevo y siempre estoy mirando el pasado. Solo quiero ser lo mejor posible y ser tan fiel a las historias y los materiales como sea posible. Realmente nunca pensé que tenía un estilo, solo traté de dibujar tan bien como pude. Si las personas no entienden lo que estoy haciendo, será porque mi arte es del siglo XIX (risas).

¿Cómo lleva lo de ser una referencia mundial del dibujo fantástico?

Ni bien ni mal, sencillamente no le doy importancia. Además, yo me dejo influir por muchos artistas que también me gustan. Cuando algo me atrae lo integro, porque aquello que me apasiona me ayuda a pensar de otra manera. Me gusta mucho Picasso, particularmente su trabajo gráfico. Adoro todo de Goya y, si hablamos de dibujo fantástico, hay un ilustrador catalán, Vicente Segrelles, que me encanta.

¿Por qué cree que Inglaterra siempre ha destacado más en el teatro o la música que en otras disciplinas artísticas?

Es verdad que en las escuelas inglesas el arte gráfico está menos presente que el teatro o la música. Puede ser porque, históricamente, la palabra siempre estuvo más valorada que otras artes, cosa que ni en España ni en Italia sucedió. Durante el Renacimiento no tuvimos grandes artistas, aunque algunos visitaron a Holbein, en Alemania y a Canaletto en Italia, pero la tradición de escribir y tocar es más fuerte que la visual. Por suerte, esto cambió a mediados del siglo XX, con el Pop art, cuando Londres se convirtió en la capital mundial de las artes por delante de París o de Nueva York.

¿Cuál es su sensación cuando dibuja?

Cuando estoy dibujando conecto con mi infancia, con aquélla sensación de estar creando algo que solo tienes cuando eres niño. Es una lástima que la mayoría de los adultos hayamos abandonado el dibujo. Yo creo que, ser creativo y mantener esa sensación infantil de asombro ante el mundo, es un proceso de aprendizaje que no tiene que ver nada con la edad y que debería mantenerse de por vida.

¿Qué recomienda a otros niños y niñas que quieran ser ilustradores?

Sobre todo, paciencia y constancia. Dibujar muy bien lleva su tiempo. Les diría que no confíen en las fotografías, porque las fotos ayudan pero es mejor dibujar a partir de lo real tanto como sea posible; que no esperen que todo lo que dibujen sea maravilloso y no se decepcionen si no es brillante. Les aconsejaría que sean críticos consigo mismo, pero también generosos; que no se desanimen y acepten que van a hacer miles de malos dibujos antes de comenzar a hacerlos buenos; que traten de no sentir apego por lo que hacen. Dibujar es observar para representar aquello que ve, disfrutando con este proceso. No tiene nada que ver con reproducir un cuadro para que sea colgado en una pared. Especialmente a aquellos que empiezan, les diría que dejen que su mente y su mano se entrenen durante horas y horas. Porque aprender requiere tiempo.

Cambiando de tema, ¿qué opina sobre el Brexit?

El Brexit es una de las pocas cosas que me enfada. Creo que es un desastre total, porque va a convertir Inglaterra en un lugar más aislado. Fue un referéndum que se celebró en base a mentiras y emociones, con la ayuda de una prensa viciosa que utilizó el odio y el miedo a la inmigración. Todo muy desagradable. Creo que mucha gente piensa que Gran Bretaña estaría mejor fuera de Europa, pero no creo que lo hayan visto con claridad. Dudo que se hayan tratado realmente todos los problemas y, de hecho, estudios que tenemos hoy en día muestran claramente que cualquier versión del Brexit nos llevará a estar peor. No hay un lado positivo del asunto. Tenemos políticos muy deshonestos, que solo piensan en ellos mismos. El primer ministro británico que convocó el referéndum, James Cameron, no quería el Brexit. Lo organizó para que los euroescépticos se callaran de una vez por todas. Y perdió. Resulta estúpido. Luego existe un gran peligro potencial con el Acuerdo de Paz de Irlanda del Norte, porque uno de los factores que puso fin al conflicto fue que, a nivel europeo, el norte y el sur de Irlanda cooperaban en igualdad de condiciones con Europa, ya que formaban parte de la misma institución. También está el conflicto con Escocia, que en su mayoría votó para quedarse en Europa y esto es un nuevo argumento para reclamar otro referéndum. Finalmente, no creo que el continente está mejor sin el Reino Unido, ya que es una potencia económica y cultural muy importante.

Con el Brexit todos perderemos. Solo espero que haya un segundo referéndum, porque se ha descubierto que la campaña del primero fue una trampa.