XANDRA ROMERO
SALUD

Los misterios de la cúrcuma

Siguiendo con el artículo de la semana anterior, vamos a centrarnos en los alimentos más novedosos que han irrumpido recientemente en nuestra cocina. Y si hay uno que merece especial atención ese es la cúrcuma, una planta cuya raíz es utilizada para preparar la salsa de curry, pero que además se usa en la industria alimentaria y textil como colorante.

Esta planta es originaria de la India y se utiliza en la medicina tradicional china e india para el tratamiento de distintas afecciones. Por lo tanto y como no podía ser de otra manera, los rumores sobre su función medicinal la han catapultado a la fama también en Occidente, y hay quien dice que es un buen remedio contra la diabetes, ciertas enfermedades digestivas e, incluso, contra el cáncer.

En realidad, no sería la cúrcuma en sí lo que tendría, según parece, efectos beneficiosos sobre estas dolencias, sino la curcumina, un compuesto polifenólico presente en esta planta y sobre la cual se llevan planteando y realizando estudios desde la década de los 90, ni más ni menos.

Desde el siglo XX y hasta la actualidad, se han desarrollado varias líneas de investigación pero, en general, todas se basan en los efectos cicatrizantes, antioxidantes, antibacterianos y antiinflamatorios de la curcumina. Respecto a su potencial antifúngico, antimicrobiano y antiviral, una revisión de los estudios científicos disponibles explica que el resultado más prometedor de la actividad antibacteriana de la curcumina puede ser contra la infección por Helicobacter pylori, al menos al usar la curcumina como un compuesto complementario en combinación con otros medicamentos existentes y disminuir así los síntomas de la gastritis.

Asimismo, sus extensos efectos contra distintos patógenos virales hacen que se postule como candidata a fármaco antiviral, para desarrollar nuevos antivirales a partir de recursos naturales contra virus sensibles, especialmente mediante el desarrollo de diferentes derivados de curcumina. Sin embargo, su uso o el de sus derivados en esta línea de trabajo necesita de investigaciones adicionales.

Con respecto a los estudios sobre las actividades antifúngicas de este componente de la cúrcuma, el efecto más significativo se encontró contra la especie Cándida. No obstante, todavía no se han informado de usos clínicos reales para este compuesto.

En relación a la disminución del azúcar en sangre por parte de la curcumina en los casos de diabetes, así como su posible efecto antiinflamatorio en enfermedades digestivas tales como la de Crohn o la colitis ulcerosa, tampoco se dispone en la actualidad del número de estudios necesario para certificarlo, por lo que los expertos concluyen que hace falta que se hagan más investigaciones, pero que sí es muy posible que la curcumina pueda contribuir a una mejora de los síntomas de estos pacientes o a una disminución de las dosis de medicación necesarias.

Por último, si hay una razón por la que la cúrcuma lleva estudiándose desde el pasado siglo es por su supuesto efecto anticancerígeno. Existen desde entonces múltiples trabajos publicados que han intentado determinar su efecto sobre el cáncer de colon, de páncreas, cerebro, pulmón y mama, entre otros. Nuevamente, hasta la fecha tampoco ninguno de ellos es concluyente y la comunidad científica se muestra precavida al señalar que hacen falta más estudios clínicos bien controlados para poder confirmar su eficacia.

De modo que, como siempre advertimos desde esta sección, mucho cuidado con magnificar los resultados de algunas investigaciones, porque, aunque podamos usar sin problema la cúrcuma en recetas varias, su potencial como medicamento está aún por aclarar.

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