IKER FIDALGO
PANORAMIKA

Fluir

Una de las posibilidades del arte contemporáneo es la de crear relatos que se entrecruzan en diferentes capas narrativas que componen un todo global. Desde las múltiples fuentes que pueden entrar en juego en una instalación audiovisual o escultórica a una propuesta expositiva en la que piezas con un discurso propio dialogan para amalgamar un concepto unificado. Cada sala, museo, galería o contexto añade una pátina interpretativa más a cualquier propuesta, pues la voz desde la que se habla no termina de conformarse hasta que no es interpelada desde el lugar que ocupa el público. Todos los cruces convergen para brindar una experiencia vivencial que necesita ser atravesada por la presencia del cuerpo que la confronta. De esta manera, el arte es capaz de multiplicar las formas de las que es vivido y disfrutado. No hay entonces un discurso único y ni siquiera un canal del todo definido. Cada sensibilidad entra en juego ante el conjunto de los estímulos, haciéndose dueña de aquello que es capaz de agitarla y que consigue transportarla a una nueva dimensión.

El pasado 19 de julio la Fundación Cristina Enea de Donostia inauguró el primer capítulo de un ciclo titulado “Memorias del Agua”. Subtitulado como “I. Pasos”, estamos ante una contundente muestra que se expande en varias de las salas del edificio situado dentro del conocido parque. Un elenco conformado por nombres tan interesantes como Teresa Lanceta, Ibon Aranberri, Miriam Isasi o Taxio Ardanaz se distribuye entre tres estancias y un pasillo que actúan a la vez como diferenciación espacial para los ejes temáticos que componen esta primera entrega del proyecto. El agua como metáfora arrastra consigo una potencia simbólica presente en diferentes culturas que las comisarias Garazi Ansa y Lidia Montesinos utilizan para plantear un ejercicio en el que la memoria se erige como elemento central. Situando el montaje en el periodo comprendido entre la Guerra del 36 y las primeras décadas de la dictadura franquista, diferentes piezas conviven hasta el 21 de octubre con archivos sonoros, objetos encontrados, fotografías y cartas. Debemos destacar la instalación de una pequeña sala de proyección en la que podemos disfrutar de la película “Noite sem distancia” (Noche sin distancia) de Lois Patiño (Vigo, 1983). Un cortometraje que cuenta la historia de una noche de espera entre contrabandistas portugueses y gallegos en las montañas de Gerês. La dimensión formal de la imagen adquiere una relevancia inapelable, producida con una paleta de colores que acaba por confundir la vista como lo hace la luz nocturna en el bosque. La quietud de los personajes y la espera como protagonista inundan impasibles los 23 minutos de duración de la obra.

La sala Film &Video del Museo Guggenheim de Bilbo acoge hasta el 18 de noviembre el trabajo del artista venezolano afincado en Nueva York Javier Téllez (Venezuela, 1969), una propuesta conformada por dos trabajos creados en 2014, titulados “Bourbaki Panorama” y “Teatro de Sombras”, que versan en torno a la migración y el fenómeno del éxodo. Una pieza del escultor Alberto Giacometti (Suiza 1901-1966), titulada “La Mano”, actúa como hilo conductor de ambas proyecciones asumiendo un papel metafórico en la narración de las mismas. El propio museo propone así un pequeño prólogo para la retrospectiva que inaugurará a finales de este mes alrededor de la figura del escultor suizo. La visibilidad de las comunidades y colectivos excluidos por la sociedad normativa se convierten en protagonistas para el autor que, en esta ocasión, señala abiertamente uno de los dramas humanos y morales más preocupantes de nuestra sociedad actual.