BERTA GARCIA
CONSUMO

Premios de lotería

Una buena noticia para quienes han tenido la suerte de llevarse el denominado pellizquito en la lotería de Navidad, y es que solo se tributará a las Haciendas correspondientes el impuesto del 20% a partir de los 10.000 euros de premio. Pues eso, aunque la voracidad del erario público continúa insaciable, al menos sube el listón anterior de 2.500 euros, a lo que se añade que la tributación no es acumulable. Valga este ejemplo: Si una afortunada persona gana varios premios inferiores a los 10.000 euros cada uno, se libra por la campana, y si supera los susodichos, el gravamen es a partir de la diferencia.

No es para tirar fuegos artificiales, de momento, porque a partir del año próximo las rebajas continuarán hasta colocarse en el año 2020 en la línea roja de los 40.000 euros. Vamos, que los recaudadores “andan que lo tiran”, y en este punto habrá quién se pregunte por dónde nos irán apretando, ¿será por el despropósito del diesel?, me pregunto. Claro que si aplicamos el pensamiento lateral podría tratarse de un incentivo para que los y las jubiladas tienten a la suerte, por aquello de tapar los agujeros de sus menguadas pensiones, porque aunque los gobiernos amagan, al final no dan.

Esta modificación legislativa afecta a todos los premios de la institución de “Loterías y Apuestas del Estado”, como son la Primitiva, Bonoloto, Quinielas, Euromillones, y alcanza también a los premios de la ONCE y Cruz Roja. En cuestión de juegos con dinero de por medio, sin duda, hay dónde elegir reconociendo que precisamente en Euskal Herria somos de los gastadores ya sea en los “gordos” de Navidad o en la quinielita semanal. Nos pasa como con el resto de objetos de deseo a nivel de consumo, nos tapamos los ojos y damos puerta a los pensamientos críticos sobre: “qué, para qué, a costa de quién y para quién consumo”.

Pues hasta aquí les puedo contar, porque el futuro, de momento en este aspecto, está todavía por escribirse. Pensemos en la noche mágica: Cuántos peques y cuántos mayores nos iremos hoy a la cama pensando: “ay amatxu ¿qué me traerá el Olentzero?”