IBAI GANDIAGA PÉREZ DE ALBÉNIZ
ARQUITECTURA

Urbanismo y apuestas

Exterior, es de día. Un afroamericano, camisa blanca y corbata, remangado por el calor de Los Ángeles. A través de sus gafas se dirige a dos jóvenes negros, y les pregunta por la valla publicitaria que tiene frente a él, y que ofrece cash (efectivo) por propiedades inmobiliarias. El actor Laurence Fishburne interpretaba aquí a Furious Styles, el padre del protagonista de “Boyz n the Hood” (“Los chicos del barrio”, 1991), y en esta famosa escena de la película interpelaba a su hijo (Cuba Gooding Jr, en la ficción) y a un grupo de vecinos del barrio de Compton por lo siguiente: «¿Por qué hay una tienda de armas en cada rincón de este barrio? Por el mismo motivo por el cual hay una tienda de licores en cada rincón. Quieren que nos matemos los unos a los otros. Bajan el precio del suelo para poder comprar barato y echarnos del barrio. Se llama gentrificación».

Comprometido con la causa afroamericana, el señor Styles nos explicaba de modo muy didáctico el concepto de gentrificación a muchos por primera vez, aunque por aquel entonces los dobladores no tuvieran acceso a ese anglicismo y lo llamaran “manipulación”.

Según su explicación, la gentrificación sucedía cuando el valor de la propiedad bajaba en un barrio en concreto, debido a la introducción de actividades que devaluaban su valor –crimen, marginalidad..– y, acto seguido, grandes promotoras de vivienda compraban las propiedades a bajo precio, aprovechaban un plan de regeneración público –que, ¡oh sorpresa!, antes de la compra por parte de la promotora no existía– y vendían las propiedades a precios mucho más elevados de los anteriores. En Estados Unidos el concepto irrumpió con fuerza en la década de los 80, cuando los hijos e hijas de aquella clase media que había emigrado al extrarradio –a los suburbs de “Revolutionary Roads”, “Eduardo Manostijeras” o “Mad Men”– quisieron volver al centro de la ciudad con su brillante título universitario bajo el brazo.

El director John Singleton, hijo de un agente inmobiliario especializado en hipotecas, tan solo tenía 24 años cuando vendió los derechos de su guion a Columbia, pero el texto permanece como un reflejo de la realidad que vivió. En esa realidad, la teoría de autodefensa económica afroamericana –«tenemos que mantener el dinero negro»– posicionaba dos elementos como arietes de la gentrificación: las licorerías y las tiendas de armas.

Esos “arietes” cambian según el proceso, la velocidad y la realidad sociológica de cada barrio. En ocasiones, las alarmas saltan sin tener tiempo de discernir el peligro real, ya que los fenómenos de gentrificación son complejos de discernir, y se deben de entender en los tiempos urbanísticos. Dicho esto, no hay duda de que la alarma ha saltado, como lo hizo en su día con los pisos turísticos o los locales de estética hipster, con los locales de apuestas deportivas.

Solo en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa desde 2012 se ha multiplicado por 8,5 el número de personas que se han sumergido en el mundo de las apuestas. Aunque, por un lado, las apuestas se han deslocalizado gracias a las apuestas online, el Gobierno de Rodríguez Zapatero dio pie a la introducción de grandes grupos con la regulación de 2011, de donde salieron los 888, Pokerstars, Bwin, Betfair… A esa infraestructura física y virtual se añadió la socialización del juego sobre todo en nuevos y jóvenes jugadores, de la mano de figuras públicas como Cristiano Ronaldo, Neymar, Piqué, Rafael Nadal, Belén Esteban…

Negocios... Las comunidades autónomas del Estado español legislaron la apertura de locales, algunas de modo más liberal –Madrid, Extremadura y Asturias no imponen ningún límite espacial o de agrupación a la apertura de salones de juego–. La CAV impone una distancia mínima de 100 metros entre establecimientos, medida tibia comparándola con los 300 metros gallegos, que además prohíbe la apertura cerca de centros escolares, pero mucho más restrictiva que la normativa navarra, que data de 1999.

Tal y como decía Furious Styles, la apertura de ciertos negocios puede ser casual, o no. En el caso de Madrid, las voces de alarma se han disparado al evidenciarse una gran concentración de estos locales en el centro, y preocupantemente en los distritos con rentas más bajas de la ciudad (Puente de Vallecas, Usera y Villaverde). Desde las asociaciones de vecinos ya se ha pedido establecer zonas de especial protección de población vulnerable en los sitios con rentas bajas, evidenciando que el problema no es solo social, sino también espacial y territorial.