En plena carrera para los Óscar la película “On the Basis of Sex”, que pronto se va a estrenar en nuestras pantallas con el título de “Una cuestión de género”, cuenta en las quinielas con Felicity Jones como candidata para la estatuilla de Mejor Actriz por su caracterización de la juez Ruth Bader Ginsburg en su primera etapa histórica, y no tal como la conocemos ahora.

A principios del pasado año se estrenaba el documental “RBG”, dirigido por Julie Cohen y Betsy West, al calor del auge en Hollywood del movimiento feminista Me Too. Es una obra muy completa, que abarca toda la biografía de la mujer inspiradora Ruth Bader Ginsburg, máxime en un momento crítico en el que la justicia estadounidense ha dado un gran paso atrás. Notorious R.B.G., o Justice Ruth, como también se la conoce por sus logros en favor de los derechos sociales y de la mujer, se había mantenido en la esfera de la Corte Suprema, incluso después de la edad de jubilación, pero con 85 años sufría una caída que necesitó hospitalización. La circunstancia fue aprovechada por el presidente Trump para poner al frente de la judicatura a un elemento ultraconservador.

Este biopic de ficción no puede abarcar tanto, pero la realizadora Mimi Leder ha querido refrescar la memoria de la ciudadanía de los EEUU sobre lo que ha significado R.B.G. en la modernización de una sociedad que corre el peligro de retroceder en todos sus avances. Por eso se centra en su juventud, en sus años universitarios y en su emparejamiento con el abogado Martin Ginsburg (Armie Hammer), así como en su estrecha colaboración con Mel Wulf (Justin Theroux), al frente de la ACLU (American Civil Liberties Union).

Mimi Leder, habitual directora de películas comerciales, los típicos blockbusters como “El pacificador” (1997), “Deep Impact” (1998) o “Cadena de favores” (2000), tira de oficio para hacer el trabajo más importante de su carrera, algo de lo que es plenamente consciente en todo momento. Su mayor acierto consiste en saber reflejar la inteligencia de R.B.G. para abrirse paso en un mundo de hombres superando un sinfín de obstáculos desde el mismo instante en que decidió estudiar leyes.

La película ilustra muy bien el particular método utilizado por la protagonista para salir adelante e ir, poco a poco, alcanzando sus objetivos. Se hacía la tonta y decía justo aquello que ellos querían escuchar, porque en sus años universitarios lo tuvo todo en contra. Erwin Griswold (Sam Waterston), director de Harvard, se opuso a su doctorado, a pesar de ser la primera de su promoción, por lo que sacó el título finalmente en Columbia. Ningún bufete quiso contratarla, y de ahí que se decantara por litigar a favor de los derechos civiles desde la ACLU.

Fue ganando pleitos para la legalización del aborto, del matrimonio homosexual, en contra de la pena de muerte o de la discriminación racial. Pero su mayor hito histórico fue en el terreno de la igualdad para la mujer con el famoso caso Reed vs. Reed. En una genialidad sin precedentes se le ocurrió darle la vuelta a la tortilla, y buscar un caso que por razón de sexo discriminase al hombre. Y es así como fue a dar con una ley que prohibía a los hombres solteros cuidar de sus ancianos padres, porque tal actividad quedaba restringida a las cuidadoras del sexo opuesto. Con esta resolución, en 1971 se daba el primer gran paso en la igualdad entre los dos sexos.

En 1980 Jimmy Carter la puso al frente del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia, y en 1993, con Bill Clinton en la Casa Blanca, se convirtió en la segunda mujer de la historia en presidir la Corte Suprema de los EEUU, ejerciendo una influencia acorde con su trayectoria como activista cofundadora de la primera revista sobre igualdad de género.

El guion es obra de su sobrino Daniel Stiepleman, quien pone la nota cariñosa y familiar, descubriendo su poca mano para la cocina.