TERESA MOLERES
SORBURUA

Verduras exóticas

Científicos británicos del Royal Botanic Garden han publicado una lista de noventa frutas y verduras exóticas, algunas ya conocidas en nuestro mercado como el aguacate, que fue introducido hacia 1970. Guayaba, mango, papaya, fruta de la pasión, caquis o lichis son algunas de estas frutas, mientras que, entre las verduras que podríamos llamar exóticas y recientes en nuestra cocina, podemos encontrar al chayote, una liana de seis metros con frutos de color verde pálido y de 200 a 400 gr. Su carne es blanca y acuosa, de sabor dulce. Fácil de cultivar, la semilla (2 a 5 cm) se planta en primavera con la punta hacia arriba y se recoge en otoño.

Los crosnes de China también están de moda. Este tubérculo, parecido a un gusano gordo y cuyo sabor recuerda a la alcachofa, cocido resulta perfecto para acompañar a carnes y pescados. La citronela o hierba limón es originaria de Asia; por su sabor a limón va bien en ensaladas y platos cocinados. Además, plantada en un tiesto repele a los mosquitos. De entrada reciente, el wasabi es un rizoma de aspecto poco atractivo y que, por su sabor picante, es muy utilizado en salsas japonesas. Otras verduras conocidas en la antigüedad por griegos y romanos que, sin embargo, prácticamente se perdieron y hoy vuelven son la chou kale, col rizada o col portuguesa, una panacea para tener buena salud porque es rica en vitamina C y K, calcio y potasio. También está el colinabo, del que los griegos solo utilizaban sus hojas, parecidas al perejil, y las semillas como condimento. Es popular en el norte de Europa acompañando a las patatas.

El tupinambo es otro de los redescubiertos. Conocido por su raíz nutritiva y vigorizante, fue cultivado por las tribus americanas e introducido en Europa para luego ser sustituido por las patatas. De piel fina y gusto dulce, tiene vistosas flores que resultan muy atractivas para las abejas. Chirivía es una raíz que recuerda a la zanahoria, aunque blanca y de sabor parecido a la nuez moscada. Ella también se vio desplazada por la patata.

Colinabos, nabos y tupinambos tuvieron presencia obligada en las cocinas de la última Guerra Mundial, aunque se las relacionaba con la época de pobreza y eran consideradas “verduras de guerra”, por lo que luego pasaron a ser forraje para el ganado, hasta este nuevo resurgir actual.