Uno puede preguntarse por qué se siguen haciendo películas sobre el forajido Billy the Kid y el sheriff Pat Garrett. Muy sencillo. Mientras los historiadores no logren ponerse de acuerdo el mito crecerá y crecerá, sin que nadie con la documentación en la mano pueda discutir las ocurrencias de los guionistas de ficción.

Con el paso del tiempo se han convertido en las figuras más importantes de la historia del cine dentro del género western, y sobre ellos se han hecho grandes y pequeñas películas, despertando tanto el interés de Hollywood como el de las coproducciones europeas de bajo presupuesto. Ya el cine mudo le dedicó una primera aproximación en 1911, y sería con la llegada del sonoro cuando el maestro King Vidor agrandó el fenómeno con “Billy the Kid, el terror de la pradera” (1930), título tras el cual vendrían “El regreso de Billy the Kid” (1938) de Joseph Kane y “Billy the Kid” de David Miller. Entre 1940 y 1943 Sam Newfield hizo una serie completa de interminables capítulos, que incluso se alargaría en el tiempo con entregas tardías. En ese periodo alcanzaría un mayor prestigio “El forajido” (1943), dirigida entre Howard Hawks y Howard Hughes. Ya en clave de serie B son también dignas de recordar “La leyenda de Billy el Niño” (1950) de Kurt Newman y “La ley contra Billy the Kid” (1954) de William Castle.

Antes de que esa larga colección de westerns se convirtiera definitivamente en algo rutinario, llegó la obra maestra de Arthur Penn “El zurdo” (1958), protagonizada por un joven Paul Newman. Y la sangría se detuvo, con apenas un par de realizaciones en la siguiente década, que fueron “El hombre alto” (1960) de Tay Garnett y “Chisum” (1970) de Andrew V. McLaglen. Fue el tiempo necesario para esperar a la creación culminante e insuperable de Sam Peckinpah “Pat Garrett nd Billy the Kid” (1973), con James Coburn y Kris Kristofferson como protagonistas. Ahí se acabó lo que se daba, y lo que trajo la industria a continuación fueron las versiones para público adolescente protagonizadas por Emilio Estevez: “Arma joven” (1988), “Intrépidos forajidos” (1990) y “La leyenda de Billy the Kid” (1994). Para reconducir las cosas, y ya en el nuevo milenio, Anne Feinsilber realizó el documental “Réquiem por Billy el Niño” (2006), con la voz como locutor de Kris Kristofferson.

Dicho documental reunía las distintas teorías sobre la muerte del famoso forajido de finales del siglo XIX en relación con el hombre al que se viene considerando tradicionalmente como su ejecutor, por lo que dejaba la puerta abierta a distintas especulaciones, que ahora cristalizan en este “The Kid” (2019).

La idea de la película surge durante el rodaje del remake de “Los siete magníficos” (2016) por el afroamericano Antoine Fuqua, con tres de los actores del reparto estelar dispuestos a volver a reunirse en otro western. Y es así como Vincent D’Onofrio, que sólo había dirigo con anterioridad el thriller de terror musical “Don’t Go in the Woods” (2010), se une a sus colegas Chris Pratt y Etahn Hawke delante y detrás de la cámara.

El guion escrito por Anadrew Lanham, autor de “El castillo de cristal” (2017) y “La cabaña” (2017), presenta como conductor de esta libre recreación a un menor (Jake Schur) llamado Rio. El muchacho viaja al sudoeste para salvar a su hermana (Leila George) de la custodia de su despiadado tío (Chris Pratt). En el camino de encuentra con el auténtico William Henry McCarty (Dane DeHaan), que es perseguido por el sheriff Pat Garrett (Ethan Hawke).

Estos hechos suceden a propósito de la última fuga del forajido en 1881, a quien pretende dar caza su viejo conocido Pat Garrett, una vez que es nombrado sheriff de Lincoln. Todo apunta a que el desenlace tuvo lugar en dicho condado, cerca de Fort Sumner. Y como quiera que la historia ha colocado al personaje aquí interpretado por Ethan Hawke como el traidor asesino, es el propio actor el que pronuncia un breve discurso que sirve de reflexión sobre el papel que uno juega más allá de su muerte, siendo recordado por lo que cuentan los supuestos testigos presenciales, según su particular punto de vista.