MIKEL SOTO
gastroteka

3.000.000

Si el Estado español decidiera utilizar los 3.000.000 de euros expoliados a GARA para dar de comer a la Casa Real española, no le llegaría por poco para cinco años de banquetes borbónicos. Sin embargo, cubriría el 83,19% de la aportación de España al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas destinado a la asistencia a poblaciones vulnerables. De hecho, pagaría íntegramente la cantidad que la Unión Europea donó el año pasado al Fondo para la Infancia de la ONU para paliar la sequía en Somalia. Con el dinero robado por el Estado español a GARA podríamos comprar 847.943 Big Macs en Estados Unidos, y casi 12.658 personas podrían disfrutar del menú degustación –sin bebida– del restaurante Arzak. Sin embargo, según el PSOE, el exvicepresidente de Valencia Gerardo Camps (PP) tendría para poco más de cinco legislaturas de comidas en restaurantes de lujo, de seguir al ritmo de la legislatura 2007-2011. Markel Olano, por su parte, podría celebrar 1.048 comidas con angulas y codium, huevo con temblor de tierra, nuez roja y merluza y ave de invierno con papel de berenjena y limón negro.

En este capitalismo de casino en que vivimos, en el que las empresas cierran en suspensión de pagos un día despidiendo a sus trabajadores y trabajadoras y abren al día siguiente otras capitaneadas por los mismos oligarcas, con la deuda del ilegalmente clausurado Egin endosada “a la española” a GARA, 330 estudiantes podrían cursar el Grado en Gastronomía del Basque Culinary Center. Según el informe fiscalizador del Tribunal de Cuentas de 2014, el Consejo General del Poder Judicial español podría dar durante 156 años “vales de comida para su utilización por el personal eventual al servicio de los altos cargos (secretarías) en el caso de realizar una segunda o más tardes de trabajo a la semana, hasta una cantidad máxima de 9 euros por comida”. Pero, por el contrario, solo podría dar durante 24 años y medio “bonos de comedor para los jueces en prácticas de la Escuela Judicial por valor del coste del menú (6,56 euros), en número de cinco a la semana, durante el período docente”.

Con el dinero robado a GARA, algo menos de la mitad de los habitantes de Euskal Herria podríamos irnos juntos de juevintxo, pero el Área de Acción Social del Ayuntamiento de Iruñea podría repetir la ayuda a familias para facilitar el acceso al comedor escolar a la población infantil que se encuentra en situación de vulnerabilidad durante seis años.

Un plan. Me parece que uno de los tesoros increíbles de este país es el rico tejido asociativo que tenemos y, como destaca el alemán Raul Zelik, escritor y suscriptor de GARA, las mayores aportaciones de la izquierda abertzale a la izquierda mundial, más que teóricas, por su riqueza y complejidad, han sido organizativas. Aun así, soy un izquierdista clásico y, sin ser lo óptimo ni lo que necesitamos, creo que un movimiento emancipador puede avanzar con un partido, un sindicato, un periódico y un grupo de abogados. Por eso, pese a trabajar en una cooperativa, seguí cotizando en el sindicato, y por eso en cuanto refundamos la izquierda abertzale me afilié al partido. Esa es la razón por la que en cuanto GARA sacó las suscripciones me suscribí en papel. Esa y el placer de, enseñando mi txartela, poder recoger todas las mañanas el periódico en el kiosco. Como recordaba Haritz Larrañaga hace unas semanas en el artículo “What's the plan?”, por primera vez en mucho tiempo alguien ha puesto encima de la mesa un plan concreto para que una de las herramientas que necesitamos para la liberación nacional y social de este país sea posible. Tenemos el deber y el placer de asegurar ese futuro.