IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Ritmos

Hablar de arte es hablar de la imagen contemporánea. Las herramientas con las que contamos para la realización de un análisis crítico de la misma se encuentran a medio camino entre el arte, la comunicación, la sociología o los mass media. En la gran mayoría de estas páginas, utilizamos el espacio híbrido como un lugar desde el que enunciar cualquier discurso, pues las barreras disciplinares están siendo disueltas al ritmo que nuestra sociedad cambia sus modos de producir y de ver. La contemporaneidad es desbordada continuamente por la creación constante de estímulos y nuestra forma de consumo se adapta a los ritmos vertiginosos que requieren las maneras de relación con lo visual.

Replantear nuestros tiempos de deglución y digestión puede que nos sirva como herramienta para poder entonces reposar nuestra capacidad crítica. La reivindicación de la reflexión como resistencia al contenido que se aloja directamente en nuestra parte menos consciente, evitando cualquiera de nuestros filtros. El arte, desde su propio lugar, puede ayudarnos a aprender a manejar nuestra propia capacidad para asumir y valorar todo aquello que nos interpela.

El característico espacio circular del Horno de la Ciudadela de Iruñea acogió el pasado 8 de marzo la inauguración de la muestra “Arte-industria” por parte de la artista Montse Borda Olagüe (Iruñea, 1961). Hasta el 28 de abril estará abierta al público una propuesta basada en ocho piezas pictóricas de temática industrial.

El espacio expositivo enladrillado permite a los cuadros de formato medio erigirse con el protagonismo que se merecen, ayudados con una iluminación directa que les destaca sobre la oscuridad neutra de la sala. Borda ha realizado estos trabajos basándose en la técnica del pincel seco y utilizando la grasa de la maquinaria como pigmento.

Un punto de partida en el que la textura y la prevalencia de lo pictórico se impone sobre la propia representación, proponiendo a base de veladuras una atmósfera delicada e intensa. Hay entonces un choque narrativo en el que lo industrial y lo mecánico, como método de lo seriado y la producción en cadena, es ahora gesto, materia y trabajo único. Ese diálogo adquiere una relevancia capaz de plantear una relación ya avanzada por el propio título.

La fachada de Azkuna Zentroa será protagonista a lo largo de todo el año 2019 de una serie de intervenciones que ocuparán el espacio visual de la Plaza Arriquibar. Seis artistas se turnarán cada dos meses para realizar una pieza organizada a modo de tríptico en este proyecto de exposición al aire libre. Entra entonces el discurso del espacio público y de cómo los museos acuden a estrategias publicitarias para poder ampliar el espacio simbólico de su programación. Las salas de exposición no pueden ser los únicos lugares para el disfrute del contenido cultural y esto bien se sabe desde las grandes instituciones públicas. Es por eso que esta ocupación del campo visual de la ciudadanía amplía las barreras de influencia del centro de arte e interpela directamente con un contenido al que se puede acceder tan solo con alzar la vista.

Dentro de este marco, tendremos la oportunidad hasta el 15 de mayo de poder encontrarnos con las piezas de Higinia Garay que bajo el título “Una segunda mirada” toma el testigo de Aitor Saraiba que presentó su trabajo en enero. Después será el turno de Naiara Goikoetxea, Leire Urbeltz y Susana Blasco, llegando a enero del 2020 con el trabajo de Ane Pikaza. El diseño, la ilustración y el cómic son los protagonistas de las seis trayectorias que se dan cita bajo el título “Fatxada”.