IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Inocente

La creación nunca es inocente. El contexto desde el que se realiza conlleva en cada paso del proceso una carga histórica, política o social, que en ocasiones supera las propias intenciones de las manos que la ven nacer. Muchas capas conviven en la percepción y en la comunicación. El arte, como una parte de la vida ligada a ambos conceptos, es un lugar de interpelación constante al público que lo disfruta, pues de cada uno de sus matices se desprende la potencia de lo poético.

Si bien intentamos en muchos de nuestros textos destacar la necesidad de adquirir herramientas para un análisis rico y completo de la experiencia del arte, no debemos olvidar nunca aquello que es capaz de removernos las tripas. La emoción incontrolada que los sentidos trasmiten eléctricamente a nuestro cerebro para ser convertida en un sentir, que desde nuestra tradición cultural se decodifica como un mensaje que interpretamos. Es por eso que a veces conviene agitar nuestra actitud como asistentes a una muestra, y convertirla en un lugar de piel y escalofrío, pues es esa la base de la expresión, encontrar un lugar común en donde verse como parte imprescindible. Sin embargo, no mitifiquemos el proceso, las piezas no siempre activan nuestros cerebros al primer golpe de vista. El arte, como la vida, debe ser recorrido, sentido y en ocasiones repensado para entender entonces el camino al que nos estamos enfrentando.

El colectivo Redil, formado por Rubén Díaz de Corcuera (Gasteiz 1964) e Iñaki Larrimbe (Gasteiz, 1967) en colaboración con Ibon Sáenz de Olazagoitia, inauguró el pasado 28 de marzo en el espacio Zas Kultur, situado en la calle Correría de Gasteiz, una instalación-intervención bajo el título de “Porrazos”. La reflexión, en torno al dispositivo del arte, enfoca toda su potencia en un cuestionamiento sobre el propio soporte. Pero no sobre el que se realiza la obra, sino sobre el que la obra suele ser colgada; es decir, la pared. Esta sirve como excusa para la creación de una pieza que sitúa la destrucción de los límites de la disciplina en un paso que se engarza entre el cartel político, el diseño gráfico y la decoración.

“Porrazos” es un papel pintado que sigue un patrón que se expande por el espacio de la galería. Una repetición de ornamentos y motivos que componen un espacio de equilibrio compositivo. Entre la aparente inocencia de los mismos, surge la potente imagen de un policía nacional de la época franquista blandiendo una porra en una clara alusión a los sucesos del 3 de marzo de 1976 en el barrio de Zaramaga de la ciudad de Gasteiz. La estrategia se abre entonces hacia diferentes caminos. Por un lado, subyace una reivindicación de un arte que salta de la pieza única para convertirse en un material barato y seriado. Por otro, un alegato contra la irrupción de lo político en nuestra cotidianeidad, siendo capaces de ocupar un espacio de intimidad (el hogar) y la supuesta inocuidad de aquellos objetos que nos acompañan en nuestra rutina.

La Galería Juan Manuel Lumbreras de Bilbo presentó a principios de mes una exposición con varias piezas de uno de nuestros artistas vivos más reconocidos. Jose Luis Zumeta (Usurbil, 1939) participó en 1965 en la formación del grupo Gaur, junto a nombres como Oteiza, Chillida, Basterretxea o Ruiz Balerdi. Su reconocible estilo inunda de maestría cromática el espacio expositivo, dotando de gesto y textura cada una de las telas que componen el elenco de obras que se muestran. El recorrido por la sala superior presenta ante nosotros cuadros de reciente factura, fechados entre 2018 y 2019. Esta actividad constante demuestra un compromiso con el oficio de la pintura y representa una gran oportunidad para acercarnos al legado reciente de este ya mítico artista vasco.