IKER FIDALGO ALDAY
PANORAMIKA

Espacios

Las vidas desarrolladas al amparo de la sociedad neoliberal basan sus parámetros de éxito en cuestiones competitivas movidas por la polarización éxito/fracaso. Esta lógica que aparece directamente vinculada con la cuestión capitalista básica: más ganancia en menos tiempo, acaba por expandirse a otros ámbitos de la vida. Las relaciones interpersonales, la educación o nuestros propios cuerpos, son atravesados por modos de hacer que parecen condenarnos a olvidar determinadas necesidades básicas que nos hacen desarrollarnos como sociedad. Sin caer en clichés paternalistas, podemos asegurar que la cultura contemporánea es uno de los pilares que necesita de cuidado. Un sistema público, cada vez más denostado, debe con todas las consecuencias encontrar espacios de protección para el desarrollo de agentes vinculados a la creación. Entender la necesidad de su papel en nuestra convivencia al mismo nivel que la sanidad o la educación es básico y urgente.

La cultura es el relato de la vida, es la capacidad de imaginar y de compartir espacios de identificación colectiva. Es también una trinchera de conflicto donde se dan cita las desigualdades sociales y la batalla contra el discurso homogéneo. Es por todo esto que hoy reseñamos dos exposiciones que se desarrollan dentro de unos programas institucionales cuyo compromiso con el arte es indiscutible. Lugares en donde el trabajo del arte es entendido como necesario e imprescindible, porque solo así podemos seguir construyendo una capacidad crítica con la que entender el mundo que nos rodea.

BilbaoArte Fundazioa inauguró el pasado 3 de mayo “Objeto [in]quieto” a cargo de la artista Raquel Asensi (Barakaldo, 1989). Apenas un mes, hasta el día 31, para disfrutar de este proyecto becado el pasado 2018 en el programa de residencias y ayudas a la producción del centro bilbaíno. La cerámica inunda la práctica de Asensi, cuya destreza técnica desborda el primer vistazo. Piezas que se debaten a veces entre un lugar de lo ornamental y la textura de la fragilidad evocada por el brillo del blanco y un azul cobalto intenso y algo hipnótico.

Sin embargo, no conviene perderse en esta primera capa sin entender la ligazón conceptual que atraviesa todas y cada una de ellas. La cerámica y la creación de objetos es un medio, pero no un objetivo, o al menos no el único. Dos de los trabajos, “Ideonella” y “Plantarum Cognitarum”, entran en el juego poético de la prótesis y el cuerpo que es complementado por un objeto realizado ad hoc mediante dos fotografías en las que “Sam” y “Santa” visten sus cuerpos desnudos. Como si de un segundo capítulo se tratase, la siguiente estancia de la sala presenta una colección bajo el título “Labor Amoris Perditus Est”. Una serie de piezas que hacen referencia a diferentes especies de hongos que parten de una ficción en colaboración con Maria Ptqk (Bilbo, 1976), cuyo texto puede disfrutarse en el catálogo editado por la Fundación en el que también participa Maite Garbayo (Iruñea, 1980).

El centro Huarte, en la localidad navarra del mismo nombre, sigue adelante con su programa “Habitación”. Un espacio expositivo en el que los procesos artísticos asumen un lugar para ser compartidos con el público asistente. Un momento en el que los caminos y no los resultados adquieren el protagonismo del desarrollo de una investigación. Hasta el próximo 30 de junio es el turno de Blanca Ortiga (La Rioja, 1984) y Miguel Alejos (Valencia, 1995) que, bajo el título “Habitación: Got lost in the game”, darán paso a los proyectos que han venido trabajando durante su periodo de residencia.