BERTA GARCIA
CONSUMO

La tecnología manda

Las personas usuarias de aparatos Huawei –la multinacional china de alta tecnología especializada en producción electrónica y marketing de equipamiento de comunicaciones– están que trinan porque, al parecer, sus dispositivos van a dejar de funcionar correctamente si se cumple la amenaza estadounidense de vetar al gigante mundial de la tecnología china. Este o parecido mantra repiten todos los informativos en el mundo, y ahí reside el peligro de priorizar unas fuentes u otras. Las fake news (noticias falsas) están a la orden del día, sobre todo a través de Internet.

A estas alturas en el proceso de guerra sin metralla entre potencias mundiales, no se nos escapa que el control de las telecomunicaciones ya viene de lejos. Luego, da lo mismo quien domine, si al final los usuarios acabamos atrapados por un telón de acero 2.0. Este es el verdadero quid de la cuestión. Así que lo quién manda finalmente no debe hacernos perder la calma y el dinero, por el temor a que los dispositivos serán inútiles si Google no nos sigue dando las actualizaciones de su sistema operativo.

La legislación europea prohíbe que una marca discrimine a otra en el mercado, por lo cual toda empresa que quiera vender algo en el ámbito europeo (de la UE) deberá cumplir unas obligaciones u normas establecidas de protección a las personas usuarias. Esto quiere decir que, si un dispositivo o sistema está afectado dentro de los dos años de garantía, el usuario puede reclamar una compensación económica a la empresa que se lo vendió.

Como está por ver, por una parte, en qué acaba la amenaza de bloqueo y, por otra, si Huawei se siente capaz de crear las medidas paliativas y de seguridad, lo mejor es no precipitarse en comprar nuevos dispositivos. Sobre todo si, como señala una fuente autorizada y poco sospechosa como es el Instituto Superior para el Desarrollo de Internet (ISDI), «parte de esta ‘guerra’ se debe al 5G, que es una tecnología que todavía se está desplegando, y que llevan muy avanzada en China». Por lo que hagamos frente al “consumid, consumid malditos” porque nuestros bolsillos y el medioambiente nos lo agradecerán.