Nuria López Torres
500 aniversario

La Habana,recorrido por la ciudad poliédrica

La gran Habana, esa ciudad que tantas veces hemos visto retratada en los medios de comunicación con sus emblemáticos coches antiguos. Tantas veces fotografiada, interpretada y contada. Una de esas ciudades que no te dejan indiferente, a la que puedes amar y detestar por igual. Una de esas eternas ciudades como Nueva York o París a las que nunca les faltan amantes. Icónica y eterna, una Habana que cumple 500 años en noviembre de este año. Una eternidad en tiempo de humano y un instante en términos históricos, rebosando historia por los cuatro puntos cardinales.

Cuenta Eusebio Leal, el historiador de la ciudad y responsable de la restauración y rehabilitación de su centro histórico, que La Habana es «un estado de ánimo». «Cuando uno llega a La Habana, siente que algo le seduce, le atrae, le atrapa, no deja indiferente a nadie. A veces la ciudad está cubierta por un velo de decadencia. Pero cuando tú rompes el velo aparece el esplendor de su urbanismo y de una arquitectura que te permite, por una sola avenida, ir desde los castillos del siglo XVI hasta la modernidad de Richard Neutra». Como dice Leal, cuando uno rompe el velo y no se queda en la superficie de los estereotipos y lo colorido, o en la mera decadencia, descubre una ciudad viva que renace de sus cenizas y se reinventa a cada momento, donde parece que nunca cambia nada. Que se quedó suspendida en el tiempo y, sin embargo, siempre hay algo nuevo que descubrir. Una Habana llena de ingenio y talento, de cultura mestiza mezcla de sangre negra, blanca, china y taina.

Viaje a Fusterlandia. La Habana no es solo esa Habana Vieja colonial y colorida, cargada de historia e intensa que todo el mundo visita. Esta ciudad, a pesar de tener apenas 2,5 millones de habitantes, es inmensa con sus quince municipios e infinidad de barrios.

A media hora del centro de la ciudad se encuentra el barrio pesquero de Jaimanistas, donde vive el artista José Rodríguez Fuster. Hace treinta años Fuster comenzó a intervenir su pequeña casa de madera con pinturas y esculturas, convirtiéndola en su lienzo de trabajo y su obra personal. Cuando ya no tuvo espacio en su casa para seguir trabajando, involucró a los vecinos, que se sumaron a su proyecto artístico convirtiendo su barrio en lo que hoy se conoce como “Fusterlandia”. Más de ochenta familias han cedido las fachadas y los interiores de sus casas para que el artista los utilice como lienzo. Influenciado claramente por el arte de Gaudí y Picasso, dice que su mayor referente es el escultor, pintor y fotógrafo húngaro Constantin Brancusi. En su obra aparece un sinfín de iconografía cubana, desde personajes históricos hasta elementos de santería, pasando por frases de sus más célebres escritores. En los últimos años, la visita de los turistas a “Fusterlandia” ha sido un revulsivo económico para este humilde barrio alejado del centro turístico y una mejora para la economía local, que ha posibilitado la continuación de este proyecto artístico-comunitario. Visitar “Fusterlandia” es una excusa genial para conocer una de la mil caras de esta gran ciudad.

La Habana de boato. En muchas ocasiones, el viajero se queda atrapado en la historia reciente de esta ciudad, con sus referentes e iconos revolucionarios, sin saber que La Habana fue una de las grandes ciudades del mundo, considerada la París de América, con una burguesía culta y refinada que importaba para sus mansiones los mejores mármoles, los mejores muebles y los mejores tejidos de Europa. Para hacerse una idea del refinamiento y boato de esta urbe, solo hay que hacer una visita al cementerio de Colón, considerado una obra de arte en sí mismo por el número de obras escultóricas que contiene, razón por la cual muchos especialistas lo tachan, junto con el de Génova, de ser el más importante del mundo. Impresiona el monumento escultórico de mármol de Carrara de la entrada de la necrópolis, con 34 metros de longitud por 21 de altura.

Una visita guiada de aproximadamente hora y media te transporta a esa época de esplendor y riqueza, a conocer aquella sociedad habanera con sus personajes, sus historias, sus intrigas y sus anécdotas.

Un paseo por el barrio del Vedado, donde se encuentra ubicado el cementerio de Colón y donde proliferan casonas y las mansiones que dan fe de ese esplendor, reafirma esa sensación de grandeza. Sus calles están abarrotadas de frondosos arboles, cuyo frescor alivia los estragos del tórrido sol de verano. Este es uno de los barrios más hermosos e interesantes de La Habana, donde en los últimos años se están abriendo restaurantes y bares de diseño para dar respuesta a una pequeña clase media cubana emergente, con poder adquisitivo y que reclama espacios de ocio y disfrute. Algunos de estos locales abrieron hace unos pocos años incentivados por el aumento del turismo en la isla tras el restablecimiento de relaciones diplomáticas con EEUU en 2015 y la posterior visita del presidente Obama, relaciones políticas que ha retrocedido tras la llegada de Trump al poder.

Ciudad de culturas y Cultura. Dice el cantante Pablo Milanés que en esta ciudad reina la Cultura con mayúsculas. Da igual que se hable de arquitectura, de música, de pintura, de ballet, escultura, de literatura o de poesía: «De La Habana siempre ha emanado cultura. Es una tradición que se ha mantenido pese a todos los avatares y con independencia de lo sucedido alrededor de ella».

Famoso es el Ballet Nacional de Cuba con la gran Alicia Alonso al frente como primera bailarina durante muchos años, todo un personaje e icono vivo en Cuba hoy en día. Es habitual ver a niños y niñas con sus atuendos de danza clásica, flamenca o de rumba en un ir y venir continuo por las calles de la ciudad, de sus casas a las escuelas de danza, o de regreso tras un agotador entrenamiento. En la película “Yuli” (2018), de la directora Icíar Bollaín, basada en la historia real del bailarín Carlos Acosta, se puede apreciar la importancia que tiene el ballet en el país caribeño.

La música corre por las venas de los cubanos sin duda alguna, un ritmo y una sangre mestiza en los que la intensa africanidad se diluye en otras influencias. Es habitual toparse con música en cada esquina. En la gran mayoría de restaurantes y bares se pueden encontrar grupos tocando en directo, muchos de ellos música tradicional cubana, pero también jazz y otras disciplinas artísticas. En enero en La Habana se celebra el Festival Internacional de Jazz, con figuras de renombre como la cantante Joss Stone o el pianista Arturo O Farrill, entre otros muchos. La Cuerva y el Zorro es uno de los lugares emblemáticos para escuchar jazz en el barrio del Vedado todo el año; y el Submarino Amarillo es una pequeña sala que programa actuaciones en directo todos los días de la semana y donde escuchar rock y pop.

No faltan las salas que programan actuaciones en directo de salsa y timba, como la Casa de la Música, en Mirar, o el estupendo 1830, este último ubicado en una bellísima mansión a orillas del mar, en el Malecón. Pero si lo que se quiere es tener un panorama amplio de la vida cultural en la ciudad existe un lugar único en todo el país llamado La Fábrica de Arte Cubano (FAC) y que abrió sus puertas en 2014. Un lugar que uno nunca lo imaginaría encontrar en una ciudad caribeña como La Habana, si no más bien en Berlín o Nueva York. La FAC es un proyecto cultural multidisciplinar ideado por el famoso artista cubano X-Alfonso y auspiciado por el Ministerio de Cultura, que está ubicado en el barrio del Vedado; concretamente, en la calle 26 esquina con la 11. Esta antigua fábrica de aceite, llamada en su día “El Cocinero”, acoge esta innovadora iniciativa cultural.

El espacio da cabida a una amplia lista de disciplinas artísticas, teniendo como principales la arquitectura, las artes visuales, el cine, la danza, el diseño gráfico, el diseño industrial, la moda, la fotografía, la música y el teatro. Cada semana la fábrica abre sus puertas de jueves a domingo con una variadísima programación de actividades. Un día se puede asistir a un concierto de música clásica a primera hora de la tarde, después a un desfile de moda y a última hora a un concierto de hip hop. El recinto está dividido en cuatro naves, con diferentes espacios expositivos, una sala de conciertos, cafetería, bares, una sala de proyecciones, un pequeño espacio de actuaciones y varias terrazas.

Con una capacidad para 1.200 personas en el interior de las instalaciones y hasta 3.000 contando los espacios abiertos, este lugar único en Cuba reúne a un variado grupo de habaneros cada fin de semana. Es un espacio donde ver el trabajo de los jóvenes creadores, y un gran escaparate de talento y creatividad. La filosofía del proyecto es aunar disciplinas en un mismo espacio, y dar visibilidad al mayor número posible de artistas locales para que puedan tener la posibilidad de exponer, y vender sus obras fuera del circuito oficial. El visitante puede comprar desde un vestido hasta una pintura o una pieza de joyería.

Aquí se reúne cada fin de semana la “gente guapa” de La Habana, esa perteneciente a la emergente clase media que se mezcla con turistas y trabajadores extranjeros. Es el lugar de moda en La Habana en los últimos tiempos, y un espacio de obligada visita si quieremos tener una visión más amplia de las muchas Habanas que existen. Porque esta es una ciudad poliédrica de múltiples caras.

El Ajiaco de La Habana. El ajiaco cubano es un guiso caldoso que lleva infinidad de ingredientes, tanto de carne como de verduras, y que, tras unas cuantas horas de cocción, da un plato denso y potente, de esos que resucitan a un muerto. Pues así es La Habana, un ajiaco donde uno puede encontrar de todo, que alimenta la vista, la curiosidad y el alma. En ese receta uno de los ingredientes importantes es su herencia africana y, por ende, sus religiones de origen animista como la Regla de Ocha, más conocida como santería, entre otras religiones, con un importantísimo peso en la sociedad cubana. La santería se practica en toda la ciudad hoy en día pero tiene un peso históricamente considerable en el barrio de Regla y Guanabacoa.

Alejados de los circuitos turísticos, ambos son muy interesantes de visitar: barrios humildes, sin grandes plazas y casas coloniales pero que hablan de otra Habana muy real. En Guanabacoa se puede visitar el Museo Histórico dedicado a la santería y en Regla, el Santuario de Regla, donde devotos la virgen de Regla (Yemayá, en la religión yoruba) y de la Caridad del Cobre (Oshun, para los creyentes yoruba) lo visitan todos los días. La mayoría de devotos de estas vírgenes lo son también de su figura sincrética en la Regla de Ocha; es decir, que son creyentes y practicantes de las dos religiones. Muchos de ellos salen de la iglesia de Regla y frente a ella, en la bahía del mismo nombre hacen una ofrenda a la Orisha de los mares, Yemayá.

Otro de los grandes barrios interesantes para visitar es el de 10 de Octubre, también con mucho peso en cuestiones de santería. Y el barrio del Nuevo Vedado que, aunque es totalmente diferente a los anteriores mencionados, es muy interesante por su arquitectura art decó y otros estilos de influencia americana de la década de los años 30 y 40. Estudiantes de diferentes universidades americanas suelen visitarlo para estudiar sus diferentes construcciones.

Para saborear este ajiaco contundente e intenso con todos sus matices, lo más conveniente es callejear. Así podremos toparnos, por ejemplo, con el señor Generoso en su taller-gallería de arte de cultura afrocubana, donde atiende a todo el mundo, sea extranjero o vecino, siempre involucrado en actividades vecinales con niños y jóvenes. O nos podremos encontrar con la extraña librería del señor Eliezer ,quien tiene tantos libros como perros. Un “loco sabio” que sabe más de literatura cubana que algún profesor de universidad. Personajes intensos y a veces casi surrealistas como algunas de las realidades de esta ciudad. ¿Cuántos Generosos o Eliezers habrán habido a lo largo de los quinientos años de vida de esta gran señora que es La Habana?